La relevancia social del estudio de nuevos movimientos religiosos -entrevista a Eileen Barker

Eileen Barker es una de las más renombradas sociólogas de la religión en el Reino Unido y una experta mundial en el estudio de los nuevos movimientos religiosos. Es autora de obras clásicas como «The Making of a Moonie: Brainwashing or Choice?» y  «New Religious Movements: A Practical Introduction» y tiene más de 350 publicaciones traducidas a 27 idiomas. Preocupada por el cariz que tomaba la controversia social sobre las «sectas» en 1988 fundó INFORM, una institución afiliada al departamento de sociología de la London School of Economics, y apoyada por el gobierno inglés y varias iglesias históricas. INFORM provee información actualizada y producida académicamente sobre religiones alternativas.

Su libro, The Making of a Moonie, es un clásico en el campo de la sociología de la religión. ¿Cuál cree que ha sido su influencia en los estudios actuales?

La respuesta más simple es «No tengo idea». Pero si me guío por lo que algunas personas me han dicho, se ha usado más como un ejemplo de enfoque metodológico, que como fuente bibliográfica de quienes están interesados ​​principalmente en aprender sobre los «Moonies», que ahora prefieren ser llamados Unificacionistas.

Un aspecto del estudio que no era tan común en ese momento fue que traté de enfrentar la cuestión básicamente filosófica del libre albedrío desde una perspectiva empírica al abordar el tema entonces pertinente del «lavado de cerebro». Por supuesto, el lavado de cerebro es una metáfora. Pero fue una metáfora peligrosa que sugirió que los conversos a las nuevas religiones de la época –la década de 1970–  habían sido sometidos a técnicas irresistibles e irreversibles que los hicieron unirse a (en este caso) la Iglesia de la Unificación. Esto no era solo una cuestión académica; los padres preocupados pagaban decenas de miles de libras para que sus hijos (adultos) fueran secuestrados ilegalmente y retenidos contra su voluntad hasta que lograban escapar o convencer a sus captores de que habían renunciado a su fe, a veces con consecuencias desastrosas para sus vidas.

Estas  ideas y prácticas habían sido desafiadas vigorosamente por académicos y activistas de los derechos humanos, pero en sus protestas tendían a partir del supuesto de que las personas eran agentes activos. Lo que hice fue definir la «elección» de tal manera que pudiera ser operacionalizada, para poder demostrar empíricamente que las llamadas técnicas de lavado de cerebro o de control mental no eran irresistibles ni irreversibles, sino que el resultado se debía al menos en parte. a algo que se encontraba en el mismo converso. También pude indicar, a través de la comparación con dos grupos de control, que quienes se unían a estos grupos no eran los tipos patéticos de personas que a veces se suponía que eran.

Otra característica de mi investigación fue que utilicé varios métodos: entrevistas en profundidad en base a una muestra aleatoria, observación participante (viviendo con los Moonies durante semanas en varios centros); y largos cuestionarios de multiple choice con una serie de preguntas abiertas. Leí la literatura de la Iglesia y también la de sus opositores, así como numerosos artículos que se refieren al movimiento. También entrevisté a ex miembros, a familiares, a «anti-sectas» y a otros tipos de personas que de alguna manera fueran relevantes para el estudio.

Algunos podrían pensar que los nuevos movimientos religiosos son una fenómeno de los años sesenta y setenta del siglo pasado y  que ahora no tendrían la misma relevancia. ¿Cuál es la situación actual de esta línea de estudios religiosos?

Los nuevos movimientos religiosos (NMR) ciertamente no están en el ojo público como lo estuvieron en la segunda mitad del siglo pasado. Hay una serie de razones para eso, uno de ellos es un cambio de la preocupación pública por las «sectas» hacia los  «terroristas» después del 9/11. Otra razón es que gran parte de las falsedades que fueron dichas sobre las «sectas» en general ha sido desmentida, en gran parte por los sociólogos, y que los principales sectores del movimiento anti-sectas se han vuelto más sofisticados en su comprensión de las «sectas». Además, la mayoría de los movimientos que habían causado gran alarma se han vuelto considerablemente menos fanáticos con la llegada de la segunda generación y las generaciones posteriores.

