Introducción por Ana Rosa Cloclet da Silva (PUC-Campinas, Brasil) y Roberto Distefano (Universidad Nacional de La Pampa/CONICET)
Si bien en lo inmediato es fruto del diálogo que desde hace años mantienen los compiladores, esta iniciativa editorial es tributaria de los conocimientos producidos por generaciones de investigadores. Las similitudes, las diferencias y los puntos de contacto entre Argentina y Brasil en el plano religioso constituyen un fuerte estímulo para las aproximaciones comparativas y para la investigación histórica con- junta, en especial cuando se trata de estudiar el catolicismo en sus configuraciones comunes y a la vez diferenciadas. Entre los objetivos del volumen se cuenta el de ofrecer al lector algunos ejemplos de temas y perspectivas teóricas que se están desarrollando en las historiografías religiosas de Brasil y Argentina. Además, el propósito es estimular el diálogo entre estudiosos de la historia de la religión de ambos países, un diálogo que esta obra no ha iniciado ni mucho menos, sino que se ha ido tejiendo a lo largo de una historia de intercambios intelectuales, y se ha plasmado en varias iniciativas editoriales precedentes y en multitud de encuentros académicos. El volumen se propone, por último, alentar la discusión en varios niveles: en el de las tradiciones historiográficas de los dos países, por supuesto, pero también en el de las perspectivas teórico-metodológicas, en el de los temas y problemas que caracterizan y singularizan a los siglos XIX y XX, y en el de las disciplinas desde las cuales esos temas y problemas han sido abordados: la Historia, la Antropología, la Sociología, la Geografía. Con ese espíritu de apertura interdisciplinaria es que hemos convocado a dos estudiosos de otras disciplinas para que contribuyeran con un comentario a la obra.
Aunque no es éste un volumen de historia comparada, tanto las similitudes como las peculiaridades de Brasil y Argentina ofrecen un terreno fértil para la confrontación. Ambos países surgieron de los procesos de conquista y colonización de las potencias ibéricas y adoptaron instituciones y prácticas similares para la gestión e imposición del catolicismo durante la era de la confesionalización que siguió al quiebre de la cristiandad europea en el siglo XVI: parroquias, reducciones, misiones itinerantes, cofradías, hermandades, seminarios y noviciados, conventos, monasterios femeninos… Por otro lado, los vínculos en el plano religioso fueron intensos desde los orígenes. Por no citar más que algún ejemplo, recordemos que los obispos que se trasladaban al Río de la Plata para servir en las sedes del actual territorio argentino necesariamente desembarcaban en puertos de Brasil y algunos recibieron la ordenación episcopal de manos de obispos brasileños. Ten- gamos presente también que durante buena parte del siglo XIX los representantes de la Santa Sede para toda la región residieron en Río de Janeiro, y que fue regular el tráfico de ideas, publicaciones y personas entre Buenos Aires, Bahía, San Pablo y la capital imperial.
Un tráfico que tenía que ver con la religión en muchos niveles: eclesiásticos católicos, desde luego, pero también “marranos”, masones, librepensadores y protestantes navegaron entre los puertos lusitanos y rioplatenses. La inter- acción, por cierto, no siempre fue pacífica, como muestra la historia de las reducciones guaraníes jesuíticas en guerra intermitente con los bandeirantes paulistas… Un siglo después de la expulsión de los jesuitas de ambos reinos, Argentina, Brasil y Uruguay se aliaron para destruir la supuesta herencia autoritaria de los ignacianos, que muchos de los contemporáneos veían encarnada en los gobiernos de Gas- par Rodríguez de Francia y de Francisco Solano López… En el siglo XX, Brasil y Argentina vivieron experiencias parecidas a nivel de los vínculos entre la idea de nacionalidad y la identidad católica de la mayoría de sus poblaciones, así como entre las relaciones entre Fuerzas Armadas, populismos y catolicismos…
Las singularidades de los dos países no son menos relevantes. Basta recordar que el Brasil imperial conservó la institución monárquica hasta 1889, lo que facilitó el diálogo entre sus autoridades políticas y religiosas y la Roma papal, mientras que las Provincias Unidas del Río de la Plata se dieron a sí mismas una organización republicana que complicó el vínculo con Roma ‒cuyo magisterio en más de una ocasión fustigó la idea del origen popular de la soberanía‒ y retrasó la reorganización eclesiástica bajo la égida del ultra- montanismo decimonónico. Basta recordar, también, que a la proclamación de la República del Brasil siguió una casi inmediata separación jurídica entre la Iglesia y el Estado que nunca se verificó en Argentina. Por no hablar del peso enorme de las tradiciones espirituales africanas en el uni- verso religioso brasileño, sin punto de comparación con el que aportaron al argentino.
