Las varias denominaciones de las religiones afro-brasileras en su lucha por derechos

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por Mariana Ramos de Morais (Programa de Pós-Graduação em Antropologia Social do Museu Nacional/Universidade Federal do Rio de Janeiro)

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva sancionó, el 5 de enero de 2023, en el quinto día de su tercer mandato, la Ley N.º 14.519, que instituye el Día Nacional de las Tradiciones de las Raíces de Matrices Africanas y Naciones del Candomblé, a celebrarse anualmente el 21 de marzo (BRASIL, 2023). La reciente fecha conmemorativa se refiere, según su enunciado, a las «tradiciones de las raíces de matrices africanas y naciones del candomblé». Esta larga expresión, compuesta por palabras que hacen referencia directa al universo afroreligioso, fue adoptada en carácter inaugural en esta efeméride, la cual tuvo una importante adhesión en su primera celebración, ocurrida en menos de tres meses después de la inscripción de la fecha en el calendario brasileño. ¿Estaría esta expresión indicando una forma de presencia afroreligiosa en el espacio público? Esta cuestión orienta esta entrada del DICIONARIO que, al enfocarse en la expresión «tradiciones de las raíces de matrices africanas y naciones del candomblé», recupera otras acepciones de lo que comúnmente se denomina «religiones afrobrasileñas».

Estas prácticas han sido agrupadas de diferentes maneras, tanto por los propios practicantes como por agentes externos, con variaciones a lo largo del tiempo, pudiendo coexistir más de un término en un mismo período; es decir, la forma de nombrarlas no está estabilizada. Las motivaciones para este hecho son diversas, como cambios conceptuales en el campo académico, especialmente en los estudios de las religiones, y estrategias de los afroreligiosos en la búsqueda continua del reconocimiento de sus prácticas. Esto incide en la manera en que dichas prácticas son presentadas, a veces como religión, a veces asociadas a una determinada idea de cultura. Ante la imposibilidad de abarcar todas las acepciones relacionadas con la expresión en foco en este texto, se optó por listar términos que señalan formas de presencia afroreligiosa en el espacio público. Estos son: «religiones afrobrasileñas», «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana», «tradiciones de las raíces de matrices africanas y naciones del candomblé».

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Religiones afrobrasileñas (Religiões afro-brasileiras)

«Religiones afrobrasileñas» es el término comúnmente adoptado para referirse a una gama de prácticas religiosas creadas en Brasil que reclaman una herencia africana. Aunque es común, este término no es el único empleado con este fin. Compiten con él otros términos, como «religiones afro», «religiones de matriz africana», «religiones de matrices africanas», «religiones afroindígenas», «religiones brasileñas de matriz africana». Los términos mencionados no se toman como sinónimos, ya que presentan matices semánticos que reflejan, por ejemplo, el énfasis que se intenta dar al origen africano o la forma en que se elabora la conjunción entre las matrices culturales. Un punto que los une, sin embargo, es la comprensión de estas prácticas como religión.

Este entendimiento solo fue posible con la institución de la República en 1889 y el establecimiento de la laicidad como un principio constitucional, disolviendo, al menos en términos de la ley, el vínculo entre la Iglesia y el Estado. A partir de este hito, las prácticas religiosas vinculadas a los negros, anteriormente clasificadas como brujería, magia y curanderismo, pudieron establecerse como religión. El catolicismo, antes la única religión legalmente aceptada, mantuvo sus privilegios, y la discriminación estatal y religiosa hacia las demás prácticas, consideradas minoritarias, siguió siendo constante. A estas prácticas les correspondió la carga de buscar caminos para legitimarse como religión, teniendo al catolicismo como modelo de referencia (MONTERO, 2006; GIUMBELLI, 2008). Con miras a su legitimación, las prácticas afroreligiosas, diversas en sus modalidades de culto, no siempre adoptaron los mismos caminos, aunque a veces se cruzaron.

Entre las diversas denominaciones afroreligiosas, dos ganaron prominencia: la umbanda y el candomblé. Desde la década de 1960, la umbanda comenzó a figurar en el censo como una de las opciones religiosas que los brasileños podían declarar como practicantes. Y, en el censo de 1980, fue incluida bajo la categoría de «religiones afrobrasileñas», la cual, a partir del censo de 1991, se dividió en umbanda y candomblé. El candomblé, para fines del censo, no se limita a la religión afrobrasileña que surgió en Bahía a mediados del siglo XIX, sino que también abarca otras denominaciones, como el tambor de mina, el xangô y el batuque, que en conjunto serían las religiones afrobrasileñas tradicionales, según la clasificación de Reginaldo Prandi (2005). En común, estas religiones afrobrasileñas tradicionales tendrían, por ejemplo, sus primeros registros datados en el siglo XIX y el hecho de que, hasta los años 1950, continuaron circunscritas a las áreas urbanas donde se formaron a partir de la agrupación de descendientes de africanos esclavizados (PRANDI, 2005, p. 221).

