«Palabra(s) de ounagülei(s)»: La espiritualidad Garifuna de Livingston, Guatemala

El rico patrimonio espiritual afroamericano continúa su desarrollo y expansión por todo el continente, alcanzando sectores sociales y étnico-raciales muy diversos. Dentro de las distintas variantes, la espiritualidad de los Garifuna (Belice, Honduras, Guatemala, ahora también EEUU) es, probablemente, la menos conocida. Esta colaboración entre un líder espiritual garifuna, Juan Carlos Sánchez, y un antropólogo, Augusto Pérez Guarnieri, nos brinda un panorama de primera mano sobre una compleja cosmología que nos era ajena. A continuación, el prólogo de César Ceriani al libro, y parte de la introducción de Augusto Pérez Guarnieri.

Prólogo – por César Ceriani (FLACSO/CONICET)

“¿Esto es todo lo que sé sobre espiritualidad, puedes ayudarme a publicarlo?”, fueron las certeras palabras que Juan Carlos Sánchez le envió por correo electrónico a Augusto Pérez Guarnieri promediando el 2013. No fueron palabras excéntricas, pues el especialista religioso garífuna y el etnomusicólogo argentino venían trabajando juntos por más de tres años en Livingston (Guatemala), abocados al paciente registro de las expresiones musicales rituales y, particularmente el primero, a la reglamentación de las prácticas ceremoniales. En dicho contexto, el maestro guatemalteco le había entregado al joven etnógrafo un conjunto de escritos sobre las ideas, valores y actividades clave de la “espiritualidad garífuna”, bajo el permiso dado a él por los ancestros según le fue revelado en un visionario sueño. Lo detonante aquí fue la segunda parte de la oración: el expreso pedido de ayuda para que los textos fueran publicados. El interés por editar estos escritos sobre la espiritualidad garífuna devino así en una misión compartida con el etnógrafo desde su misma génesis.

Fruto de aquella experiencia vivida y del vínculo de confianza forjado a través del tiempo, tenemos ahora en nuestras manos la labor de aquellos dones y contradones: un libro cautivante, narrado y explicado por sus protagonistas, donde en dosis equilibradas se ensamblan ambas construcciones epistemológicas, la del líder espiritual y la del antropólogo cultural. Una obra que retoma un interés cabal de la antropología contemporánea respecto al trabajo en colaboración simétrica con los interlocutores de las investigaciones, acción que Augusto y Juan Carlos emprendieron bajo un orden meticuloso y progresivo. Estas palabras de los ancestros nos habilitan así una inmersión en la espiritualidad garífuna guatemalteca desde el lugar de enunciación de uno de sus actores clave: don Juan Carlos Sánchez, líder religioso y embajador cultural de este pueblo afro-indígena caribeño radicado en Livingston desde los albores del siglo XIX.

“¿Qué pasa con ese nieto que ya no quiere tocar el tambor?”, es la pregunta fantasma que recorre la imaginación activa de Sánchez para dar cuenta de los contenidos esenciales de la espiritualidad garífuna, cometido central de su escrito. La dimensión performática de la obra es, en este sentido, clara y contundente: presentar la validez de la cosmología y ritualidad garífuna expresada en el culto a los ancestros a través de sus mediadores claves, los buyeis (líderes espirituales), las gayusas (cantantes ceremoniales), los ebus (personas médiums) y los ounagülei (mensajeros de los ancestros). Este efecto de legitimidad social se asienta, en primera instancia, en la figura del propio Sánchez, dada su visión de liderazgo espiritual a partir del mandato de los omnipresentes abuelos (ancestros), hecho que lo conduce al escenario de la autoafirmación cultural. Asumiendo la herencia étnica y filial con el pionero garífuna de Livingston, Marcos Sánchez Díaz (auténtico héroe cultural de dicha sociedad), Juan Carlos dispone en su escrito los fundamentos en este orden: del liderazgo (roles del buyei y, de modo especial, del ounagülei), el ritual (el chugú) y la cosmología (el seiri o morada de los ancestros).

