Por Darío La Vega (UNSAM/DIVERSA)
Algunos de los practicantes de las religiones de origen afrobrasilero presentes en Argentina (mayormente, Umbanda, Quimbanda y Batuque, con algunos pocos templos de Candomblé) se acercaron, en la última década, a las raíces africanas de sus religiones, y practican ahora formas muy similares a las que todavía existen en Nigeria y otras naciones vecinas, en la parte occidental de Africa. El último arribo a nuestro país es el culto a los ancestros, Egúngún. En Caseros, provincia de Buenos Aires, funciona desde hace cinco años el Egbé Mimo Awo Egungun Digbolegun (Sociedad dedicada al culto y misterio de Babá Egúngún Digbolegun) que realizó, hace poco, el Segundo Festival Egúngún -el primero, en realidad, que respetó la forma completa de los que se realizan en Nigeria.
Junto con Alejandro Frigerio, tuvimos el honor y el placer de ser parte de la fiesta, y de poder documentarla.
El responsable de la casa, Oje Egunyemi Okedipe, nos explica brevemente -y de manera de poder ser entendida por legos- los propósitos del festival:
«El concepto de Égúngún hace referencia a la adoración de los ancestros. Designa tanto al culto ancestral como a las variadas manifestaciones con Mascaras ó Eku Egúngún (trajes o ropa de Égúngún) que son la manifestación física de la inseparabilidad entre Orun (cielo, plano espiritual) y Aiyé (tierra, plano terrenal).
En el pensamiento Yoruba la muerte no es el fin de la vida, los difuntos se vuelven Ara Orun Kinkin (Habitantes del cielo) o Awon Baba Orun (Los Padres del cielo) y poseen poderes ilimitados que pueden explorar por tiempo determinada en los festivales anuales de Égúngún (denominados Odun Égúngún) para beneficio o detrimento para aquellos que aún viven en la tierra.
Al hacer uso de esos poderes los ancestros por momentos se materializan como un enmascarado (vestido con coloridos trajes sagrados). Ellos son Égúngún: la Mascarada sagrada de los ancestros.
Venerar a Égúngún es poder vehiculizar el fluido intercambio entre el mundo físico y espiritual con los ancestros, en un enlace que otorga diversas “funciones” a distintas formas de ancestralidades manifestadas en estos festivales.
El festival Odun Égúngún se basa en secuencias; cada una denota y enaltece una característica específica de lo que implica poner en movimiento la Gran Mascarada de Égúngún. Cada una muestra una etapa del poder de Egungun en la tierra. Distintos enmascarados se hacen presentes para aconsejar, castigar, advertir y bendecir, pero también para entretener.
La aparición de los Padres ancestrales en la tierra es vital porque marca las necesidades de la sociedad o comunidad donde el festival es llevado a cabo. Dejará en claro qué peligros puede correr la misma o si es necesaria su presencia para combatir epidemias o infortunios diversos por medio del poder de los ancestros.
En contextos tradicionales, las mascaradas también sirven para juzgar a quienes ponen en peligro la pacífica convivencia de la comunidad: a los que cometen actos ilícitos, a los borrachos, a los mentirosos o los responsables de otros actos antisociales. Pero también brindan bendición y protección, escuchan a las mujeres que desean futuros embarazos y aseguran la prosperidad de la comunidad.
En el trascurso de las diversas secuencias del festival se hacen presentes: Éégun Alare, el que entretiene y se burla; Éégun Pidan, el que realiza magias y demuestra el poder ilimitado de los ancestros; Éégun Oloore, el que sentencia y castiga a los que quiebran las leyes sociales, Éégun Alagba, aquel que en su interior denota los misterios del culto dejando ver que los Padres están presentes; Eégun Kekere, ancestralidades de niños, que bendicen y alegran a la comunidad y Éégun Abala, en mascarados que representan linajes o vehiculizan el potencial de una comunidad entera.
Resumiendo, en el festival “Odun Égúngún” los ancestros se hacen presentes por medio de los trajes que los personifican y vienen a cumplir funciones de carácter social y político, siendo a la vez protectores, entretenedores y jueces de sus descendientes. «
Desde una perspectiva etnográfica.
La ceremonia comenzó con una breve conmemoración al Batuque y a Ifá, variantes religiosas de las que muchos de los participantes provienen. Luego, comenzaron a ingresar los distintos egúngún a través de un pasillo formado por los asistentes. Aparentemente, en un principio parecía que los asistentes nos debíamos organizar en una gran ronda (las dimensiones del formidable templo lo permitían) que posibilite que las mascaradas se manifiesten en el centro. Pero de a poco, la formación circular se fue cerrando y los asistentes terminamos formando un largo pasillo, que, quizás haya sido causado por la curiosidad de la concurrencia pero, sin dudas, respondió fuertemente a la interacción que se produjo entre las mascaradas y la comunidad que presenciamos la ceremonia. Esta interacción entre Egungún y asistentes siempre fue mediada por los ojé, sacerdotes que guían a los Egungún e intermedian con la comunidad.
En cuanto al quehacer etnográfico, debo decir que he intentado plasmar mi mirada del campo utilizando la fotografía como herramienta de reflexión y argumentación. En este caso en particular, el festival Odun Egungún (y como se da habitualmente en las religiones afro) fue un vendaval de información para los sentidos: música, danza, canto, performance, vestuario, todo es parte de una compleja dimensión simbólica que muchas veces es imposible explicar sólo con palabras. Por eso, utilizo la fotografía como una posibilidad más para interpretar esta compleja realidad. Detalles de las indumentarias, gestualidades, movimientos, espacialidades, corporalidades, todo puede ser objeto de análisis al ser captado en una fotografía (o, mejor, por una serie fotográfica). En este caso, la interacción entre los creyentes y estos espíritus numinosos fue retratada a través de mis sensaciones y mis posibilidades. Para eso, intento estar constantemente articulando estética y análisis, arte y etnografía, para que ambas dimensiones se enriquezcan mutuamente.
Una vez más me congratulo de haber podido asistir -y de cierta manera intervenir a través de la emoción directa- a este maravilloso evento. La explicación del Oje Egunyemi Okedipe resulta clarísima para poder decodificar, pero tu artículo de campo no queda atrás. Mis felicitaciones a ambos y al testimonio fotográfico de excepcional calidad y lucidez. Y vamos por más, seguramente.
Excelente escrito y descripcion de sensaciones, trasmite realmente aquello que nos propusimos enaltecer, pienso que el mayor Ire (bendicion para nosotros) que un culto puede tener es estar abordado por verdaderos profecionales. Nos sentimos honrrados con la presencia de su profecionalismo. Éxitos e Ire para ustedes y el culto en Argentina.
Oje Egunyemi Okedipe.
Hola, me gustaría saber si existe una casa en Buenos Aires donde se hagan cultos de esa índole. Muchas Gracias.