Evangélicos y pentecostales del siglo XXI en América Latina

por Paulo Barrera Rivera (Universidade Federal de Juiz de Fora, Brasil)

Introducción a su nuevo libro «Evangélicos y pentecostales del siglo XXI en América Latina: ensayos de Sociología» – Juiz de Fora, MG : Editora UFJF / Selo Estudos de Religião, 2023.

El campo evangélico en América Latina manifiesta cambios importantes en el reciente paso de un siglo a otro. La herencia protestante y el influjo del pentecostalismo, componentes básicos de la tradición evangélica, se aproximan, se distancian o se combinan de maneras muy diversas y en contextos o coyunturas también variados desde la última década del siglo XX. El uso concomitante de “evangélicos y pentecostales” adoptado en este libro, expresa la dificultad de distinguir tradiciones religiosas de relativo origen protestante que presentan en el siglo XXI formas renovadas de liturgia y de gestión del poder religioso que no resultan ni se explican apenas por razones endógenas ni históricas.

La necesidad que la “nueva religión ” tiene de adaptarse a las condiciones sociales, políticas y culturales de llegada se verifican tanto para los protestantismos como para los pentecostalismos. Si tomamos en cuenta que esas condiciones han pasado por cambios diversos a lo largo del siglo XX, no es difícil concluir cuan ilusorio sería pensar que una tradición religiosa sea capaz de conservar sus formas originales incólumes. Sin embargo, el paso de un siglo a otro muestra, revela, deja percibir, cambios acelerados e inéditos que la misma expresión “campo evangélico” expresa. Las diferencias indudables y claras, hasta los años setenta, entre protestantismo y pentecostalismo se van debilitando conforme nos acercamos al fin del siglo XX, dan legitimidad al concepto de “evangélico” que sería más inclusivo pero que no resuelve todos los problemas de clasificación de la enorme variedad de iglesias cuya matriz religiosa seria de alguna forma la Reforma protestante del siglo XVI. El tema de un congreso internacional de sociología de la religión realizado en el 2002 lo expresa bien: “El protestantismo evangélico. Un cristianismo de conversión” (1). Además de la curiosa expresión “protestantismo evangélico”, que no pretendía insinuar protestantismos que no lo fuesen, el evento dio lugar a un libro cuyo subtítulo es “Entre rupturas y filiaciones”. Un terreno intermedio que reuniría elementos del protestantismo y del pentecostalismo, pero que no los subsume ni los confunde. Tampoco los sintetiza. Hay en América Latina evangélicos que se sienten más protestantes o más pentecostales. Es más difícil encontrar pentecostales que se sientan herederos de la Reforma, aunque los hay. Para driblar ese problema usamos en este libro la expresión amplia de “evangélicos y pentecostales”, sin confundirlos, pero conscientes de sus características comunes y de su participación en los cambios aquí estudiados.

Los análisis desarrollados en este libro tienen el objetivo de mostrar algunos elementos que caracterizan a los evangélicos y pentecostales en el siglo XXI, como resultado de procesos complejos de hegemonías sociopolíticas y de transformación sociocultural que se dinamizan en el reciente período de los últimos treinta años. Auge del pentecostalismo que crece como nunca llevando a pronósticos delirantes de dominio cultural, de religión mayoritaria e incluso de control del poder político. El pentecostalismo del siglo XXI parece soñar con los privilegios que la Iglesia Católica fue perdiendo precisamente desde la instauración de las repúblicas y la separación entre Iglesia (Católica) y Estado. El período en cuestión se abre con el fin de las dictaduras en la región y el retorno de las libertades incluyendo la religiosa. La propaganda religiosa se multiplica gracias a la rápida comunicación en tiempo real que potencializa la competencia religiosa en la era de la internet. Los evangélicos y pentecostales crecen, pero también se fragmentan. Entran a la política con todo derecho democrático, aunque generalmente lo hagan más como creyentes que como ciudadanos, anteponiendo inclusive explicaciones religiosas a argumentos políticos. De todos modos, contribuyen con una ampliación del sentido del “espacio público” con frecuencia “remoralizándolo”. No solamente reivindican participar en la política, sino que imaginan, los más osados, llegar a controlar el poder político para imponer en el espacio público un control eclesiástico de los cuerpos, de las costumbres, de la moral y la educación. Tamaña osadía ha tenido sus frutos en elecciones recientes, por ejemplo, de Costa Rica, Bolivia, Chile, Perú, Argentina y Brasil. En esos países han surgido bancadas evangélicas y/o candidatos/as de ultraderecha con discursos de tinte neofascista, en consecuencia antidemocráticos.