Se trata además, cabe recordarlo, de dos países enormes y sumamente diversos a nivel regional, lo que estimula los análisis a escalas inferiores a la nacional. Las relaciones entre Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires, por ejemplo, estructuraron una geografía con dinámicas y lógicas propias. De similar modo, mucho podemos aprender de las miradas históricas conectadas y globales que hoy comienzan a proyectarse sobre el mundo católico. Un mundo que, nos permitimos subrayar, se pensó a sí mismo por fuera de las fronteras y favoreció las relaciones entre hombres, mujeres e instituciones que operaban en diferentes países y en el seno de redes transnacionales. Un mundo, además, que adquirió esa dimensión global a partir de la agencia de múltiples actores: la reforma ultramontana y la romanización, como bien sabemos hoy, fueron fenómenos que no cabe pensar, como a menudo se hizo en el pasado, como unidireccionales, desde Roma hacia los márgenes del orbe católico, sino como experiencias que los hombres, las mujeres y las instituciones católicas coadyuvaron a modelar. Los católicos de Argentina y Brasil ‒no sólo los obispos, sino también el clero y las organizaciones del laicado‒ tejieron fuertes intercambios entre ellos y con diversas expresiones del catolicismo, no sólo europeas sino también latinoamericanas y de la América del Norte. Pensemos, por ejemplo, en las influencias mutuas que tuvieron lugar entre los católicos sociales de ambos países, o en el impacto de la “cuestión religiosa” brasileña en el imaginario católico argentino.
Por el hecho de considerar al catolicismo en términos estrictamente históricos, prestando atención a sus múltiples manifestaciones y poniendo en relación sus mutaciones con las de otras áreas de la vida colectiva, los abordajes históricos de los autores que colaboran en esta obra dialogan críticamente con las tradiciones historiográficas confesionales de sus respectivos países, a menudo caracterizadas por contaminaciones teológicas y miradas teleológicas. En ese sentido, el volumen refleja las nuevas perspectivas que abrió el tránsito de la Historia eclesiástica a la Historia religiosa ‒o Historia de las religiones‒ que se verificó en la historiografía del catolicismo en las últimas décadas en diferentes países, incluidos Argentina y Brasil (AAVV, 2018). Acompañaron a ese cambio de perspectiva el inicio de un saludable diálogo entre la Historia y las Ciencias Sociales ‒inicialmente con la Sociología, pero también, más recientemente, con la Antropología religiosa y con la Geografía ‒ y la exploración de nuevos problemas, de nuevas fuentes documentales y de nuevas aproximaciones metodológicas. Todo ello ha permitido construir nuevas miradas de las diversas expresiones del catolicismo en sus articulaciones con lo institucional y con las prácticas religiosas, con lo universal y con lo particular, con la pluralidad de actores y proyectos que incidieron en su historia.
Los textos aquí reunidos nos permiten señalar al menos tres niveles de ese diálogo interdisciplinario que son actual- mente objeto de reflexión y de revisiones. En términos generales, las perspectivas confluyen, directa o indirecta- mente, con las críticas de que ha sido objeto en los últimos decenios la teoría clásica de la secularización. En un primer nivel se sitúa el cuestionamiento del carácter teleológico y normativo que esa teoría imprimió a algunas investiga- ciones. El que haya sido formulada a partir de la experiencia de las sociedades europeas occidentales y en un contexto histórico de confrontación entre modernidad y religión la vuelve inadecuada para abordar los procesos históricos de construcción de otras sociedades modernas y seculares en las que la religión no perdió sus funciones normativas e integradoras ni quedó relegada a la esfera de la consciencia individual (Casanova, 2006). En contextos histórico-culturales como el latinoamericano, por el contrario, lo religioso y lo secular se modelaron recíprocamente, lo que permitió al catolicismo, con su enorme capacidad de recomposición, preservar su influencia sobre la sociedad civil, reformular sus vínculos con lo político y conservar su carácter de “modelo e referência para a formulação de direitos e enquadramento das práticas populares enquanto práticas religiosas”(Montero, 2009: 10).
Al interpretar la experiencia histórica a partir de los modelos heredados de teorías generales que proponían una relación automática entre modernidad y pérdida de la religión, muchos estudios concibieron un Estado que habría tendido a “secularizar” y una Iglesia Católica que habría resistido los embates “secularizadores”(Steil y Reyes Herrera, 2010). Es decir, propusieron la idea del catolicismo como un elemento atávico de la cultura de nuestros países que habría opuesto resistencia a la construcción de una sociedad moderna y secular, pasando así por alto su enorme capacidad de adaptación y de recomposición y la complejidad de sus respuestas a las transformaciones que se verificaron en otras esferas y planos de la vida colectiva, como la política, la economía, la estructura social, la ciencia, etc.
