Pasado y futuro del cristianismo en Europa

Joas bookPor Hans Joas (Universidad Humboldt de Berlín y Universidad de Chicago). (Trechos traducidos y extraídos de su libro «Faith as an option: Possible futures for Christianity«)

Eran bellos,  magníficos tiempos, cuando Europa era una tierra cristiana, cuando un cristianismo residía en este continente civilizado y cuando un interés en común unificaba a las provincias más distantes de este vasto imperio espiritual[1]

Así comienza uno de los manifiestos más influyentes del temprano Romanticismo Alemán, el fragmento de 1799 “Cristianismo o Europa” de Friedrich von Hardenberg, conocido como Novalis (el desbravador de tierra nueva). Este texto fue inicialmente una conferencia brindada en Jena en noviembre de ese año, décadas antes de su publicación (en 1826) bajo un título que no fue elegido por Novalis.[2]  El texto de Novalis encarna una comprensión especial y bastante novedosa del pasado, del presente y del futuro. Con el tono nostálgico de un cuento de hadas, Novalis cubre el pasado europeo con un halo dorado; mirando en retrospectiva, la Edad media aparece como  la era de un cristianismo homogéneo. Por el contrario, su presente es mostrado de manera  sumamente crítica, dominado por el egocentrismo y por un racionalismo asfixiante para el que los intereses materiales predominan. La secularización que sufre Europa parece ser la razón principal  de su condición extrema y de las pérdidas que sufrió. Como las conferencias sobre religión de Friedrich Schleiermacher, también de 1799, los escritos de Novalis son una de las reacciones intelectuales alemanas a la revolución francesa y a sus consecuencias sobre las políticas de la religión. La batalla contra la religión es responsable de nuevas supersticiones: “donde no hay dioses,  los espectros gobiernan”[3]. Mientras Novalis brinda una oscura representación del presente, las perspectivas a futuro que presenta son, sin embargo, mucho mejores. Predice la emergencia de un estado europeo supranacional, sostenido por un cristianismo renovado, que superaría las divisiones confesionales y con un espíritu cosmopolita que las invitaría a involucrarse en una cooperación pacífica que no sería excluyente de otras partes del mundo. Novalis enfatiza que este cristianismo renovado ya no debe estar “sacrílegamente encerrada dentro de los límites del Estado”,[4] sino que debería mantener su distancia respecto de los intereses de todos los estados.

Este no es el lugar para profundizar en la rica historia de este texto, ni  su lugar en la obra de Novalis. No hay dudas que este texto puede ser percibido como profético en una muy diferente situación histórica en Alemania, específicamente, luego del colapso del Tercer Reich, cuando muchas personas depositaban sus esperanzas en la renovación del “Occidente” Cristiano. En ese discurso, sin embargo, ya no había ningún rastro del gesto cosmopolita de invitación a otras partes del mundo -al contrario. Entonces el cristianismo, la cultura europea y “Occidente” funcionaron principalmente como elementos de la exclusión política y cultural – de Rusia, Asia, de Oriente y frecuentemente también de los Estados Unidos.  Aun hoy, este discurso se reaviva regularmente, bajo condiciones históricas radicalmente diferentes. Es por ello que ahora me pregunto por la manera en actualmente concebimos a las tres suposiciones básicas de Novalis […].  ¿Europa fue alguna vez homogéneamente cristiana? ¿Es Europa completamente secular en la actualidad? ¿Pertenece el futuro europeo a un cristianismo renovado – o por el contrario, estará el  cristianismo saliendo de Europa?

