A comienzos de mayo pasado, el sacerdote Fábio de Melo, un conocidísimo cura carismático seguido por millones en Brasil, realizó una referencia jocosa y despectiva a la «macumba» en uno de sus sermones. El video, publicado en su muro de facebook, tuvo gran repercusión, alcanzando rápidamente tres millones de visualizaciones. Pronto también, el padre fue acusado de racista por practicantes de religiones afro y por quienes defienden los derechos de los afrobrasileros. Aunque luego se disculpó por sus dichos (de una manera considerada insuficiente por sus críticos) y retiró el video de su muro, aún se puede ver en youtube (ver abajo). Dado que en la Argentina es frecuente que en los diarios, especialmente del interior, también aparezcan notas refiriéndose a las ofrendas de religiones afro como «macumbas» o «brujería» y les brinden un carácter cuasi-criminal, reproducimos algunas de las reflexiones que sobre esta descalificación de la religiosidad afroamericana, vertieron en sus muros de facebook especialistas brasileros. Transcribimos textos de Roger Cipó, fotógrafo afrobrasilero dedicado al candomblé, de Luiz Antonio Simas y Luiz Rufino, autores del recientemente aparecido libro «Fogo no mato: A ciência encantada das macumbas» y de Frei Betto, un reconocido sacerdote dominico brasilero.
1- Lo que dijo el padre
Durante un sermón en una misa, el viernes 4 de mayo de 2018, el padre Fábio resaltaba el poder de Cristo y de sus seguidores. Refiriéndose de manera burlona y teatral a quien se asusta por una «macumba», dijo: «Si usted encuentra, si usted, de hecho cree, que una gallina negra en la puerta de su casa, con un litro de cachaça y una farofa de banana tiene el poder de traer destrucción en su casa, en su vida, entonces no conoce la fuerza del Cristo resucitado!» (N. del T. : en realidad es harina de mandioca). Luego de los aplausos y las risas del público y de otros sacerdotes presentes, continuó: «Con todo el respeto a quien hace la macumba. Puede hacer y puede dejar en la puerta de mi casa que, si está fresca, yo me como todo. Con todo el respeto a quien cree en eso, pero eso no es una comprensión cristiana, porque estamos bajo los rayos misericordiosos de este Señor que nos libró de todo mal!!»
La amplia repercusión de sus dichos, en redes sociales y en medios de comunicación, así como las numerosas voces críticas que se alzaron, señalando, como hizo el babalawo Ivanir dos Santos, que había tratado «de forma irrespetuosa a las religiones de matriz africana». llevaron a su disculpa pública: «Siempre he manifestado públicamente mi respeto a todas las religiones. El candomblé formó parte de mi origen. Nunca quise ofender o desmerecer a nadie . Sólo expresé, durante una celebración cristiana, convicciones cristianas. Pido perdón a los que se sintieron ofendidos. No soy dueño de la verdad. Estoy en busca de ella. (…) Somos hermanos y no me siento mejor que nadie. Si fui infeliz en la forma en que expresé mi no creencia, perdónenme» (el texto completo, aquí). Más tarde, para hacer más creíbles sus palabras, el padre visitó, junto el babalawo Ivanir, a un terreiro (templo) que había sido vandalizado (una práctica ya común en Río de Janeiro), mostrando su solidaridad hacia quienes luchan contra la intolerancia religiosa. Aunque el mal ya había sido hecho, el incidente sirvió para generar un debate acerca de la manera en que se descalifican ciertas prácticas religiosas (de origen afro) asociándolas inequívoca e inmerecidamente al «mal» y considerándolas (meras) «brujerías».
2- Fábio de Melo, amor cristiano y racismo –por Roger Cipó
Antes que nada, preciso decirles a los periodistas que escribieron sobre el hecho que el padre no creó ninguna polémica, sino que fue racista. Cuando los agresores son hombres blancos, cristianos, de clase media, y la violencia es contra cuerpos, espacios y prácticas negras, los medios masivos de comunicación intentan de todas formas relativizar los hechos. Entonces, vamos a decir lo que precisa ser dicho y comprometernos con lo que hablamos. Y si nadie más lo dice, yo lo hago yo: el Padre Fábio de Melo fue racista, y ahora (para quien no entendió) explico por qué.