La disposición en la escritura es, retomando lo señalado al inicio, la piedra de toque de esta obra en colaboración entre Juan Carlos y Augusto, situación que define el horizonte utópico e ideológico que la anuda. Los autores se vinculan en el propósito de dar a conocer la perspectiva garífuna sobre su propia espiritualidad, uno en tanto actor relevante de la misma, otro como etnógrafo. El primero, consagrando su posición de ounagülei delimitando los contenidos medulares de aquello que él denomina “la fe del pueblo garífuna”. El segundo, reflexivo y sensible respecto a su profunda implicancia en la investigación, pero asimismo con los lentes antropológicos ajustada- mente calibrados para dar cuenta de las tramas biográficas, históricas y estructurales que articulan y tensan, al mismo tiempo, la experiencia social de esta sociedad afroindígena caribeña. Lograr una regla unificada de la ceremonia del chugú (orientada a la comunicación con los ancestros, vía el diálogo y la posesión), circunscribir con precisión los roles de sus especialistas y asentar las bases cosmológicas de la “fe garífuna” (que da cuenta de una creativa fusión de horizontes y legitimidades con el catolicismo) se yerguen, de esta manera, como ejes axiales en la misión de Juan Carlos Sánchez. Unido a esto, la pertenencia al linaje fundador del poblado confiere al líder espiritual su lugar de interlocutor privilegiado con el ancestro Marcos Sánchez Díaz, mito en acción cuya cualidad tutelar sobre la comunidad garífuna de Livingston asume múltiples facetas.

Augusto niribei” (me llamo Augusto), respondió el etnógrafo al ser interpelado por un abuelo, años atrás, en un chugú. Como palabras llave, ese incipiente conocimiento del idioma garífuna fue determinante para el progreso de una larga conversación que ya supera la década. Ese breve diálogo con el ancestro fue el símbolo maestro para que los especialistas religiosos le abrieran las puertas a su exuberante mundo espiritual. Este libro es una prueba fehaciente del trabajo sistemático, obsesivo y comprometido, que Pérez Guarnieri ha estado llevando a cabo en pos de experimentar y comunicar entre especialistas de la música y la religión en América Latina el ethos luminoso y expansivo de la espiritualidad garífuna.

Como Ustedes saben, es muy difícil escapar al poder de los ancestros”, asevera Sánchez en un momento de su reflexión. Ciertamente, la relación entre el ounagülei garífuna y el estudioso argentino, junto a los saberes vertidos y emergentes de la obra en mano, nos ofrecen un testimonio encantado de esta potencia y, como Ustedes saben, de la veracidad de dicha frase.

 

Introducción (extracto)por Augusto Pérez Guarnieri (FLACSO)

“Palabra(s) de oounagülei(s): La espiritualidad de Livingston, Guatemala.” Textos de Juan Carlos Sánchez, compilados y editados por Augusto Pérez Guarnieri. Prólogo de César Ceriani Cernadas. FLACSO-Guatemala, 2019.

El elegido

Juan Carlos Sánchez nació en 1966 en Livingston, Departamento de Izabal, en la costa nororiental de Guatemala donde el Río Dulce desemboca en el mar caribe conformando un área natural de gran valor ecológico. Su infancia estuvo rodeada de los colores, olores, sabores y sonidos de esa maravillosa selva tropical que se hunde en el océano a la vez que de las tradiciones culturales garífunas desarrolladas en el seno de su familia. Es descendiente de Marcos Sánchez Díaz, líder garífuna que arribó a esas costas en 1802 junto a un grupo de familias que buscaban un espacio donde asentarse y comenzar así una nueva etapa en la historia de este grupo étnico expulsado por los ingleses de la isla Yurumein –San Vicente y las Grenadinas– en 1797.

Como un griot de África occidental o un payador afroargentino, siguió la inspiración susurrada por los espíritus de sus ancestros para mantener vivas las historias y tradiciones de su pueblo. Desde la vibración de las cuerdas de su guitarra y de su voz, sus parandas rápidamente fluyeron por todos los poblados garífunas como parte importante de la memoria local.

Pero había algo más. Algo que él sentía desde pequeño. Algo que se aparecía por las noches y lo intrigaba. Algo de lo que no podría huir. Algo que lo llevaría a soñar, viajar, escuchar, recibir, hablar, cantar y escribir las palabras, los pensamientos y los sueños que aquí se presentan.

Un día, en una ceremonia de culto a los ancestros, le fue comunicada su misión como “elegido”: sería ounagülei, mensajero de los ancestros, y dedicaría su vida a la espiritualidad garífuna.