Otro legado que ha incidido en los estudios de Historia de la religión ha sido la tendencia ‒de matriz weberiana‒ a la elaboración de verdaderas tipologías a partir de la mayor o menor distancia de cada expresión religiosa respecto del catolicismo oficial, de sus creencias, normas y observancias. Tales tipologías han conducido a abordajes dicotómicos que ora privilegiaron las instituciones oficiales, la jerarquía y las elites eclesiásticas, ora la historia del “pueblo”, de la fe y de las creencias populares, en una especie de historia “no oficial” del catolicismo. En consecuencia, ha tendido a perderse de vista la porosidad entre esas diferentes manifestaciones, sus aproximaciones y distanciamientos circunstanciales, las tensiones y conflictos en las prácticas y experiencias comunes, así como la pluralidad de expresiones inherente al catolicismo “institucional”. En este último caso, los avances de la historiografía de nuestros países han mostrado que ni siquiera el catolicismo más ultramontano fue meramente modelado por las orientaciones emanadas de la Santa Sede, sino que se mostró sensible a las influencias de diferentes manifestaciones y a la agencia de múltiples actores, que dieron lugar a formas de convivencia que oscilaron entre la colaboración y la competencia.
Es por ello que la presente compilación, si bien por un lado aborda las dimensiones institucionales y normativas en lo que refiere a las relaciones entre Iglesia y Estado y por otro aspectos más bien relacionados con los actores, sus prácticas y formas de creer y de relacionarse con lo sagrado en cada uno de los dos países, enfatiza los inevitables cruces entre estas diferentes dimensiones del catolicismo, que sólo puede ser pensado en su pluralidad. Ello justifica el esfuerzo teórico de pensar la secularización no sólo como un proceso de diferenciación de esferas –según una tradición sociológica arraigada en ambos países‒ sino sobre todo como un proceso de complejización de las relaciones siempre porosas entre lo que en cada contexto va definiéndose como religioso y como secular.
Ese diálogo crítico con la tradicional historia eclesiástica, por un lado, y con los estudios que han aplicado de manera automática al estudio de la historia la teoría clásica de la secularización, por otro, constituye un hilo con- ductor de la presente obra y explica su organización. La elección de las contribuciones que han sido reunidas en la presente obra ha sido guiada por su capacidad para poner de manifiesto que la Iglesia católica y sus jerarquías, lejos de haber asumido una actitud predominante y consensual- mente defensiva frente a las transformaciones que conllevó el tránsito a la modernidad, constituyeron protagonistas importantes de las mutuas influencias de lo religioso y lo secular, lo que convirtió a la Iglesia en un agente primor- dial del complejo proceso de secularización. Cada uno de los capítulos que integran este volumen aspira a contribuir al esfuerzo de comprensión de los específicos procesos de secularización y de las específicas laicidades de Argentina y de Brasil, y pone en evidencia la innegable interrelación entre lo religioso y la modernidad en ambos países. Ese hilo conductor invisible explica que el arco temporal del volumen abarque fundamentalmente los siglos XIX y XX –sin por ello dejar de remitir oportunamente a los siglos precedentes de las respectivas experiencias coloniales ibéricas‒, así como los apartados en que se estructura la obra: la cuestión del patronato y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XIX, el momento de la apertura al mundo moderno que significó el Concilio Vaticano II, el papel de las órdenes y congregaciones en la construcción nacional, el problema de la feminización de la religión y los cambios y pervivencias devocionales. Se trata de temas cuyo estudio ha sido, a nuestro juicio, objeto de importantes desarrollos en ambos países, lo que explica ulteriormente su tratamiento en el volumen. Por ese motivo, en todos los casos los autores han sido invitados a situar el abordaje del problema en su contexto historiográfico, y algunas de las contribuciones incluyen breves estados de la cuestión o guías bibliográficas para orientar al lector. Fiel a su vocación dialógica, la obra se ajusta al modelo del simposio, con áreas temáticas y comentarios de los trabajos presentados. En virtud de esa misma vocación, además, hemos querido que el libro no incluyera conclusiones: no podría tenerlas, porque el intercambio entre los estudiosos del pasado de la religión está abierto y se enriquece a través de numerosos canales de interacción, por medio de obras como la presente, pero también de congresos, talleres y simposios y de proyectos de investigación binacionales.