Primero, para quien no sabe, circula un video en internet donde el Padre adorado en Brasil, en tono jocoso, dice «respetar a quien hace macumba» pero que no lo intimida, y que si colocaran una macumba en su puerta, (él) el poderoso hombre blanco, la comería. El video ya fue visto por más de dos millones de personas y sigue cumpliendo su papel de fomentar el odio a las religiones de matriz africana en el país donde las denuncias de discriminación por motivos religiosos crecieron 4960% entre 2011 y 2016, y más del 70% representa casos de violencia contra los povos de terreiros. No es una coincidencia cuando el asunto es la violación de derechos, y Fábio de Melo debería saber eso. Basta una lectura rápida por sus entrevistas para conocer a un predicador de la paz entre los pueblos, pacifista y espiritual, que ama al prójimo por encima de todas las cosas. El problema parece ser que Fábio de Melo enseña sobre el amor al prójimo (sólo) si el prójimo es igual, o si el prójimo no es de prácticas religiosas de matriz africana. En otras palabras, si el Otro no es «cosa de negros», sí sirve para amarlo y respetarlo, y es por eso que hablo de racismo.
Algunas personas, inclusive de Candomblé, dicen que veo racismo en todo, y están en lo cierto. Las experiencias como hombre negro de Candomblé que piensa cuestiones raciales, me obligan a analizar todas las relaciones sociales a partir de esa óptica, principalmente porque «la raza estructura la clase» (DAVIS, Angela). Entonces, sí; veo racismo en todo, porque vivimos en una sociedad estructurada por el racismo en todos los aspectos, y el racismo está no sólo en los insultos y ofensas. Veo racismo en los estereotipos, en la invisibilización de negros y negras en los medios, en la hipersexualización de los cuerpos, en la marginalización de los territorios mayoritariamente negros, en el genocidio de la juventud negra, en los salarios más bajos de las personas negras en relación a las personas blancas, en la demonización de las creencias negras -y es aquí que encontramos al racismo del famoso Padre.
Pensemos a Fábio de Melo como representante del pensamiento de las creencias católicas, y recordemos que la Iglesia católica patrocinó la esclavización de hombres y mujeres negras en Brasil, como también refrendó la masacre de los pueblos originarios de Pindorama (Brasil antes de la colonización). Pensemos que ese pensamiento de deshumanizar a los pueblos negros construyó un proceso de negación a todo lo que viene de ellos. Por eso, no tratemos al caso como meramente una intolerancia de tipo religiosa, hablemos de una aversión social a todo lo que tiene a África como raíz. El padre se burla de los rituales de ofrendas afro-brasileras y, además de faltarles el respeto, propaga la idea de que la práctica es maléfica. No se trata solamente de ignorancia. Se trata de un comportamiento proselitista, que coloca al Candomblé y a la Umbanda en el lugar de las fuerzas demoníacas presentes en la mitología cristiana. No por casualidad la mitología cristiana está por todo el mundo luchando contra el mal para que el bien prevalezca. Entonces, piensen ¿por qué ellos deciden atacar las prácticas negras como el lado malo de esas historias? Pregúntense por qué el amor cristiano no ama a Esú.
Afirmo: el Padre Fábio de Melo no es un ignorante, él cumple un papel, un guión, y ese guión de colonización dicta que la macumba es más débil que su oración, o en otras palabras, que las fuerzas cristianas, blancas y europeas, deben combatir a las fuerzas negras africanas. Si hasta aquí no conseguimos entender la forma en que el racismo estructura estos pensamientos, no lo entenderemos nunca.
No hay pensamiento caritativo, no hay respeto. Lo que hay es un hombre blanco, cristiano, al servicio de una creencia violenta, perpetuando el odio a la cultura afro-brasilera. No hay representación mediática que pueda sustentar la farsa por mucho tiempo, y la reproducción de ese video también me muestra la forma con que miran nuestras prácticas, pues las marginalizan al punto de no incomodarse por presentar en las redes sociales un pensamiento tan vil como ese: total, están hablando de macumba y ellos piensan que la macumba no sirve para nada, que es tontería. De esa forma, el reconocido padre no se diferencia en nada de los neo-pentecostales que patean Nuestra Señora de Aparecida y rompen imágenes de Jesucristo para mostrar que sus verdades están por encima del Otro. De esa forma, el padre Fábio de Melo potencia el mal (tan combatido por él), y se presenta – para quien no sabía – como un violador de la dignidad de la fe. Por lo tanto, yo sólo puedo pensar que la Iglesia y el Estado siguen en la ejecución de un proyecto de exterminio del pueblo negro, provocando muertes letales y simbólicas, tirando cuerpos en las esquinas, invadiendo terreiros y pateando macumbas en las calles. El Estado sigue en sus prácticas institucionales cercenando derechos, promoviendo bancadas evangélicas (N. del T.: grupo de diputados de esa fe), dificultando las prácticas, sigue sin impedir ni castigar los miles de casos de invasión de terreiros, las muertes de sacerdotes y discriminación en los ambientes públicos, y una serie de otras atrocidades que diariamente presenciamos y para las cuales no vemos soluciones legales. Las iglesias siguen legitimando las violencias, enseñando el odio en sus cultos y formando sus ejércitos en nombre de «un Dios que apruebe la segregación» (Banda Alafia).