Conocí a Juan Carlos en 2010, durante uno de mis trabajos de campo en Livingston. En la primera entrevista que tuvimos, en el Hotel Ríos Tropicales, registramos de modo audiovisual algunas de sus canciones. Recuerdo particularmente el registro de su voz interpretando esta paranda con guitarra:

¿Qué te pasa a ti, nieto? (Casa megeibeibu libaribaba)
Toca el tambor para que bailemos (Doumbei me tia lira farara won)
Para festejar aquí (Lu wabinaha ya, lu wafeduha ya)
He caminado las costas hondureñas (Ibuganali louba indura)
He caminado las costas de Belice (Eibuganali louba balice)
¿A quién encontré ?  A los garífunas (Ca nadairubei garinago)
¿A quién vi? A los garífunas (Narihibei ni, garinago)
Toca tu tambor, toca las maracas (Doumbei bigarawoun, doumbou maraga nu)
Allí vienen ellos, para bailar aquí  (Anate tia hará wawa, lu wabinaha ya)
Allí vienen ellos, para festejar aquí (Anate gusa hara wawa, lu hafeduha ya)

Desde ese encuentro fue mi referente principal para dilucidar los misterios de la espiritualidad garífuna. En cada ceremonia a la que tenía la oportunidad de ser invitado lo observaba trabajando, organizando y controlando, según sus palabras, “que cada detalle del ritual se cumpla tal como indicaron los abuelos”.

Al término de estas ceremonias, yo tenía cientos de preguntas que él, con paciencia y dedicación, me iba contestando en interminables reuniones o caminatas por la playa. Un día me dijo que había algo para mí y me entregó un manuscrito con algunos de sus textos sobre espiritualidad. Entusiasmado los leí y lo animé a seguir escribiendo, ya que creía muy importante que fueran los propios garífunas los que pudieran escribir y publicar información sobre su propia cultura. La contestación no tardó en llegar y en un mail, en 2013, me escribió: “¿Esto es todo lo que sé sobre espiritualidad, puedes ayudarme a publicarlo?” Con mucha ansiedad imprimí el archivo adjunto y lo leí infinitas veces, subrayando, remarcando y anotando mis dudas, ya que la información allí contenida era invalorablemente novedosa, inédita y compleja.

A los meses decidí volver a Livingston a reunirme con él y comenzar a trabajar en su texto con miras a una futura publicación. Horas de entrevistas, canciones y anotaciones fueron registrándose, a la par que algunas ideas respecto a cómo, dónde y a través de qué canal hacer la publicación.

A continuación podrán apreciar en formato de texto la sabiduría de Juan Carlos sobre la espiritualidad garífuna. Se trata de un trabajo dirigido no solo al pueblo garífuna sino también a estudiantes e investigadores de antropología y ciencias sociales interesados en temas de religión y etnicidad. Por ello, en esta introducción haré una breve presentación del pueblo garífuna de Livingston y una contextualización teórico-metodológica del trabajo realizado junto al autor y además aclararé algunas cuestiones sobre mi tarea particular en las notas de edición que acompañan el texto.     (…)

Organización del texto

Este texto se presenta como una combinación de mi trabajo etnográfico en Livingston (focalizado en las relaciones entre música, espiritualidad y etnicidad del pueblo garífuna) y la producción escrita de Juan Carlos Sánchez referida a la espiritualidad local. Privilegiando la voz de su autor, la cohesión y la transparencia, el texto entrama su producción escrita con fragmentos de entrevistas en las que Sánchez fue respondiendo a mis dudas e inquietudes respecto a cada uno de los temas expuestos. Mi función en este trabajo fue la de investigador-colaborador, puesto que mi tarea estuvo centrada en diagramar, organizar, editar y sugerir algunos temas con la convicción de poder ampliar el universo de lectores hacia el público en general y la comunidad académica, que seguramente podrá valorar este como un aporte al campo de estudio de la antropología de la religión.

En haras de cumplir con los formatos y los objetivos científicos, los trabajos académicos son difundidos entre la comunidad de pares pero sus resultados son generalmente desconocidos por las personas estudiadas. Muchos de esos trabajos asumen un valor documental de importancia cuando registran voces, prácticas y tradiciones que con la dinámica social pueden cambiar o perder vigencia. Pensando en ello, decidí incluir en las notas al pie de página algunos de los registros etnográficos más significativos producidos sobre la espiritualidad garífuna, con el fin de entablar un diálogo intertemporal (los textos más importantes fueron realizados en la primera mitad del siglo XX) e “interepistemológico”, el pensamiento antropológico de cada autor podrá dialogar con el pensamiento expresado por Sánchez. De este modo, los investigadores contarán con una síntesis de los antecedentes sobre prácticas, conceptos y categorías de acción que podrán relacionarse con las propuestas del autor.