Sin embargo, sería erróneo pensar que los NMR ya no están con nosotros. Algunos de los movimientos de posguerra se han desvanecido, pero muchos todavía existen sin tanta atención de los medios como alguna vez atrajeron, con la posible excepción de la Iglesia de la Cienciología. Pero también hay toda clase de nuevos NMR que aparecen. Están, por ejemplo, lo que se han dado en llamar religiones «imaginadas» o «inventadas», que no reclaman ninguna revelación divina; algunos, como los Caballeros Jedi, se basan en la cultura popular. Internet (prácticamente desconocida antes de la década de 1990) ahora alberga religiones virtuales; algunas, como los Pastafaris (miembros de la Iglesia del Monstruo de Espagueti Volador) han logrado una publicidad considerable y, probablemente, un mayor número de seguidores (aunque menos comprometidos) que la ola anterior en los años 70. Luego están las nuevas mega iglesias y, curiosamente, un crecimiento de religiones agnósticas o ateas, como el Servicio Dominical. Casi semanalmente aprendemos sobre alguna nueva forma de religión, aunque la definición de «religión» ahora incluye creencias y prácticas que eran casi inconcebibles cuando comencé a trabajar como socióloga de la religión.

Usted fundó INFORM para contribuir con sus conocimientos académicos sobre nuevos movimientos religiosos a las discusiones de políticas públicas. ¿Cuál es el valor, para usted, de participar en los debates públicos actuales?

Sí, pero no fue sólo para aportar la información que pudiera tener, sino para intentar que los hallazgos de todos los académicos de la religión que utilizaban métodos de investigación bien probados estuvieran disponibles para el público en general. Hay demasiadas tesis sociológicas llenas de jerga impenetrable que juntan polvo en los estantes de las bibliotecas cuando en realidad contienen información importante y útil. Cada vez me sentía más frustrada por las tonterías que se estaban divulgando acerca de los NMR en los medios de comunicación y en las Casas del Parlamento. La policía estaba mirando hacia otro lado mientras se realizaban secuestros de, y ataques contra, miembros de los NMR.

Las advertencias sobre la tragedia de Jonestown en 1978, cuando más de 900 personas se suicidaron o fueron asesinadas en la jungla de Guyana, se incluían en casi cualquier historia sobre cualquiera de las miles de religiones tan diferentes que estaban actualmente activas en el Reino Unido. Paradójicamente, la generalizada sabiduría convencional de que todas las «sectas» practicaban «lavado de cerebro» y explotaban a sus enajenados miembros, mientras reunían a millones para que sus líderes vivieran en el lujo, en realidad hacía que algunos problemas muy reales pasaran desapercibidos. Esta ignorancia generalizada dio lugar a reacciones que con frecuencia exacerbaban en lugar de mejorar la situación, causando una gran cantidad de sufrimiento innecesario.

Al participar en debates públicos y al hacer su trabajo más accesible, los sociólogos que habían estudiado los movimientos podían tranquilizar y alertar a los conversos potenciales, a los familiares de miembros, a los responsables de las políticas pertinentes, a policías, maestros, trabajadores sociales, abogados, terapeutas y a los medios de comunicación y al público en general. Parecía una tontería, incluso una irresponsabilidad, que los investigadores no compartieran sus hallazgos -siempre recordando, por supuesto, que los sociólogos no son infalibles y que hay muchas preguntas que simplemente no pueden (y deben reconocer que no pueden) responder.

Esta entrevista fue publicada originalmente en inglés, en el boletín Socrel News 9, 2019, editado por el Sociology of Religion Study Group de la British Sociological Association.  Un interesante trabajo de Eileen Barker (en inglés) sobre su involucramiento público en las «cult wars» se puede descargar de aquí

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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