[Mientras publicaba ese texto, el Padre emitía una nota de pedido de disculpas diciendo que sólo estaba expresando convicciones cristianas – ¿recuerdan lo que dije de las creencias cristianas en relación a los negros? -, que su intención no era ofender a las religiones de matriz africana y que el Candomblé es parte de su formación. Yo ya esperaba esa respuesta. porque es como siempre responde el racismo, disculpándose porque «no es racista, porque hasta tiene amigos negros, parejas negras, y etcétera…». Vale entonces recordar que el racismo religioso es crimen y duele también recordar que, en Brasil, los únicos crímenes resueltos con pedidos de disculpas son los crímenes contra los derechos de la población negra y las prácticas afro-brasileras. Pensemos sobre eso también.]
Roger Cipó es un fotógrafo afrobrasilero que hace del candomblé uno de sus temas favoritos de trabajo.
3- De utilidad pública: Para quien quiera hablar bien o mal de la macumba – por Luiz Antonio Simas
El ataque mono racional de ignorancia cognitiva, racista e innoble del Padre Fábio de Melo me hace volver al tema. Ya escribí sobre esto, pero es impresionante cómo el propio pueblo da curimba (N. del T.: practicantes de religiones afro) comete una equivocación – un error comprensible de etimología – sobre la expresión. Confunden el instrumento musical con los cultos religiosos. No aguanto más escuchar la frase «macumba en verdad es un instrumento». Es así: macumba es un instrumento, pero también designa el conjunto de rituales religiosos que beben de la fuente de los complejos culturales bantus. Hasta parece que las personas tienen vergüenza de decir que son macumberos. Yo soy macumbero y punto. Intento explicar.
El instrumento macumba designa una especie de reco-reco (N. del T.: raspador de caña) que se tocaba con dos varas, una haciendo los graves y otra haciendo los agudos. El término probablemente tiene origen en el quimbundo «mukumbu»; que significa sonido. Fue relativamente popular en la época de los pioneros del samba pero nunca vi uno.
Ya la macumba como expresión que designa, algunas veces de forma peyorativa, cultos afro-amerindios-brasileros, genera buenos debates. Antenor Nascentes sigue a Raymundo Jacques (que escribió la obra de referencia «El elemento afro-negro en la lengua portuguesa”, en 1993), y sugiere que viene del quimbundo «dikumba» – candado o cerradura – refiriéndose a ceremonias secretas de cerramiento de cuerpos. Nei Lopes – profundo conocedor del asunto – cree que viene del quicongo «kumba»; hechicero (el prefijo «ma» en quicongo, forma el plural). Otros estudios indican que el origen sería ese mismo, como menciona Robert Slenes en su estudio sobre el jongo. Por ello la expresión macumba designa tanto una especie de reco-reco como las ceremonias. La etimología, sin embargo, es distinta en los dos casos: una deriva del quimbundo y otra del quicongo. Cambia todo.
Para complicar las cosas, brindo otro ejemplo: «kumba» en quicongo, como dije, es hechicero. Ya en umbundo, designa tanto al conjunto de servicio doméstico como a un grupo de familiares que viven dentro de un mismo cercado. «Kumbi» es sol en quimbundo y langostas en quioco, lengua bantu que también forma el plural con el prefijo «ma». «Makumbi», por lo tanto, designa una banda de langostas. El complejo cultural bantu no es sencillo.
Macumba puede entonces designar tanto al instrumento que ya nadie más conoce (término de origen quimbundo), como a los ritos religiosos (término de origen quicongo). Es en este sentido que lo uso y afirmo mi pertenencia. Soy de la macumba, voy para la macumba, hago macumba y no toco reco-reco. He dicho.
Luiz Antonio Simas trabaja como profesor de historia e investiga culturas populares de Brasil.
4- Dendê y marafo en la sotana del Padre: la macumba contra la política de destrucción de seres/saberes – por Luiz Rufino
Uno de los fundamentos de la empresa colonial es la promoción de su teología-política como parte de un proceso de destrucción de seres. Es fundamental que se señale que, según la lógica de dominación de ese proyecto, para producir seres en un determinado modo de civilización hay que destruir toda una diversidad de otros modos. Lo que sale de la boca del padre no es mero preconcepto, es política de destrucción de los modos de ser y saber diferentes de aquellos predicados durante siglos por la institución que él representa.
