por Olga Odgers-Ortiz (El Colegio de la Frontera Norte, México)
Recientemente, tuve el gusto de presentar el libro Cambio religioso en Guadalajara: Perfiles y comportamientos en dos décadas (1996-2016), de Cristina Gutiérrez Zúñiga y Renée de la Torre Castellanos. Me sentí muy honrada, porque este libro es un trabajo muy especial, y es por ello que ahora quiero compartir esta nota en Diversa.
Quiero comenzar por decir que este libro es, como los buenos vinos, el resultado de largos años de trabajo, de reflexión, de maduración de las ideas, de destilación laboriosa de resultados. Se dice fácil, pero si hacemos el ejercicio de recordar qué estábamos haciendo en 1996 (quizá algunos lectores de Diversa aún no habían nacido) y piensan entonces que Cristina y Renée ya habían comenzado las reflexiones que nutren este libro, tendrán una idea de la magnitud del trabajo que aquí se presenta. Es, realmente, una obra monumental.
De qué se trata el libro:
Como el título lo indica, el libro trata del cambio religioso. Y desde las primeras páginas de la introducción, las autoras nos explican que el cambio no se limita a que haya mayor diversidad religiosa, o a que la gente sea menos creyente, o menos practicante. Por el contrario, haciendo una revisión muy cuidadosa de las diferentes teorías que hablan de la forma en que la modernidad y la postmodernidad (o modernidad avanzada, o como gusten llamarle) ha transformado la forma en que las personas creen y realizan rituales acordes a sus creencias, nos advierten que los principales cambios tienen que ver con las modalidades del creer y el practicar las religiones.
En primer lugar, nos hablan de los procesos de subjetivación y desinstitucionalización, que nos explicarían por qué cada vez más, las personas consideran que pueden -y deben- tomar decisiones personales respecto a en qué van a creer y cómo van a practicar esas creencias. Citando a autores tan diversos como Daniele Hervieu-Leger, Rolland Campiche, Grace Davie, Pablo Semán, Cristián Parker o Jean-Pierre Bastian, las autoras nos describen como se producen estos dos procesos, y cuáles son las particularidades que adquieren en América Latina y en México.
En seguida, discuten la teoría de la secularización, y nos relatan, en diálogo con Jena-Pierre Bastian y Cristián Parker, cómo “la creatividad de los pueblos en la recreación popular del catolicismo permitió una resistencia histórica de los embates colonialistas (que) Parker denominó ‘otra lógica’ que no responde a las teorías de la secularización europea” (p. 17).
Llegamos aquí entonces a un punto nodal de la propuesta: si América Latina en general, y México -y en Guadalajara- en particular, no se siguen las tendencias de cambio presentes en Europa, ¿entonces qué es lo que sucede en estas latitudes? ¿No hay cambio? ¡Por supuesto que si lo hay! Pero necesitamos otras categorías teóricas y otras estrategias metodológicas para entender en qué consiste y cómo se produce. Aquí entonces conviene señalar que Guadalajara consiste en un punto de observación privilegiado porque las variables más obvias para medir el cambio religioso -la diversificación en las adscripciones religiosas- no permiten dar cuenta de ese cambio. Es un escenario que plantea un reto singular para visibilizar el cambio. O en palabras de Cristina y Renée, esta situación “exige atender la compleja dinámica en que se experimentan algunos cambios en los modos y contenidos del creer, junto con las permanencias de permanecer dentro del catolicismo. Por tanto, se requiere de horizontes teóricos y metodológicos que permitan observar la recomposición entre cambios de creencias y valores, junto con las permanencias con la tradición católica, presentes en las formas de practicar ritual y colectivamente la religiosidad de los mexicanos” (p. 19). Dicho de otra forma: mostrar en qué creen los habitantes de Guadalajara y cómo se han transformado sus prácticas y creencias religiosas durante dos décadas, resulta interesante, pero no es el verdadero objetivo de este trabajo. El objetivo real es de mucho mayor calado, pues pretende, a partir del análisis del caso de Guadalajara, proponer ese horizonte interpretativo, que nos ayude a comprender qué son las creencias y prácticas religiosas en las sociedades contemporáneas, cómo se transforman -y por qué-, cuáles son las lógicas contemporáneas de producción de lo sagrado, tomando a Guadalajara como un punto de observación privilegiado, precisamente porque nos permite entender otra lógica, distinta de la que han estudiado autores como Daniele Hervieu-Leger, Grace Davie o Peter Berger en otras sociedades.