Para citar un ejemplo de lo anterior, cuando Sánchez explica cuáles son los pasos para la organización de una ceremonia de culto a los ancestros –chugú– se refiere al proceso de “ancestralización”, necesario para que el espíritu de una persona pueda convertirse en ancestro o espíritu protector. Respecto a esto observa que “muchos estudiosos han escrito que este proceso es un pasaje de gubida a ahari”, afirmación con lo que no acuerda. Retomando este comentario, en una nota al pie de página incluí algunas de las aseveraciones que en los trabajos académicos se hacen al respecto, con la idea de que puedan dialogar con las expresiones del texto principal. El objetivo no es polemizar con Sánchez, ni mucho menos deslegitimar el dedicado trabajo de muchos de los autores, sino permitir que los lectores encuentren algunos de los conceptos claves para interiorizarse en la temática, hagan deducciones y profundicen a futuro con nuevos estudios, siempre considerando los alcances y los límites de la perspectiva antropológica favorecida en esta introducción. En ese sentido, me siento obligado a aclarar que los antecedentes académicos sobre la espiritualidad garífuna más citados son estudios de caso en localidades de Belice (Taylor, 1951; Jenkins, 1983) y Honduras (Coelho, 1995 [1955]), a los que deberíamos sumar los más actuales en Belice (Greene, 1998 y 2014) y en Honduras (Johnson, 2007), por lo que asumo que la inclusión de dichos autores podría resultar problemática si atendemos al necesario “particularismo cultural”, el cual instaría a centrarse solo en estudios de caso sobre Livingston, Guatemala. Dicho esto, asumo que los estudios menciona- dos han influenciado sobremanera todo lo que desde aquel entonces se escribió sobre la espiritualidad garífuna en general, por lo que el diálogo aquí propuesto justifica la constitución del campo de estudio sobre la espiritualidad garífuna de Livingston como un área de vacancia.     (…)

En una entrevista en la que trabajamos la cuestión de la temporalidad de las ceremonias, donde desde el presente las personas vivas invocan al pasado (los ancestros, la sabiduría) para vivir un mejor futuro, surgió la idea de organizar el texto en tres grandes partes que agruparan los temas con un criterio temporal. La primera parte (ounagülei) refiere a las vivencias personales del autor desde su infancia, sus charlas con Basilio Castillo y las enseñanzas que de él fue recibiendo. Se trata de una selección de textos pertenecientes a la formación del autor, a su pasado biográfico. La segunda parte (chugú) hace foco en una descripción de las ceremonias de culto a los ancestros, tal y como son organizadas en la actualidad y en las que Juan Carlos Sánchez suele participar en su carácter de “mensajero de los ancestros”. Se incluyen detalles de la organización y la logística, y definiciones sobre el sistema de creencias y los modos de comunicación con los ancestrales. En la tercera y última parte (seiri), el autor establece comparaciones entre los modos en los que se rendía el culto a los ancestros antiguamente y cómo se hace en la actualidad, dando ejemplos de continuidades y rupturas que expone junto con algunos mensajes de los espíritus de los ancestros recibidos en el contexto ceremonial. Hace un ensayo de definición de la “fe garífuna” y cierra con una serie de pensamientos dirigidos a todos los garífunas, animándolos y resaltando la importancia de practicar la espiritualidad como un legado ancestral, compartiendo su propia perspectiva sobre la necesidad de preservar esta expresión cultural en el futuro.

Gracias a FLACSO/Guatemala, el libro se puede descargar gratuitamente aquí

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Augusto Pérez Guarnieri

Augusto Pérez Guarnieri

Profesor en Educación Musical (Escuela de Música Popular de Avellaneda), Magíster en Antropología Social (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Argentina) y doctorando en Ciencias Sociales (FLACSO-Argentina). Se desempeña como investigador en el Instituto de Investigación en Etnomusicología de Buenos Aires donde desarrolla proyectos sobre músicas kongo, garífuna y afroargentina. Autor de África en el aula: Una propuesta de educación musical (Edulp, 2007), Ubafu: El legado de los abuelos garífunas (Edulp, 2011) y Palabras(s) de Oünagulei(s). La espiritualidad garífuna de Livingston, Guatemala (Flacso, 2019).
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