Es fundamental que se señale que el ataque a las existencias opera de diferentes formas, algunas más explícitas, otras más disimuladas; sin embargo, todas tienen el mismo objetivo de aniquilación/subordinación de esos construidos como «otros». El colonialismo captura, cristaliza y descalifica para destruir, tornar inexistente, increíble, ¡para que cuando golpeen y castiguen parezca natural! ¡»Patéalo nomás, que es macumba»!
El discurso escupido por el padre es también la mano invisible que autoriza y legitima otras tantas formas de ataque. Así, no es una cuestión personal ni aislada: está fundamentada y dentro de la misma lógica de dominación.
De esta manera hay que exigir responsabilidad y reparación, no es meramente una cuestión de arrepentimiento o perdón, estrategia tan utilizada para mantener los privilegios de aquellos que visten el velo de la disimulación, de la inocencia racial. El racismo religioso es una política continua de destrucción de los seres y saberes no identificados como parte privilegiada de la dominación del Occidente-europeo/judaico-cristiano. Está, desgraciadamente, siendo practicado por todos lados, incluso siendo escupido por la boca del padre pop. Recordemos que para nosotros esta historia comienza hace poco más de cinco siglos en un mundo partido entre Portugal y España en el que la aventura de exploración y dominación fue bendecida por el Papa, quien era tenido como la representación de Dios en la tierra por el gobierno de la iglesia católica.
Al servicio de un proyecto de mundo totalitario y egoísta, el padre pop utiliza una tonada deshumanizante que produce injusticia para con otras formas de ser y saber. Desconoce que los poetas encantadores del lenguaje ya plantaron, en la boca de la noche, los frutos que nos alimentarán en la gran hora, haciendo que los de ahora estén en comunión con los de antes y en responsabilidad con los que están por venir. ¡Encantando el mundo por medio del lenguaje nos haremos macumberos, incluso cargando marafo y dendê en la sotana del padre!
(N. del T.: marafo es aguardiente o cachaca utilizada con propósitos religosos, y dendé es aceite de palma, también muy utilizado como ofrenda y en la cocina ritual y regional brasilera).
Luiz Rufino es pedagogo y doctor en Educación por la Universidade do Estado do Río de Janeiro (UERJ)
5- El Padre Fábio de Melo y la macumba – por Frei Betto
Cuando un sacerdote se torna excesivamente mediático, como ocurre con los «padres cantores», su espontaneidad está amenazada. Se torna un personaje de sí mismo. La fama lo sofoca. Entre los sacerdotes que priorizan esa forma de evangelización, tengo especial aprecio por los padres Zezinho y Fábio de Melo. Éste es un hombre abierto, culto, y que se esfuerza por no ver en el espejo su imagen contenida en los ojos de sus fieles.
Fábio de Melo reconoce que cometió una falta de intolerancia religiosa al ridiculizar la macumba. Con humildad, pidió perdón. En los hechos, él expresó la visión prejuiciosa de la mayoría de los católicos frente a las tradiciones religiosas de matriz africana, consideradas por ellos como meras supersticiones.
La macumba promueve ofrendas de alimentos y bebidas, conocidas como despachos, a los espíritus o entidades. La pregunta que cabe hacernos a nosotros, católicos, es ¿cuál es la diferencia de los despachos de macumba con las salas de ex-votos en las iglesias? ¿No sería también superstición ofrecer a Nuestra Señora o al santo protector réplicas en cera de órganos y miembros cuyas curas son atribuidas a milagros o intervención divina?
Recuerdo que en mi parroquia, cuando yo era pequeño, había cofres para recolectar ofrendas en dinero. Uno de ellos contenía la placa «Para las almas». Todavía hoy me pregunto cómo las almas guardaban en sus bolsillos las ofrendas…
Dios no tiene religión. Tanto la gallina de la macumba como el pan de la eucaristía son objetos de fe de quien cree en el carácter sagrado de la ofrenda. El vino de la misa y la caña del despacho dependen de la creencia de los fieles.
No es fácil ser tolerante cuando se está convencido de que la religión abrazada es la única admitida por Dios. Ahora, el árbol se conoce por sus frutos, dijo Jesús. La religión buena es aquella que suscita tolerancia, compasión, caridad, servicio a los necesitados.
Aún cuando tenga «una fe capaz de mover montañas», como señaló el apóstol Pablo, si «no tengo amor», ello no tiene el menor valor.
Frei Betto es un conocido fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación. Es autor de más de 50 libros de diversos géneros literarios y de temas religiosos.
Traducción de los textos del portugués: Mariana Abalos Irazábal (IDES-UNSAM)
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