Y para lograrlo, las autoras entablan un diálogo nutrido y fructífero tanto con los autores más destacados de Europa y América del Norte, como con los latinoamericanos (Blancarte, Carozzi, Fortuny, Frigerio, Garma, Gaytán, Mallimacci, Parker, Semán, Suárez, entre otros) que han realizado contribuciones importantísimas en este campo. Asimismo, producen y analizan una apabullante cantidad de datos empíricos -en los que destacan tres sendas encuestas realizadas a lo largo de tres décadas-, que le dan una enorme solidez a su análisis.
De esta forma, considero que el libro Cambio religioso en Guadalajara, hace una aportación mayor a la comprensión de la forma en que se produce y se vive lo sagrado en las sociedades contemporáneas.
En seguida, quiero mostrarles brevemente la forma en que lo hacen , pues me parece que es realmente magistral.
Estructura del libro
La estructura del libro es muy acertada, porque nos va llevando paso a paso por la construcción de la pregunta central que quiere responderse, la construcción de una estrategia metodológica para responderla, y por un denso bosque de datos en donde van construyendo su argumentación. Adicionalmente, cada uno de los capítulos constituye una unidad completa, de manera que también pueden ser leídos de forma independiente.
La introducción es particularmente interesante y considero que debería ser lectura obligatoria para todos los estudiantes que se interesen en el campo de investigación sobre las religiosidades contemporáneas (al menos mis alumnos, con toda seguridad, la estarán leyendo a partir de ahora). De manera muy clara y completa, presentan lo que han sido varias décadas de investigación y debate sobre el cambio religioso a nivel global. En ella, como mencioné anteriormente, explican con toda claridad por qué América Latina, si bien está inserta en procesos globales de cambio, presenta también particularidades que es necesario atender, no solamente para comprender lo que aquí pasa, sino sobre todo porque, desde esta lectura, podemos entender mejor lo que sucede en el ámbito de las creencias religiosas a nivel global.
El primer capítulo, está construido como esas muñecas rusas de madera laqueada, en las que de adentro de la mas grande sale una de menor tamaño -pero no menor complejidad- y así sucesivamente. Gutiérrez y de la Torre, después de habernos hablado de las tendencias globales del cambio religioso, nos muestran las particularidades de América Latina -el complejo proceso de construcción su campo religioso en donde el sincretismo tiene un lugar crucial-; luego nos muestran las tendencias que se observan en México, destacando la heterogeneidad de sus regiones; en seguida abordan el caso específico de la región del Bajío (o la región centro occidente), que se presenta como el bastión o el núcleo duro del catolicismo en nuestro país; posteriormente vemos lo que sucede en Jalisco y particularmente en la Zona Metropolitana de Guadalajara. Y cuando pensamos que ya habíamos llegado a la muñequita más pequeña, todavía ésta se abre nuevamente, y vemos lo que aparece en sus distintas municipalidades.
Este capítulo es fundamental, entre otros aspectos, porque nos muestra la necesidad de comprender los procesos históricos de larga duración, y atender las composición de lógicas nacionales, regionales o locales, para entender lo que son hoy las tendencias del cambio religioso.
En contraste con ese capítulo, de profundidad histórica y amplitud regional, el segundo capítulo es algo así como una foto de identidad de Guadalajara, a partir de los datos sobre creencias y prácticas religiosas que aporta la encuesta levantada en 2016. Quiero insistir en que, aunque las autoras parten de una encuesta, este retrato de Guadalajara está construido en torno a la interpretación que hacen de esos datos estadísticos, a partir de una trayectoria de más de dos décadas de investigación cualitativa. Lo difícil, por supuesto, no es levantar la encuesta, sino saber interpretarla.
