El concepto de «religiosidad popular» es omnipresente en los estudios sobre religiosidad latinoamericana, pero es un término altamente equívoco, ya que no queda claro si hace referencia a “sectores (socio-económicamente) bajos”, “masividad” o a algún tipo de “conflictividad” o “sincretismo” con las creencias y prácticas propuestas por la Iglesia católica (es usado en todos estos sentidos, y más).
Su necesidad, pese a todo, resulta del hecho de que en Latinoamérica buena parte de los creyentes suelen establecer relaciones de devoción con seres suprahumanos concebidos como “santos” pero que no son reconocidos como tales por la Iglesia.
Cuando estos seres suprahumanos sí son los postulados por la Iglesia, estas formas de relacionarse -que frecuentemente tampoco son las prescriptas por la Iglesia Católica- alteran radicalmente la jerarquía en que los ubica (por ejemplo, las peregrinaciones masivas siempre son a santuarios marianos).
Por todos estos motivos, estas formas de relación, entran en tensión con la principal institución religiosa del país, que apenas los tolera o los coopta intentando llevar a los fieles por el camino espiritual «correcto». Esto también genera cierta “sospecha social” contra ellas y causa que hasta los propios estudiosos, guiados por preconceptos católico-céntricos que colorean sus teorías académicas, no estén del todo seguros del grado y tipo de «religiosidad» de estas expresiones.