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La umbanda es diferente. No se encuentra entre las religiones afrobrasileñas tradicionales enumeradas por Prandi, quien la considera como producto de un «proceso de blanqueamiento y ruptura con símbolos, lenguas y otras características africanas, presentándose como una religión para todos, capaz de mostrarse como símbolo de identidad de un país mestizo que se estaba forjando en las primerísimas décadas del siglo XX en Brasil» (PRANDI, 2005, p. 221-222). La distinción hecha por Prandi entre la umbanda y los candomblés – teniendo en cuenta la variedad de denominaciones que el término candomblé abarca en el censo – sigue los entendimientos sobre las religiones afrobrasileñas formulados en estudios de la primera mitad del siglo XX, los cuales fueron reproducidos, reinterpretados e incluso cuestionados en las décadas siguientes.

La actuación del movimiento afroreligioso fue fundamental en el proceso de legitimación de estas prácticas. Un enfoque adoptado en la década de 1930 asociaba las religiones afrobrasileñas, principalmente el candomblé, a una determinada idea de cultura (GIUMBELLI, 2008). A finales de la década de 1970 y principios de la década de 1980, esta asociación se deslizó hacia lo que las sacerdotisas vinculadas a terreiros considerados matriciales del candomblé baiano llamaron «folclorización del candomblé» (CONSORTE, 1999). Y, manifestándose en contra de esta folclorización, afirmaron el candomblé como una religión, con su propia cosmología y liturgia, fundamentada en una herencia africana.

Sin embargo, a pesar de ello, la asociación entre las religiones afrobrasileñas y la cultura continuó siendo utilizada por los afroreligiosos en el proceso continuado de legitimación de sus prácticas, como se evidencia en la patrimonialización de elementos constitutivos de las religiones afrobrasileñas (Morais 2015, 2018). En esta búsqueda de legitimación, el término «cultura» se acompaña de un adjetivo que le otorga una marca racial: «negra». Cuando se combinan, «cultura negra», se suma una característica: «tradicional», haciendo referencia a algo perdurable, que proviene de un tiempo pasado y llega al presente llevando consigo el rastro de una herencia ancestral con origen en África. Una idea presente en escritos académicos y también en los discursos de sacerdotes y sacerdotisas desde principios del siglo XX, que resuena en otra expresión, considerada como una categoría discursiva de los afroreligiosos, a saber, «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana».

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Pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana (Povos e comunidades tradicionais de matriz africana)

«Pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana» es una expresión acuñada por afroreligiosos comprometidos con la defensa de sus derechos y la garantía de su práctica religiosa, especialmente en el ámbito de las políticas públicas. Esta expresión fue adoptada en el Plan Nacional de Desarrollo Sostenible de los Pueblos y Comunidades Tradicionales de Matriz Africana (BRASIL, 2013), lanzado en 2013 en el contexto de la Política Nacional de Promoción de la Igualdad Racial. En el Plan, se incluye la siguiente definición para «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana»:

«Grupos que se organizan a partir de los valores civilizatorios y de la cosmovisión traídos al país por africanos trasladados durante el sistema esclavista, lo que permitió una continua civilización africana en Brasil, constituyendo territorios propios caracterizados por la convivencia comunitaria, la hospitalidad y la prestación de servicios a la comunidad.» (BRASIL, 2013, p. 12)

La palabra «religión» no aparece en la expresión «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana», ni en su definición. La referencia a las religiones afrobrasileñas en la Política Nacional de Promoción de la Igualdad Racial se fue vaciando gradualmente del carácter religioso. Uno de los objetivos de la PNPIR, según la norma que la instituyó en 2003, determina, por ejemplo, el «reconocimiento de las religiones de matriz africana como un derecho de los afrobrasileños» (BRASIL, 2003). Cuando se creó esta política pública, se registró el uso de una expresión que afirmaba dichas prácticas como religión, en plural, y que hacía referencia a un origen africano. Diez años después de su institucionalización, se las mencionó como «prácticas tradicionales de matriz africana» en el Plan Nacional de Desarrollo Sostenible de los Pueblos y Comunidades Tradicionales de Matriz Africana (BRASIL, 2013, p. 18).