Me parece que  podríamos responder a la primera pregunta firmemente por la negativa. Hay varios motivos para rechazar la noción de una Europa que alguna vez fue homogéneamente cristiana, y los reseñaré brevemente. Nadie cuestiona actualmente la continua importancia de la religión judía en la historia europea. Pero el Islam también fue parte de Europa mucho antes de la migración laboral de estas últimas décadas. De hecho, sobre todo en la Península Ibérica  y en los países balcánicos, el Islam ha tenido una larga historia europea. En buena parte del norte y el este europeos, las prácticas religiosas e ideas pre-cristianas persistieron hasta fines de la Edad Media. Algunos países, como Lituania, fueron cristianizados recién en el siglo XIV.  La cristianización desde arriba, que es lo que generalmente ocurrió, requiere el paso de muchas generaciones  para lograr efectos a gran escala. Durante mucho tiempo, la adopción del cristianismo fue moldeada por la religión pre-cristiana de cada población y en algunos casos quizás continúe siendo así. Los antiguos politeísmos (especialmente el griego y el romano) no tuvieron sólo un impacto puntual en la historia intelectual y religiosa europea durante el Renacimiento[5], sino que han funcionado reiteradamente como una fuente de inspiración en potencia o como un desafío. Principalmente, la noción de un cristianismo homogéneo enmascara  su heterogeneidad interna. Desde la Reforma y la división de la iglesia que ésta originó, ha sido imposible ignorar el carácter dramático de la relación entre las diferentes formas del cristianismo.  Existieron diversos intentos por minimizar los choques entre las confesiones, a través de acuerdos religiosos por la paz (tales como los de 1555 y 1648); pero dado el tamaño limitado de los territorios que los firmaron dentro del imperio, su éxito sólo puede haber sido muy parcial.  Más importante aún es el hecho de que la Reforma no fue el primer evento histórico que tuvo como consecuencia la indeseada pluralización. La división entre el cristianismo ortodoxo y el latino se dio varios siglos antes.  Además, en la Edad Media, la Iglesia Latina se caracterizó por una diversidad interna considerable y se vio envuelta en conflictos con varios movimientos considerados heréticos. Y finalmente, el crecimiento de la “opción secular” (Charles Taylor), […] en otras palabras, el creciente potencial y la disponibilidad de formas de ver el mundo basadas en la no-creencia, es un paso significativo en relación a la pluralización; en la medida en que las reacciones hacia las nuevas formas seculares de ver la vida pueden producir nuevos procesos de sacralización o una nueva receptividad a, por ejemplo, tradiciones religiosas asiáticas. Hay, por lo tanto, mucho más sucediendo que una mera secularización.

JoasDeberíamos, por lo tanto, ver que Europa ha tenido una gran riqueza de tradiciones de pluralismo religioso.  Si además, consideramos que las varias tradiciones religiosas no se han desarrollado simplemente en un aislamiento hermético una de la otra, sino que lo hicieron en una interacción frecuente –el misticismo cristiano es influenciado por su contraparte judía, Francisco de Asís se inspiró en parte de su experiencia de los musulmanes- el panorama cambia definitivamente. [6] En suma, Europa nunca fue uniformemente cristiana – y el cristianismo por cierto, nunca fue únicamente europeo. Los entusiastas defensores de un Occidente Cristiano fácilmente pasan por alto, el hecho de que los orígenes del cristianismo yacen fuera de Europa y también que su temprana difusión ocurrió a lo largo de varias rutas, algunas de las cuales se dirigen hacia los límites más externos de Europa o directamente fuera de ella (Armenia, Georgia, los Coptos, y la diseminación a India y hasta a China en el caso de los Nestorianos). No es casual que en esta era de la globalización del cristianismo, las personas comiencen a darse cuenta de esta historia olvidada o “perdida”. [7]

La segunda cuestión, acerca de si Europa es mayormente secular, puede hoy ser respondida afirmativamente en mayor medida que en los tiempos de Novalis o de Schleiermacher. En retrospectiva, es sorprendente cómo en algunas parte de Europa hacia 1800 los comentaristas veían a la religión como a la defensiva. La situación actual es extremadamente heterogénea[8]. […] particularmente a la luz de si las enormes diferencias regionales y nacionales de Europa pueden ser explicadas o no en función de diferentes grados de modernización. […] Yo discuto esta idea […] Lo que importa aquí, para resumir, es que actualmente Europa es fuertemente secular en determinados países, pero ésto no se aplica en todos los lugares, y aún en países fuertemente secularizados, con unas pocas excepciones, grandes cantidades de personas pertenecen a comunidades religiosas, comparten creencias, y participan en prácticas y rituales religiosos al menos ocasionalmente, tanto individualmente como colectivamente.

En lo que concierne al futuro, […] con mucha cautela, hago ciertas predicciones. En particular, enfatizo la disolución de ambientes religiosos, pero también la emergencia de nuevos, así como la considerable importancia que tiene la migración en relación a la situación religiosa en Europa. Demás está decir que es de gran importancia la revitalización religiosa en determinados países comunistas (Rusia, Rumania). También es importante reconocer que el resquebrajamiento de la idea de que la modernidad inevitablemente conduce a la secularización abre camino  a nuevas posibilidades para la fe. Pero la realización de estas nuevas posibilidades depende del accionar convincente de los creyentes y de las comunidades religiosas. En un presumible futuro, el futuro de Europa no pertenecerá a una renovada Cristiandad, aun cuando esta renovación pueda ocurrir en algún momento dado. El futuro de Europa será multireligioso, y deberá también ser caracterizado -y espero contribuir a ello con este libro-  por una nueva mentalidad más abierta y receptiva por parte tanto de creyentes como de no creyentes, cuando éstos acuerden en los valores fundamentales del universalismo moral.