Otra característica del período al que este libro se refiere es la crisis de las instituciones religiosas; crisis de autoridad y al mismo tiempo de legitimidad. Parece un contrasentido. La secularización, la modernidad y la laicidad, que sin duda afectaron el poder religioso posicionando una nueva soberanía política (la del pueblo) fundamental a las democracias, tienen que vérselas en el siglo XXI no sólo con una o dos iglesias, sino con un sinnúmero de formas religiosas, más o menos institucionalizadas. La desinstitucionalización de la religión expresa la recomposición religiosa fuera de los templos o más allá de ellos. En el espectáculo, en los medios de comunicación, en las “redes sociales ” mediáticas, en la política. Claro que pensar la religión en su forma institucional era una reducción del fenómeno, muy evidente en los estudios clásicos de la religión, weberianos, durkheimianos o marxistas. Un importantísimo conjunto de estudios producido sólo desde los años noventa colocó en evidencia en Brasil el fenómeno religioso más allá de las instituciones (AMARAL, 2000; D’ANDREA, 1996; MAGNANI, 1996; TAVARES, 2008) o a despecho de ellas (CAMURÇA, 1998). En el mejor de los casos el enorme aumento de la oferta religiosa tuvo un impacto en la aceleración de la crisis de las institucione religiosas como forma exclusiva de vivir la religión.

Los últimos treinta años en América Latina los diversos países han tenido gobiernos en su gran mayoría neoliberales. Ese componente importante del período que nos interesa es relevante para el análisis del fenómeno religioso, evangélico y pentecostal, por razones políticas y económicas. El grueso de los seguidores de ambas tradiciones religiosas es parte de la población más excluida del modelo económico neoliberal. Algunos datos a título de ilustración serán suficientes. Los censos de 2000 y 2010 constatan en Brasil que el pentecostalismo menos escolarizado y de mayor número de fieles negros/as está en las periferias urbanas, en donde, al mismo tiempo, la competencia y la fragmentación religiosa pentecostal es más expresiva. En el Perú no tenemos buenos datos censitarios sobre religión, pero la actual Constitución aprobada en 1993, durante el régimen autoritario de Alberto Fujimori, establece que el Estado tiene apenas un papel subsidiario en la economía. Uno de los efectos más nocivos de esa hegemonía neoliberal es la drástica reducción de los derechos sociales, puestos en evidencia durante la pandemia y constatado en la enorme vulnerabilidad social de las personas que entrevistamos durante la pandemia reciente. Sin sistema eficiente de salud pública, sin control de precios de las empresas privadas de salud y con 70% de población que vive de actividades económicas informales, las comunidades religiosas se convirtieron en espacios de consuelo, apoyo mutuo e incluso terapéutico. Al mismo tiempo es importante preguntarse cómo los evangélicos, ya no más distantes de la política, se relacionan con los gobiernos, por regla general, simpáticos a la subsidiariedad del Estado a las empresas privadas.

Los capítulos que componen esta obra resultan de investigaciones realizadas en momentos y circunstancias varias de las últimas dos décadas. En todos los casos he tenido el privilegio de presentarlos en congresos o simposios, así ha sido posible sacar provecho de las observaciones, críticas y comentarios. Versiones de algunos capítulos han sido publicadas previamente como artículos. En esos casos han sido totalmente revisadas y actualizadas buscando ajustarse a la unidad temática de un texto integrador. Textos publicados más recientemente han sufrido, como es obvio, menos modificaciones. Es el caso de los dos capítulos sobre evangélicos en el Perú durante el período de la pandemia. Uno, el capítulo 4, se refiere a las articulaciones iglesias y Estado frente a la pandemia. El otro, capítulo 5, es un estudio de caso que analiza cómo enfrentó la pandemia una iglesia evangélica en la periferia de la ciudad de Lima.