Al vaciarse de su carácter religioso, se buscó contemplar de manera más amplia el legado de los diferentes pueblos africanos trasladados forzosamente a tierras brasileñas. Este legado estaría arraigado en los espacios que albergan a los devotos de los orixás, voduns e inquices, así como otras deidades y entidades surgidas de la experiencia de estos pueblos en la diáspora. Esta nueva concepción, encarnada en la categoría de «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana», refuerza la marca racial presente en los grupos que mantienen y actualizan la herencia africana en sus prácticas, consideradas parte de la cultura negra. Además de activar una comprensión más cercana a la idea de cultura en su vertiente antropológica, en relación con estas religiones, la categoría de «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana» refuerza su carácter étnico, que no estaría limitado a una sola modalidad, sino a una pluralidad, siempre y cuando sus herencias africanas sean debidamente reconocidas y/o reivindicadas (MORAIS, 2021).

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Paralelamente a la construcción de la categoría «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana», se desarrolló la noción de que los actos violentos contra las religiones afrobrasileñas y sus practicantes deberían ser clasificados como «racismo religioso» (FLOR DO NASCIMENTO, 2017). Mientras la categoría «pueblos y comunidades tradicionales de matriz africana» intenta desvanecer el carácter religioso, la categoría «racismo religioso» recupera esa condición, lo cual sustenta que los ataques a las religiones afrobrasileñas, especialmente provenientes de grupos evangélicos, puedan ser tipificados como crímenes. Dos documentos legales son relevantes en este contexto: la Ley 7.716, de 1989, y el Estatuto de la Igualdad Racial, de 2010 (BRASIL, 2010).

El primer documento, la Ley 7.716, conocida como la Ley Caó, especifica cuáles son los «crímenes derivados del prejuicio racial o de color», siendo un complemento a la criminalización del racismo ya prevista en la Constitución. Una modificación en esta ley, datada en 1997, determina que, además de los «crímenes derivados del prejuicio racial o de color», también deben ser sancionados los «crímenes derivados de discriminación o prejuicio» por «etnia, religión o procedencia nacional». Se destaca la inclusión del término «religión», que también figura en el Estatuto de la Igualdad Racial que, en lugar de una mención genérica al término, específicamente contempla las religiones afrobrasileñas en el capítulo «Del derecho a la libertad de conciencia y de creencia y al libre ejercicio de los cultos religiosos», tal como se expresa en los artículos 24, 25 y 26. En el Estatuto de la Igualdad Racial se utilizan expresiones como «cultos religiosos de matriz africana», «religiosidad de matriz africana», «religiones de matriz africana», lo que evidencia el carácter religioso, siendo una condición para que los afroreligiosos se respalden legalmente en el campo jurídico.

En realidad, son términos diferentes que compiten en un mismo contexto, no siempre siendo contradictorios. Se trata de un léxico diverso y en constante cambio, que incide en la presencia de este segmento en el espacio público, como se observa con la adopción de la expresión «tradiciones de las raíces de matrices africanas y naciones del candomblé».

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Tradiciones de las raíces de matrices africanas y naciones de candomblé (Tradições das Raízes de Matrizes Africanas e Nações do Candomblé)

Una primera lectura, al observar las palabras contenidas en la larga expresión «tradições das raízes de matrizes africanas e nações do candomblé», sugiere que provienen de África, dada la presencia del término «matrizes africanas». El uso de palabras en plural indica que se trata de algo que no es único, aunque solo se menciona una denominación afroreligiosa, el candomblé. Sin embargo, esta larga expresión no incluye la palabra «religión». ¿La ausencia de esa palabra implica que las «tradições das raízes de matrizes africanas e nações do candomblé» se consideran religión? ¿Serían entonces prácticas culturales, modos de vida?

Estas preguntas surgieron a raíz de la institución del Día Nacional de las Tradiciones de las Raíces de Matrices Africanas y Naciones de Candomblé, a través de la Ley n.º 14.519 de 2023, la cual, a su vez, se originó a partir de una propuesta de ley que tuvo un largo recorrido en el Congreso Nacional. La propuesta fue presentada por primera vez en 2010, año en que se publicó el Estatuto de la Igualdad Racial, por el entonces diputado federal Carlos Santana, del Partido de los Trabajadores (PT). Al no ser votada en esa legislatura, la propuesta fue presentada de nuevo por el también diputado del PT, Vicentinho, en 2015, quien volvió a presentarla en 2022 por el mismo motivo. A finales de 2022, después de la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva (PT) en las elecciones presidenciales, la proposición fue votada y aprobada en el Congreso Nacional.

