Por Hugo José Suárez (extracto de «La Traducción en Sociología»).
La traducción en la sociología, como en la literatura, tiene una importancia capital. Podemos rastrear cuáles han sido los principales promotores de algunas traducciones y las implicaciones para las comunidades locales, y nos llevaremos interesantes sorpresas analíticas. La traducción de un autor marca el rumbo de la agenda científica. Por ejemplo, es conocido que Pierre Bourdieu introdujo a Erving Goffman en Francia publicando una buena parte de sus títulos en la colección Le Sens Commun de Les Éditions de Minuit. Bourdieu consideraba que Goffman era un artesano de lo “infinitamente pequeño” cuya obra criticaba a “los teóricos sin objeto y los observadores sin conceptos”, por lo que su perspectiva sociológica podía dialogar y dinamizar la reflexión académica francófona, y así fue (1)
Por ello, la pregunta ineludible parece ser: ¿por qué es sustancial la traducción en la sociología? (….) En primer lugar, hay que decir que una obra clásica de sociología es como el buen vino: está viva y, por más que esté embotellada, sigue viviendo un proceso de transformación silenciosa (de ahí la importancia de la cata de vino). Por eso, la fórmula clásica de “traductor-traidor” en sociología debe ser pensada desde otro lado a través de la dupla traductor-recreador, inventor. (…) Así, la obra publicada hace mucho tiempo sigue siendo dinámica, y el desafío intelectual deberá ser releerla y reescribirla desde los parámetros científicos de su época —y por supuesto— de su lengua.
Vamos a un ejemplo. En 1996 Jean Claude Passeron impulsó la nueva traducción de Max Weber en un libro llamado Sociología de las religiones. (2) El documento era de una riqueza mayor porque reproducía distintos textos —por supuesto previamente publicados— pero tenía algunos añadidos, como el prólogo hecho por el mismo Passeron y un glosario razonado. Las reacciones en el ámbito académico del momento iban en dos direcciones: por un lado, aquellos que veían el texto como un esfuerzo inútil por desempolvar documentos ya disponibles, y por otro, no faltaban quienes recibieron el libro con especial expectativa respecto de las novedades interpretativas que podía traer.
Lo que resulta especialmente sugerente es detenernos en algunos pasajes que enseñan diferencias entre la lectura de Weber que propone Passeron en 1996 y aquella de José Medina Echavarría de 1944 respecto de Economía y sociedad, publicado por el Fondo de Cultura Económica. (3) Cuando Weber hablaba de las “condiciones y efectos de un determinado tipo de acción comunitaria, cuya comprensión se puede lograr sólo partiendo de las vivencias, representaciones y fines subjetivos del individuo”, en la versión castellana se utiliza el término “fines subjetivos”, (4) mientras que en la francesa “experiencias subjetivas”. La diferencia entre “fines” y “experiencias” no es casual; hay que recordar que dos años antes, en 1994, François Dubet había puesto el tema en la reflexión académica con su libro precisamente titulado Sociología de la experiencia. (5)
En otro pasaje, Weber se refiere al vínculo entre lo religioso y el sujeto creyente; en la versión castellana se traduce como “el esfuerzo religioso ejercido sobre sí mismo” que conduce al “autoperfeccionamiento”, (6) mientras que en la versión francesa se opta por otra redacción: “el trabajo que la persona efectúa sobre ella misma” y se subrayan los medios para “el perfeccionamiento del sí”. (7) Pensar en el sujeto a partir de “un esfuerzo” sobre sí mismo y su autoperfeccionamiento va en dirección distinta que detenerse en el “trabajo” para consigo mismo, evocando de manera clara la idea del “sí”. Guy Bajoit, en la misma década, había presentado varios textos donde se ponía en el centro el “trabajo del sí consigo mismo”, lo que llamó la “gestión relacional del sí”, particularmente en su texto Por una sociología relacional. (8)
En suma, la traducción hecha desde México en los años cuarenta del siglo xx por Medina Echavarría reposa sobre un paradigma de sociedad distinto al de la sociología francesa de los años noventa, donde el individuo está en el corazón de la misma. Medina Echavarría está abriendo brecha sociológica —institucional y conceptualmente— pero los parámetros fundamentales de comprensión de lo social giran preponderantemente alrededor de construir herramientas para el estudio de la nación y sus grandes desafíos; en ella, las colectividades —de manera preponderante clase y etnia— ocupan el lugar central. Siguiendo la tipología de Bajoit, aquél es un momento donde prima el paradigma sociológico de la integración. (9) En el otro extremo, en los años noventa la sociología francesa está atravesando por un proceso de renovación profunda; son varios autores los que plantean una “gran mutación” que conduce a una nueva idea de sociedad. Los aportes de la sociología clásica son puestos en duda y se abre una serie de opciones analíticas en decenas de libros especialmente sugerentes que marcarán la reflexión por varias décadas. Por supuesto que releer a Weber en esas circunstancias obliga a poner atención en otros elementos.
Dicho de otro modo, la sociología, al estar viva, debe correr la misma suerte de la relación entre música e innovación tecnológica: se requiere una constante “remasterización” de sus originales, y cada traducción va a ser prisionera, para bien y para mal, del lugar y tiempo de enunciación y del paradigma científico desde donde se la realice. (….)
1 Pierre Bourdieu, “La muerte del sociólogo Erving Goff man. El descubridor de lo infinitamente pequeño”, disponible en línea: http://sociologiac.net/2012/01/20/inedito-la-muerte-del-sociologo-erving-goffman-por-pierre-bourdieu/ (consultado el 31 de agosto, 2013).
2 Max Weber, Sociologie des religions, París, Gallimard, 1996.
3 Weber, Economía y sociedad, México, fce, 1944. [Actualmente el Fondo tiene en preparación una nueva edición, que retoma en esencia la versión de Medina Echavarría. N. del e.]
4 Ibid., p. 328.
5 François Dubet, Sociologie de l’expérience, París, Seuil, 1994.
6 Weber, Economía y sociedad, p. 549.
7 Weber, Sociologie des religions, p. 184.
8 Guy Bajoit, Pour une sociologie relationnelle, París, puf, 1992.
9 Ibid., p. 19.
Publicado originalmente en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Septiembre de 2013. La versión completa se puede leer en: http://www.fondodeculturaeconomica.com/subdirectorios_site/libros_electronicos/Gacetas/sep_2013/index.html
Hugo José Suárez es Doctor en Sociología y Diplôme d’Etudes Approfondies por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Posee una Maestría en Ciencias de la Religión por la Pontificia Universidade Católica de São Paulo, Brasil y una Licenciatura en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco), México.
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