Después de esta fotografía detallada, las autoras nos muestran cómo, a través del tiempo, se fueron formando los rasgos que presenta Guadalajara hoy. Para ello, comparan tres fotografías (tres encuestas) tomadas con diez años de distancia, y describen cómo la fisionomía de las prácticas y creencias se va modificando. En particular, en este capítulo destaco la claridad con la que se nos muestra que, a pesar de que los habitantes de Guadalajara sigan considerándose mayoritariamente católicos, en estos veinte años se han producidos profundísimos procesos de cambio. Nos explican, además, que una de las pistas para comprender este cambio, está en entender las modalidades del creer, entre los que quiero retomar, por una parte, los procesos de subjetivación e individuación que han tenido lugar, permitiendo que un importante número de tapatíos sean “católicos a su manera”, o de manera más amplia, “creyentes a su manera”, y por otra parte, la modalidad de “católicos por tradición”, abundante en esta localidad, y que contrastaría con los “católicos por convicción”.
Pero quizá la aportación central del capítulo, es que además de destacar el espacio de creatividad que existe entre el posicionamiento institucional y la práctica individual, nos muestran algunas características importantes de cuales son las modalidades del creer en Guadalajara, sobresaliendo la importancia que mantiene la dimensión colectiva o comunitaria de esta forma de creer y practicar. Dicho de otra forma: entre la creencia institucionalizada que sigue las regulaciones eclesiales y la modalidad individualizada (ampliamente descrita en la sociología europea de las religiones), para el caso latinoamericano (observado desde Guadalajara), habría que señalar la importancia del creer y practicar de manera colectiva pero no institucionalizada (o cuando menos, no administrada desde las instituciones eclesiales). Aquí el diálogo con los agentes para-eclesiales, propuesta por Hugo Suárez, resulta sin duda muy productiva.
Al terminar la lectura del tercer capítulo, ya sabemos cómo es el panorama de las prácticas y creencias en Guadalajara, y vimos también cómo estas se fueron modelando a lo largo de veinte años. Pero una vez que habiendo llegado aquí, se nos ocurren nuevas preguntas. Si ya conocemos el cómo, ahora queremos que nos respondan el ¿por qué?
Evidentemente, no puede haber una respuesta simple para una pregunta compleja, pero las autoras nos dan algunas pistas interesantes. Primero, por supuesto, está la interpretación histórica que ya nos habían presentado desde el primer capítulo; pero en seguida las autoras nos presentan seis capítulos más, en donde nos van a ir dando elementos cruciales para entender por qué se van configurando esas distintas modalidades del creer.
Por supuesto, no habrá espacio para que describa en detalle de qué trata cada uno de estos capítulos, así es voy a presentar solo algunas pinceladas generales.
Los capítulos 4, 5 6 y 7, tienen en común que buscan analizar la forma en que una variable sociodemográfica contribuye a entender el cambio religioso. Estas son, respectivamente, la edad, el género, las condiciones socioeconómicas, y la escolaridad.
Aunque hay gran cantidad de datos estadísticos y gráficas en estos capítulos, conviene enfatizar que no se trata de simples ejercicios de estadística descriptiva, pues diversas discusiones teóricas de fondo de van desgranando a lo largo de ellos. Por ejemplo, en el capítulo relativo a los grupos de edad, las autoras nos llevan a preguntarnos si es el hecho de ser joven (como elemento biológico) lo que incide en formas específicas de creer (o no creer) y practicar, o si por el contrario, las diferencias están dadas principalmente por el hecho de haber nacido en determinada coyuntura histórica (el formar parte de determinada generación), en especial, cuando vemos el impacto del desarrollo de medios de comunicación y aparatos electrónicos en la forma como se produce y transmite la cultura en nuestros días.
Otro elemento que tienen en común estos capítulos (del 4 al 7) es que, aunque les recomiendo enfáticamente que lean las 353 páginas que componen este libro, también pueden leerse de manera independiente, de manera que los especialistas en estudios de género, de juventudes (o de otro grupo de edad), etc., podrían ir directamente la sección que aborda la variable que les alude (sugiero leer al menos, también, el capítulo introductorio).