El texto de Novalis lleva el título de “Cristianismo o Europa”. Yo lo modificaría, señalando que podemos ser (pro-) europeos y cristianos, pero deberíamos rechazar los intentos de fusionar ambas dimensiones. Dicha fusión resulta en una ideología de exclusión y malversa el cristianismo para promover esta ideología. Suele suceder que, por ejemplo en los debates acerca del ingreso turco a la Unión Europea las personas que enfatizan que Turquía no es cristiana suelen, paradojalmente, prestarle poca atención al mensaje cristiano. [9] Pueden haber muchos factores políticos o económicos, sobre los que no me ocupo aquí, que incidirán negativamente en el ingreso turco.  Sin embargo,  no hay argumentos convincentes contra el ingreso de Turquía basados en una dimensión cultural, y ciertamente tampoco en factores religiosos. Quienes comparten valores europeos no pueden ser excluidos por estas razones. [10]

Esta cuestión es también de extrema importancia dado que las migraciones de las últimas décadas han provocado cambios significativos en el panorama de las religiones europeas. No se trata sólo de migrantes musulmanes sino también, en grados diversos grados según el país, de cristianos. Usualmente traen consigo un cristianismo que ha ido ganando nuevos adherentes y que se ha ido fortaleciendo como resultado del trabajo misional y de la colonización, pero en las últimas décadas también por una diseminación espontánea.  Irónicamente, y en respuesta a la cuestión acerca de si el cristianismo está dejando Europa, parece plausible sugerir con todo respeto que de hecho ¡el cristianismo está llegando allí! No podemos todavía predecir cuáles serán las consecuencias de este proceso para la situación religiosa en Europa. El futuro posible del cristianismo está siendo determinado por la interrelación entre Europa (y Norteamérica) por un lado y un cristianismo globalizado por el otro, e igual de importante, por constelaciones político globales que pueden provocar conflictos en la relación entre seguidores de diferentes religiones.  Conflicto o diálogo entre religiones, una nueva des-europeización del cristianismo, y la superación de viejas hostilidades entre creyentes y no creyentes reemplazadas por una oposición entre universalistas de todo tipo y los oponentes al universalismo (ya sean nacionalistas o racistas): me parece que éste es el modo en que puede describirse la situación en la cual la fe actualmente  puede ser una forma de vida.

Este texto de  Hans Joas se basa en trechos de su último libro Faith as an Option: Possible Futures for Christianity (traducido al inglés por Alex Skinner). Stanford: Stanford University Press. 2014. Para una reseña del mismo ver aquí, y para una entrevista con Hans Joas, aquí. Traducción al español del inglés de Agustina Battaglia y Alejandro Frigerio, del texto publicado en el blog de la International Sociological Association.

[1] Novalis, “Cristianismo Europeo: un fragmento” (1799), en The Early Political Writings of the German Romantics, ed. Frederick C. Beiser.
[2] Ver Wolfgang Braungart, “Subjekt Europa, Europas Subjekt. Novalis’ katholische Provokation. Die Christenheit oder Europa,” Sinn und Form 63 (2011): 546.
[3] Novalis, “Christianity or Europe,” 75
[4] Ibid., 66.
[5] Hans Gerhard Kippenberg ha señalado esta cuestión en varias ocasiones en los ultimos años. Ver: Kippenberg, “Europe: Arena of Pluralization and Diversification of Religions,” Journal of Religion in Europe 1 (2008): 133–55.
[6] Ver el libro de Michael Borgolte, Juden, Christen, Muselmanen. Die Erben der Antike und der Aufstieg des Abendlandes 300–1400 n. Chr. (Munich: Siedler, 2006).
[7] Philip Jenkins, The Lost History of Christianity: The Thousand-Year Golden Age of the Church in the Middle East, Africa and Asia (Oxford: Lion, 2008).
[8] Para ampliar, ver  José Casanova, “The Religious Situation in Europe,”  en Secularization and the World Religions, ed. Hans Joas and Klaus Wiegandt (Liverpool: Liverpool University Press, 2009), 206–28; Andrew Greeley, Religion in Europe at the End of the Second Millennium (New Brunswick, NJ: Transaction, 2003); Bertelsmann Stiftung, ed., What the World Believes; Philip Jenkins, God’s Continent: Christianity, Islam, and Europe’s Religious Crisis (Oxford: Oxford University Press, 2007).
[9] Ute Schneider, “Von Juden und Türken. Zum gegenwärtigen Diskurs über Religion, kollektive Identität und Modernisierung,” Zeitschrift für Geschichtswissenschaft 52 (2004): 426–40, refuta estos argumentos muy adecuadamente.
[10] Ver Hans Joas y Klaus Wiegandt, eds., The Cultural Values of Europe(Liverpool: Liverpool University Press, 2008); para mi introducción, ver 1–21.

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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