La efeméride adopta una expresión capaz de abarcar un conjunto heterogéneo de prácticas religiosas que tienen como principal punto en común la reivindicación de una herencia africana. Se destacan denominaciones ya reconocidas como religión, aunque en ciertos momentos aún se cuestione su estatus, entre ellas: candomblé, umbanda, batuque, tambor de mina, xangô, xambá, omolocô. La ausencia de la palabra «religión» en la larga expresión, amplía, por lo tanto, la gama de prácticas que pueden incluirse en este conjunto debido a su carácter tradicional asociado a ellas, ya sea junto con su carácter religioso o no, tales como: congado, maracatu, jongo, tambor de crioula, capoeira.

La amplitud de esta expresión puede ser uno de los motivos de la significativa adhesión a la fecha en su primer año de celebración. Los afroreligiosos de todo Brasil se movilizaron. Mensajes conmemorativos fueron difundidos en perfiles de redes sociales de terreiros y entidades del movimiento afroreligioso. También se llevaron a cabo manifestaciones en lugares públicos, recibiendo atención en las noticias. Una sesión solemne en la Cámara de Diputados reunió a miembros del gobierno federal, diputados, practicantes de diferentes religiones afrobrasileñas y contó con la presencia de Adéyeye Ènìtán, rey de la ciudad de Ilê Ifé, en Nigeria. Durante el evento, se lanzó un sello conmemorativo de los Correos en alusión a la fecha que ahora figura en el calendario brasileño, junto al Día Internacional de la Lucha contra la Discriminación Racial, establecido por las Naciones Unidas (ONU) en 1966, en memoria de las 69 víctimas de la masacre de Sharpeville, un barrio de Johannesburgo, en Sudáfrica.

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Esta movilización fue, en cierta medida, sin precedentes. Sin embargo, su singularidad no se debió a la presencia de los afroreligiosos en las calles. Desde principios de los años 2000, hemos observado acciones contra la «intolerancia religiosa» en diversas ciudades del país, especialmente el 21 de enero, fecha que figura desde 2007 en el calendario brasileño como el Día Nacional de Lucha contra la Intolerancia Religiosa (SILVA, 2007). La novedad radicaba, quizás, en la unión provocada por la celebración del Día Nacional de las Tradiciones de las Raíces de Matrizes Africanas y Nações do Candomblé el mismo 21 de marzo en que la ONU proclamó como Día Internacional de Lucha contra la Discriminación Racial. Esta unión puso de relieve la nueva categoría que lidera la lucha de los afroreligiosos: el «racismo religioso». El día de celebración se convirtió también en un día de lucha por los derechos.

De este modo, «Tradições das raízes de matrizes africanas e nações do candomblé» puede ser considerada como una de las formas de presencia afroreligiosa en el espacio público, en consonancia con las dinámicas propias del movimiento afroreligioso. Un movimiento social que abarca la diversidad constitutiva de las religiones afrobrasileñas, que se distinguen unas de otras presentando variaciones regionales y que aún se individualizan al observar sus unidades locales, los terreiros, que mantienen cierta autonomía en la conducción ritual, pudiendo resonar en liturgias y cosmologías propias. Se trata, por tanto, de un universo religioso diversificado, constantemente relacionado, ya sea por la convivencia de sus autoridades, exigida por los rituales que fundamentan y mantienen estas prácticas, ya sea por la circulación de sus seguidores. El encuentro de estas diferencias no siempre resulta en la «unión de la diversidad» – recordando el lema de una entidad del movimiento afroreligioso, el Instituto Nacional de Tradición y Cultura Afrobrasileña (Intecab) – ya que de este encuentro también surgen conflictos. Sin embargo, con la creciente violencia dirigida contra las religiones afrobrasileñas, tal vez sea el momento de superar las divergencias e inventar otras formas de congregación. La movilización por las «tradições das raízes de matrizes africanas e nações do candomblé» puede ser un indicio de un camino a seguir.

Este texto fue publicado originalmente en portugués en el Dicionário para entender o campo religioso brasileiro del ISER.

Imágenes de Carybé.

Referencias bibliográficas

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CONSORTE, Josildeth Gomes. Em torno de um manifesto de ialorixás baianas contra o sincretismo. In: CAROSO, Carlos e BACELAR, Jeferson (orgs.). Faces da tradição afro-brasileira. Rio de Janeiro: Pallas, 1999, p. 71-92.

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Mariana Ramos de Morais

Mariana Ramos de Morais

Es investigadora post-doctoral en el Programa de Pós-Graduação em Antropologia Social do Museu Nacional/Universidade Federal do Rio de Janeiro, y está vinculada al Laboratório de Antropologia do Lúdico e do Sagrado (Ludens).
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