Una figura central en el sistema religiosos pentecostal es el demonio. El capítulo 2 es dedicado a revisar las reconfiguraciones de ese componente indispensable de toda teodicea. Le fue muy útil al cristianismo en crisis de los siglos XV y XVI, pero perdió importancia con la Reforma. La tradición protestante no le dará mucha importancia, pero al final del siglo XX esa figura desemboca en una riquísima y vibrante demonología pentecostal. La misma que se reactualiza a medida que los pentecostalismos incursionan en campos nuevos, como el de la internet, o se aventuran en terrenos que no le eran comunes como el de la política, donde una práctica tan común en el contexto del culto (el exorcismo) es desafiada a mostrar su eficacia en el espacio público. Ese capítulo defiende la hipótesis que el demonio ha sido accionado por los especialistas en la gestión de los bienes de salvación según las necesidades y circunstancias de las iglesias en cuestión, siendo los pentecostalismos del siglo XXI los responsables de un reposicionamiento político del demonio.

Los estudios sobre los usos de cuerpo en el pentecostalismo son pocos y recientes. El campo de “estudios de género” ha abierto nuevas perspectivas que revelan formas sofisticadas de violencia comunes en las iglesias evangélicas y pentecostales, pero casi desconocidas. Son cuestiones colocadas, por regla general, en el contexto más amplio de la violencia simbólica, a la Bourdieu, que opera en sociedades cuya organización desigual se estructura pasando la falsa impresión de que tal desigualdad es “natural” y, peor todavía, sagrada o “estructurante”. En el capítulo que abre este libro nos interesa en particular analizar cómo el pentecostalismo de manera no planeada ha generado usos del cuerpo que no cabían en la liturgia protestante. Aunque seguían en la misma dirección de producir cuerpos discretos, disciplinados, moralizados, cubiertos, la liturgia pentecostal promovió expresiones corporales de alegría o llanto, reacciones sensibles a espíritus del bien y del mal, cuerpos fuera de control, éxtasis colectivos de alabanza o glosolalia etc. Sostenemos la hipótesis de que al incluir al demonio como importante corresponsable del pecado, del infortunio, de la enfermedad, en fin, de la falta de suceso en la vida, el pentecostalismo introduce una importante reformulación del sentido de la culpa; crea las condiciones para celebraciones religiosas alegres, festivas, expresivas, libres del peso agobiante del pecado. Los shows gospel, tan comunes en el siglo XXI, serían en esa perspectiva formas sofisticadas de experimentar la alegría y la libertad de saberse no culpados. El rito penitencial del protestantismo fue dando paso a la festividad pentecostal, liberadora de la culpa.

La desinstitucionalización religiosa, a la que nos referimos líneas arriba, está estrechamente vinculada a la fragilización de las fronteras religiosas evidente desde las últimas décadas del siglo XX. Ya en la clásica sociología de poder religioso de Weber está claro el papel de los especialistas (monopolistas) en la gestión de los bienes de salvación en la determinación de la verdad religiosa, siempre exclusiva y naturalizada. En el fondo hay una cuestión de identidad, de pertenencia, de reconocimiento del grupo al que se pertenece. Cuestión de poder, sin duda, de los que determinan las fronteras con consentimiento de quienes las aceptan, diría Weber. Cuestión de habitus de clase, de poder y saber hacer uso correcto de la lengua legítima; “cultivados» diría Bourdieu (1982). Uno de los fenómenos más interesantes de la crisis de las instituciones religiosas es la fragilización de sus fronteras, por crisis de autoridad y al mismo tiempo por aumento de autonomía de los fieles. Es el “cuentapropismo” (11,7%) argentino en “marcado crecimiento” (MALLIMACI, 2013, p. 121). O “los creyentes a su manera” (17,9%) de México (HERNÁNDEZ et al., 2016, p. 26) que sumados a “no practicante”, “espiritual sin iglesia”, “agnóstico”, “indiferente” y ateo, llegan al nada despreciable 24,1% de la población. Como nunca antes los seguidores de iglesias evangélicas y pentecostales aprovechan la libertad de ir y volver; siempre más allá de las fronteras religiosas. Aceleran con esa transgresión de fronteras un contacto cultural de consecuencias imprevisibles que caben en el concepto de hibridación religiosa. Analizamos ese fenómeno en el capítulo 3 a partir de datos de observación de campo recogidos en diversos períodos de investigación en las últimas dos décadas. Aunque los datos se refieren a Brasil y Perú las conclusiones resultantes valen para otros países de la región.

