por Nahayeilli Juárez Huet (CIESAS Peninsular), Rosario Ramírez Morales (CIESAS Occidente), Olga Olivas Hernández (EL COLEF), Olga Odgers Ortiz (EL COLEF).
La encuesta sobre Coronavirus, bienestar y religiosidad (COBIRE) surgió del interés por explorar cuál es el papel que adquieren prácticas religiosas en el marco del confinamiento derivado de la pandemia de COVID-19 en México.
Nos interesó conocer las continuidades y discontinuidades de prácticas religiosas y espirituales en este contexto, así como sus efectos en la vida de las personas y su relación con el bienestar subjetivo. Por otro lado, nos interesó explorar cuáles son los medios por los que estas prácticas se realizan durante las etapas en las cuales la pandemia se ha hecho más visible y crítica, y donde diversos modos de congregación se han modificado debido a las acciones gubernamentales, tales como, la Jornada Nacional de Sana Distancia, que promueve, entre otras, la suspensión temporal de toda actividad no esencial en los sectores público, privado y social así como la permanencia voluntaria en casa para mitigar la dispersión y transmisión del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad COVID-19.
Presentamos aquí las conclusiones de un primer resultado descriptivo de esta encuesta, cuyos resultados preliminares en la actual coyuntura, serán analizados con más detenimiento en otras etapas de postestratificación.
La encuesta COBIRE respondió al reto metodológico de indagar, de manera inmediata y empleando únicamente los medios digitales que permitían las normas de sana distancia, la forma en que las prácticas religiosas y/o espirituales estaban siendo movilizadas por los individuos como recursos ante los sentimientos y emociones provocados por la contingencia sanitaria.
Queremos destacar, en primer lugar, que a pesar de no existir ningún incentivo para responder el cuestionario y que su circulación estuvo limitada a 38 días, se obtuvo un importante número de respuestas (3093), lo que nos lleva a pensar que el tema abordado resultó de interés para una proporción importante de quienes lo recibieron. Asimismo, este ejercicio permitió constatar algunas ventajas y limitaciones del uso de redes sociodigitales para el levantamiento de encuestas. Entre ellas destaca, por una parte, que se logró un amplio número de respuestas en un tiempo corto y respetando las medidas de distanciamiento social; por otra parte, el perfil de quienes respondieron se orientó acentuadamente hacia personas con un grado de escolaridad muy superior al promedio nacional (85.5% de encuestados con estudios profesionales), y se obtuvo una mayor participación de mujeres (70%).
Pese a ello, la encuesta COBIRE permite una primera aproximación a las percepciones y sentimientos motivados por la contingencia sanitaria, así como a algunas de las características que adquieren las prácticas religiosas y/o espirituales en este contexto, destacando la traslación de prácticas al ámbito digital.
Sin olvidar que se trata de una muestra no representativa de la población nacional, es interesante observar una importante orientación hacia sistemas interpretativos basados en la ciencia (por ejemplo, en la percepción sobre origen de la pandemia), que convive con la realización de diversas actividades de tipo religioso o espiritual.
Se trata de una población que prefiere los medios digitales para informarse, pero atribuye una mayor autoridad a la palabra de autoridades de gobierno y científicas, desestimando tanto los discursos emanados de las autoridades religiosas, como los provenientes de youtubers o influencers. En concordancia, la casi totalidad de quienes respondieron consideran que el COVID es una enfermedad provocada por un virus y no se adhieren a explicaciones religiosas sobre el origen de la pandemia, pero no por ello quedan excluidas algunas interpretaciones holísticas o de búsqueda de un equilibrio con la naturaleza, que se reflejan en expresiones como “el ser humano es el verdadero virus” (44.5%) o “es un mecanismo de la naturaleza para equilibrar las cosas” (33.4%). La visión científica del COVID también coexiste con explicaciones de tipo conspirativo, mostrando nuevamente que el grupo encuestado abreva de orientaciones diversas y rige su pensar y actuar entrelazando diversos sistemas explicativos.
Como era previsible, la encuesta permite constatar que la contingencia sanitaria produce sentimientos de incertidumbre, preocupación o ansiedad, que con seguridad deterioran el bienestar de las personas, pero interesantemente, también suscita esperanza y optimismo. Ahora bien, resulta interesante observar que estas emociones y sentimientos no necesariamente orientan a las personas a buscar protección en el ámbito de las creencias religiosas, encontrando el sentimiento de estar a salvo en el cumplimiento de las recomendaciones emitidas por especialistas.
La población encuestada realizaba, desde antes del inicio de la contingencia sanitaria, diversas actividades de orientación religiosas tradicionalmente asociadas, por una parte, al catolicismo (misas, sermones, tener un altar), pero también reportan actividades asociadas a nuevas corrientes religiosas/espirituales, como la meditación o el yoga. Esta distribución es consistente con el perfil identificado entre quienes respondieron el cuestionario, confirmando una mayor realización de actividades no religiosas por quienes han alcanzado un mayor nivel de escolaridad, pero además confirma que la no adscripción a una religión específica puede acompañarse de la realización de prácticas espirituales diversas. Destaca que son precisamente las prácticas religiosas/espirituales no tradicionales las que se incrementan con el inicio de la Jornada Nacional de Sana Distancia, junto con otras prácticas de cuidado personal.
Debido a la recomendación de permanecer en casa, así como al cierre temporal de espacios de culto, no es sorprendente que algunas de las prácticas religiosas realizadas por los encuestados hayan transitado del ámbito presencial al virtual. La encuesta COBIRE permite observar que este tránsito se realiza particularmente hacia el uso de redes sociodigitales, dejando en una segunda posición a plataformas de comunicación -como Zoom o skype- que pasan a ser otra vía nada desdeñable para la práctica religiosa. En un distante tercer lugar, queda el uso de la televisión para la realización de actividades religiosas.
Un cambio relevante y no esperado, consiste en observar la importancia que adquiere el ámbito familiar, al destacar la realización de prácticas religiosas en dicho ámbito, además de las realizadas de manera individual -siendo previsible que estas últimas se incrementaran por las medidas de confinamiento-. Será interesante observar si ante la reapertura progresiva de los lugares de culto, las actividades realizadas en familia ceden el espacio a las que se realizan con la comunidad de la iglesia o templo o los compañeros de práctica, o si prevalece la importancia de la práctica religiosa/ espiritual en familia.
Sin olvidar que es solo una porción de los encuestados quienes realizan prácticas religiosas/ espirituales, conviene recordar que entre los beneficios que reportan obtener de ellas, destaca el bienestar, la relajación y la paz interior. Así, el grupo poblacional representado en esta encuesta, aún declarándose mayoritariamente católico, parece representar bien una tendencia de búsqueda de bienestar, armonía y búsqueda de plenitud en estas actividades. Para ello, se articulan los recursos que aporta la ciencia, con algunas prácticas, tanto religiosas como espirituales.
Finalmente, conviene reiterar que la población encuestada no es representativa de la población mexicana en su conjunto. Por ello, más adelante se procederá al trabajo más fino de los resultados obtenidos por COBIRE; por una parte, mediante un análisis post estratificado que pueda reflejar mejor a la población en su conjunto, y por otra parte, al análisis específico de la población femenina con estudios de profesionales, para la que esta encuesta ofrece información de gran valor.
Asimismo, será interesante contrastar los resultados obtenidos en México, con los encontrados por otros investigadores que han aplicado encuestas semejantes en otros países de América Latina.
El informe completo de la encuesta (40 páginas) se puede ver aquí.
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