Virtualización de actividades religiosas en tiempos de pandemia por Giovanna Colussi y Mariana Pfister -Laboratorío de Antropología da Religião (UNICAMP)
En esta crónica, se presentan reflexiones libres sobre la mesa 4 del Seminario Reacciones Religiosas al Covid-19 en América Latina, que contó con la participación de Verónica Gimenez Béliveau (UBA / Argentina), como moderadora, y las ponencias de Néstor da Costa ( UCA / Uruguay), Clayton Guerreiro (Unicamp / Brasil), Eva Scheliga (UFPR / Brasil), Lívia Reis (Museo Nacional / UFRJ / Brasil) y Renata Menezes (Museo Nacional / UFRJ / Brasil) como expositores.
No es recién en estos días que la práctica religiosa adhirió al mundo virtual. La llamada “cibercultura”, entendida como una “expresión de formas de vida, prácticas y problemas antropológicos vinculados a las tecnologías digitales” o “una especie de saber propio de lo contemporáneo”, venía siendo debatida desde 2005, según Erick Felinto. El mismo tema aún puede denominarse “mediatización”, como lo definieron Fausto Neto y Pedro Gilberto Gomes, también a principios de la década del 2000, para identificar procesos de interacción social basados en el desarrollo e intensificación de la convergencia tecnológica, revelándose como un “nuevo bios mediático”.
Así, Internet se nos presenta como un poderoso dispositivo en la formación de procesos de reencantamiento en el mundo, como decían Neto y otros hace más de una década. Los diversos servicios prestados por la Iglesia Católica en este campo de bits, streaming, podcast, hashtag, meme, etc., son conocidos incluso antes de Orkut (la red social que funcionó entre 2004 y 2014, con mucha aceptación en Brasil), con versiones online de la Biblia, servicios de orientación por parte de líderes religiosos a través de los medios de comunicación, programas de audio, video, misas, conferencias, recepción de mensajes por celular, sin mencionar la “vela virtual” más económica y claramente eficaz.
El coronavirus y las experiencias de distanciamiento social tensionaron aún más esa religiosidad online. La convocatoria al Ayuno Nacional, por ejemplo, avalada por «quien es messias, pero no hace milagros» (Bolsonaro), repercutió en prácticamente todos los medios tecnológicos como un mensaje que aludía a una supuesta inmunidad nacional, resultando en posiciones heterogéneas entre los grupos religiosos, incluso entre los sectores evangélicos. Este llamado nacional al ayuno, además, explicita aún más la alineación entre algunos pastores neopentecostales, sectores empresariales y miembros del gobierno.
Cabe recordar que en Brasil también se desarrolló la polémica de la suspensión de actividades religiosas presenciales bajo el decreto de cuarentena y otras polémicas, como la actuación de líderes religiosos de segmentos pentecostales en desacuerdo con las recomendaciones de salud de la OMS, de científicos, investigadores, gobierno de los estados, de la prensa dominante, y con ello, en consecuencia, se apartó de la posición de otros pastores y demás religiosos en relación a la pandemia del nuevo coronavirus.
Los casos de conflicto entre religiosos y autoridades gubernamentales y sanitarias sobre el cierre de lugares de culto, como sabemos, no son exclusivos de Brasil. Sin embargo, es interesante mencionar que no es raro encontrar ejemplos de países en los que las medidas sanitarias se han asimilado e incorporado mejor. En lo que respecta a América Latina, Uruguay ilustra este punto, donde la suspensión de prácticas religiosas in loco se dio de manera voluntaria por parte de las organizaciones religiosas. De todos modos, es lo que hay de común entre Brasil y Uruguay lo que nos devuelve al centro de nuestra discusión, a saber, la virtualización de las actividades religiosas en tiempos de cuarentena.
En Uruguay, según un formulario elaborado por investigadores locales, los seguidores cristianos están apostando por prácticas religiosas ya existentes y que se pueden realizar de forma individual o en grupos que se encuentran en espacios virtuales. Entre estos se encuentran la práctica de oraciones, lecturas y estudios bíblicos, misas a distancia transmitidas por los medios de comunicación y prácticas de meditación, yoga, mantras, etc.
En Brasil, a su vez, además de la similitud con las prácticas mencionadas, se llamó la atención sobre asiduidad, por así decirlo, de muchos segmentos religiosos hacia prácticas asistenciales, movilizadas por los lenguajes y plataformas de internet. A ello se suma la reinvención de lo religioso, a través de la proyección de imágenes religiosas en los edificios, los cultos cristianos del tipo autocine, y lo que se ha llamado la «iconografía de la enfermedad», es decir, la elaboración de imágenes que dialogan tanto con el universo religioso como con el universo pandémico. Esta combinación da como resultado montajes (ediciones fotográficas) e ilustraciones, concebidas en forma de memes de redes sociales o graffitis en edificios urbanos, que retratan, por ejemplo, a Jesús en la Unidad de Terapia Intensiva extendiendo bendiciones a los infectados por el Sars-CoV-2 y orixás usando máscaras de protección para alertar sobre el uso correcto de las medidas de precaución. Además, esta iconografía fue notablemente utilizada por los religiosos de los más variados segmentos para apelar al aislamiento social, contraponiéndose al gobierno federal y a la autorización de la apertura de los templos.
Para concluir, queda en el horizonte las experiencias religiosas visibilizadas por las categorías de espectáculo musical, del audiovisual y de los lenguajes escénicos, disponibles en plataformas digitales gratuitas o para abonados, en algo análogo al entretenimiento. Las fronteras entre el ocio, la diversión y la fe son terrenos a ser explorados.
Las presentaciones de la mesa 4 se pueden ver aquí:
Este texto fue publicado originalmente en portugués en el blog del Laboratório de Antropologia da Religião (LAR) de la Unicamp (Brasil)
Traducción de María Pilar García Bossio.
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