Por su parte, los capítulos 8 y 9, comparten la particularidad de mostrarnos, además información relevante sobre el cambio religioso en Guadalajara, discusiones teórico-metodológicas que surgen de la experiencia concreta de la investigación: de las dificultades, de las sorpresas, de la necesidad de sobreponerse a obstáculos no previstos, del interés por incorporar a la reflexión observaciones relevantes, que no cabían en el diseño original de la investigación, pero se presentan como verdaderas epifanías que interesa incorporar a la reflexión. Nos hablan de la necesidad de ser, a la vez, rigurosos y creativos en el desarrollo de toda investigación (Tomen nota, todos los tesistas que leen estas líneas).
Específicamente en el capitulo 8, las autoras explican que:
La aplicación de una encuesta a una muestra representativa de un universo mayor -como lo es la ciudad- recurre al sorteo de puntos de muestreo, confiando en que el azar se hará cargo de mostrar sin sesgos las múltiples y variables caras de su objeto. Esa estrategia convierte cada punto de muestreo en un lugar neutro, intercambiable, con igual oportunidad de ser elegido aleatoriamente como punto de recolección de datos. En cierto sentido, lo convierte en un ‘no lugar’, un espacio sin características particulares. Habiéndonos beneficiado de este enfoque metodológico para dibujar los perfiles estadísticos del creer y practicar la ciudad en la primera parte de este libro, procedimos ahora a la recuperación de la experiencia del territorio que el propio levantamiento propició en el equipo de trabajo. (p. 284)
Se pasa entonces al análisis del espacio como “lugares antropológicos” recuperando para el análisis la mirada sobre el territorio, no como un lugar neutro, sino como un espacio socioculturalmente construido. Además, el capítulo resulta de gran riqueza visual pues recurre a la fotografía como estrategia heurística para este análisis. (Para quienes no somos de Guadalajara, resulta una muy interesante invitación para visitar la ciudad con otros ojos).
Finalmente, el capítulo 9, que elocuentemente titularon “el reverso de la cédula”, es una estrategia brillante para recuperar de manera sistemática las experiencias de campo del propio encuestador (una variante del análisis del diario de campo). Es una especie de Bonus track, de gran valor, en donde vemos algunos aspectos del ¿Cómo se filmó?
Conclusiones
Finalmente, en el apartado conclusivo, las autoras destacan cuatro elementos centrales para entender el cambio religioso:
- La secularización de la cultura y valores, que desplazan a la religión como fuente de explicaciones
- Incremento de la cultura y los valores del pluralismo
- Vigencia de una matriz religiosa católica que es practicada y gestionada por los propios sujetos católicos, que sigue impregnada en el ethos y la ritualidad colectiva
- La autonomización de los creyentes expresada en la disminución de la capacidad de la Iglesia católica para normar las prácticas y creencias.
En síntesis, me parece que estamos frente a un libro invaluable, que podrá ser de interés tanto a los investigadores y estudiantes interesados en el análisis del fenómeno religioso, como para quienes quieren conocer la forma en que un aspecto central de la cultura -las creencias y prácticas religiosas- van transformándose con el correr de los años. Será de interés, por supuesto, para los habitantes de Guadalajara, que quieran comprender cómo se produce este complejo proceso en su ciudad; para los creyentes -y líderes religiosos- de esta u otras ciudades, que busquen reflexionar sobre su forma subjetiva de creer y practicar dentro de un contexto más amplio. Los estudiosos de las ciencias sociales se deleitarán viendo la forma en que en este libro entrelaza la trama teórica con la urdimbre metodológica. Para los escépticos de los métodos mixtos, este trabajo será sin duda un buen antídoto.
Quizá la única crítica que tengo para este libro es el título, pues me parece que no le hace justicia al contenido. Cambio religioso en Guadalajara, Perfiles y comportamiento en tres décadas, hace pensar en un trabajo escrito por y para habitantes de esta ciudad… ¡pero la obra es mucho más que eso!
Termino entonces estas líneas invitando a los lectores de otras latitudes para que aborden este texto, no como un libro sobre el cambio religioso en Guadalajara, sino sobre una reflexión sobre el cambio religioso producida desde Guadalajara. Las aportaciones que encontrarán en este libro sobre ese debate global, son sin duda de la mayor relevancia.
Olga Odgers-Ortiz
14 de octubre de 2020 – Tijuana, Baja California, México.
El libro se puede descargar de manera gratuita, aquí.
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