Vale la pena subrayar además que los estudios aquí reunidos no carecen de relevancia para el análisis de la realidad actual de nuestros países, una realidad en la que lo religioso conserva una innegable presencia pública mar- cada por algunas tendencias generales de las sociedades contemporáneas. En el caso de Brasil, ello se refleja en los resultados del censo de 2010 ‒divulgados en 2012‒, que revelan “a intensificação do trânsito religioso”, la marcada “provisoriedade da adesão e a dinâmica da privatização da prática religiosa”y una inédita pérdida de la centralidad del catolicismo, que ha pasado a ser la “religião da maioria dos brasileiros”en lugar de la “religião dos brasileiros”(Teixeira y Menezes, 2013). En Argentina, la Primera encuesta cien- tífica sobre creencias y actitudes religiosas realizada en 2008 arrojó resultados análogos que la segunda, que acaba de realizarse, ha confirmado en sus lineamientos generales. Allí la representación de los católicos ha disminuido porcentualmente a alrededor del 63% de los encuestados, mientras los evangélicos suman un 15% y los “sin religión” un 19%. Es notable además la pluralidad de las creencias, incluso dentro de cada grupo. Sin embargo, al igual que en relación con el pasado, conservan su vigencia ciertas singularidades históricas de Brasil y de Argentina que reflejan aspectos de las diferentes tradiciones políticas de ambos países. En Brasil es notable la permanencia del conservadurismo y del autoritarismo de Estado, profundamente influyente en el pensamiento social e historiográfico más tradicional. Esa permanencia ha permitido el resurgimiento de movimientos religiosos ultraconservadores de hondo arraigo en el tejido social, que han demostrado una y otra vez su capacidad para influir en las más altas esferas del poder. Esas pro- puestas se posicionan actualmente en competencia con las tendencias progresistas, reformistas y dialógicas de sectores relevantes de la Iglesia católica que han cobrado renovado vigor durante el pontificado de Francisco. En Argentina la mayor parte de los encuestados se declara contraria a la financiación pública de las religiones ‒postura que a menudo se asocia a una actitud favorable a la separación jurídica entre la Iglesia y el Estado‒ y es parejo el porcentaje de quienes se oponen a la enseñanza de la religión en la escuela pública y el de los partidarios de la implementación de una asignatura general ‒no confesional‒ sobre las religiones. La figura de Francisco suscita entre los católicos opiniones divididas: similar representación alcanzan quienes valoran su rol como líder mundial y sus denuncias de las injusticias y quienes manifiestan disgusto por sus intervenciones en el campo de la política.
Al igual que la del pasado, la comprensión de este complejo panorama actual, plural y dinámico exige aproximaciones históricas críticas, preocupadas por poner en evidencia lo que cada situación particular muestra, a la vez, de singular y de común con las tendencias más generales del mundo católico en sus diferentes dimensiones y manifestaciones. Esperamos que la presente obra contribuya a ampliar nuestros conocimientos de la historia religiosa y también del presente de los dos países, que estimule nuevas investigaciones y suscite nuevas iniciativas animadas por el mismo espíritu.
1 Entre las obras publicadas podemos citar como ejemplos Cardim y Hirst (2003); Devoto y Fausto (2007) y Barral y Silveira (2015); en referencia específicamente a la Historia religiosa, Ayrolo y Machado de Oliveira, 2016.
El libro se puede descargar gratuitamente de aquí, previa inscripción sin costo en el sitio web de Teseo Press.
Referencias bibliográficas
AA.VV. (2018), De la historia eclesiástica a la historia religiosa. Estudios en homenaje del profesor Feliciano Montero García, Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá.
Ayrolo, V. y A. J. Machado de Oliveira (Coords.) (2016), Historias de clerigos y religiosas en las Americas: conexio- nes entre Argentina y Brasil (siglos XVIII-XIX), Buenos Aires: Teseo.
Barral, M. E. y M. A. Silveira (Coords.) (2015), Historia, poder e instituciones: dialogos entre Brasil y Argentina, Rosario: Prohistoria.
Cardim, C. H. y M. Hirst (Orgs.) (2003), Argentina-Brasil, A Visão do Outro, Soberania e Cultura Politica, Brasilia: IPRI/FUNAG.
Casanova, J. (2006), “Rethinking Secularization: A Global Comparative Perspective”, The Hedgehog Review, vol. 8, Nº 1-2, pp. 7-22.
Devoto, F. y B. Fausto (2007), Argentina–Brasil. Ensayo de historia comparada, 1850-2000, Buenos Aires: Sudame- ricana.
Montero, P. (2009), “Secularização e espaço público: a rein- venção do pluralismo religioso no Brasil’, Etnográfica, Vol. 13 (1), pp. 7-16.
Steil, C. A. y S. Reyes Herrera (2010), “Catolicismo e Ciên- cias Sociais no Brasil: mudanças de foco e perspecti- vas num objeto de estudo”, Sociologias, Ano 12, Nº 23, pp. 354-393.
Teixeira, F. y R. Menezes (Orgs) (2013), Religião em Movi- mento, Petrópolis: Vozes.
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