El campo religioso latinoamericano se presenta más diverso y multiforme conforme se avanza hacia el final del siglo XX. Diferente de la primera mitad del siglo pasado, con un catolicismo mayoritario y aparentemente homogéneo, los datos contemporáneos muestran un mapa religioso multicolor e inédita competencia entre las diversas religiones. En el último capítulo de este libro analizamos los datos de esa diversidad para el caso de Brasil y sus implicaciones en la gestión de los derechos ciudadanos y de la laicidad en un espacio público ampliado por incursión religiosa en el campo político. A un declinar del catolicismo en el país considerado “reserva estratégica del cristianismo”, por el volumen grande de seguidores, se une el drástico fraccionamiento de evangélicos y pentecostales y un aumento sin precedentes de personas que, para disgusto de las iglesias más proselitistas, se declaran “sin religión”. Ese fenómeno se repite en otros países de América Latina como Argentina, Uruguay, Chile y México. Si añadimos a ese escenario la multiplicación de “nuevas expresiones religiosas”, constatadas desde el final de la década de los años noventa por múltiples perspectivas teóricas, tenemos un panorama religioso en el que las instituciones parecen cada vez menos las más importantes reguladoras de las prácticas religiosas. El conjunto de ensayos que componen este libro intenta mostrar, a través de temas específicos tales como cuerpo, demonio, fronteras, diversidad y pandemia, cómo en pocas décadas “evangélicos y pentecostales” en América Latina han pasado por cambios importantes e inéditos. Cuatro capítulos están en Español y dos en Portugués, conservando la lengua original en que fueron elaborados en su versión primera para presentación en congresos o para su publicación en forma de artículos.

El libro se puede descargar gratuitamente de aquí.

(1) El congreso (del que tuve el privilegio de participar) fue organizado por el “Groupe de Sociologie des Religions et de la LaÏcité” (EPHE/CNRS) y dio lugar al libro: Sébastien Fath (Sous la direction de), Le Protestantisme evangelique. Un christianisme de conversión. Entre ruptures et filiations. Belgium, BREPOLS, 2004.

BIBLIOGRAFÍA

AMARAL, Leila. Carnaval da alma. Comunidade, essência e sincretismo na Nova Era. Petrópolis, Vozes, 2000.

BOURDIEU, Pierre. Ce que parler veut dire. L’économie des échanges linguistiques. Paris, Fayard, 1982.

CAMURÇA, Marcelo. “Sombras na catedral: A influência New Age na Igreja Católica e o holismo da teologia de Leonardo Boff e Frei Betto”. Numen, nº 1, Juiz de Fora, 1998.

D’ANDREA, Anthony. O Self perfeito e a Nova Era. Individualismo e reflexividade em religiões pós-tradicionais. São Paulo, Loyola, 2000.

HERNÁNDEZ, GUTIÉRREZ y DE LA TORRE. Encuesta nacional sobre creencias y prácticas religiosas en México. México, RIFREM, 2016.

MAGNANI, José. “O néoesoterismo na cidade”. In: Revista USP. São Paulo, n. 31, 1996.

MALLIMACI, Fortunato (Director). Atlas de las creencias religiosas en la Argentina. Buenos Aires, BIBLOS, 2013.

TAVARES, Fátima. Alquimistas da cura. A rede terapêutica alternativa em contextos urbanos. Salvador, EDUFBA, 2012.

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Paulo Barrera Rivera

Paulo Barrera Rivera

Doctor en Ciências da Religião con estancia doctoral en la EHESS, Paris Profesor en estudios de grado y de posgrado en el Departamento de Ciência da Religião de la Universidade Federal de Juiz de Fora (Minas Gerais, Brasil).
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