Giros de la memoria: Impresiones de una antropóloga bahiana en Buenos Aires

Por Mariana Moura (Universidade Federal da Bahía)

Pero ¿qué es recordar? Es tener una imagen del pasado. ¿Cómo es esto posible? Porque esta imagen es una huella que dejan los acontecimientos y que permanece marcada en el espíritu.[1]

¡Que empiecen los trabajos!

La primera semana que llegué a Buenos Aires recibí una invitación para ir hasta la ciudad de Luján a «conocer algo de la tradición religiosa argentina y de las costumbres gauchas». Buscando en internet, descubrí que se trataba de una ciudad reconocida por su arquitectura e historia relacionadas al catolicismo.

Ya estaba cerca Semana Santa y noté que la ciudad estaba más vacía en esos días de feriado. Me pareció interesante que, mientras en Brasil las personas ponían fotos de las reuniones familiares con un banquete de peces y comidas a base de leche de coco, siguiendo la costumbre religiosa católica por la que no está permitido comer carne roja hasta el sábado de aleluya o el domingo de Pascua; en Buenos Aires fui invitada a participar de reuniones celebratorias en las cuales la parrilla era protagonista fundamental. Acepté la invitación para visitar a una pareja de colegas en Florida Oeste, Paula (argentina), Diego (brasilero) y Bia, su hija de 9 años. Allí conversamos sobre mi investigación en los templos afro religiosos de Buenos Aires y Paula, que vivió en Brasil durante muchos años, comentó:

«Cuando vivía en Bahía, después de algún tiempo pude conocer más sobre las religiones. Me parecían bellas las fiestas de candomblé… pero las de umbanda no me llamaban mucho la atención. Aquí no suelo ir a los templos, todavía no encontré alguno que realmente me inspire confianza. Vas a ver que acá en Argentina las personas suelen tenerles mucho miedo, generalmente tienen una idea equivocada porque no los conocen bien. Mucha gente asocia a las religiones africanistas con cosas malas, con hechicerías o magia negra «.

Mientras conversábamos, Bia hizo un dibujo de Iemanjá[2], que la mostraba como una sirena negra. La niña me dio el dibujo y me dijo: «¡Yo no sé por qué en Brasil la gente hace las imágenes de Iemanjá blanca! Hasta acá mucha gente ya sabe que ella es negra. Me parece más bonita negra. ¡Soy de Iemanjá!»

Este dibujo es un retrato mío y de Bia, pintado por ella.

En ese momento miré a Paula, sorprendida por el discurso de la niña. Ella, al notar mi reacción, dijo: «¡Eh! Seremos blancas, pero le enseño a mi hija que los orixás son negros«. Esa fue la primera conversación que tuve sobre el tema en tierras argentinas.

Aproximadamente una semana después asistí a un seminario de la red Diversa en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). En esa ocasión conocí al profesor Alejandro Frigerio, quien me comentó sobre la fiesta de Ogum que sería el próximo fin de semana en la casa de Baba Hugo de Iemanjá, sacerdote del templo Reino de Iemanjá Bomi, en la Capital. Además Frigerio me presentó a Mariana, su orientanda, quien también estaba escribiendo una tesis sobre Umbanda. A partir de ese encuentro pudimos comunicarnos e intercambiar informaciones sobre nuestros respectivos proyectos. Conocer a «Maro» fue crucial para esta empresa etnográfica, ya que a través de ella tuve acceso al Ilé Oxum Panda Jeje ubicado en San Miguel, templo que frecuenté asiduamente y en el cual asistí, en mis cuatro meses de estadía en la ciudad, a fiestas de Batuque y sesiones de Umbanda y Quimbanda.

A lo largo de mi estadía visité también otros templos, presenciando otras ceremonias de Batuque, Umbanda y Quimbanda. Vivir esa experiencia perfeccionó mi conocimiento en relación con las manifestaciones de lo sagrado, fundamentadas en las prácticas religiosas de tradición africana y afro-brasilera en aquel contexto sociocultural. Antes de eso, poseía una noción limitada a la lectura de bibliografía, al acceso de videos en internet y a conversaciones, cuando aún estaba en Brasil, con argentinos (no practicantes).

Mi intención en este texto no es generalizar mis visiones sobre el tema, pero creo que de mi parte tener como parámetro la religiosidad afro nordestina y poseer un vínculo personal con un terreiro[3] de Candomblé en Bahía, motivó inicialmente un sentimiento de incertidumbre y desconfianza sobre el universo afro religioso argentino. Al fin de cuentas, estados del nordeste brasileño como Bahía, Pernambuco y Maranhão fueron tradicionalmente objeto de las principales investigaciones con foco en el Candomblé, Xangô, Catimbó y Tambor de Mina[4], dando origen a la idea de que esas religiones serían reductos de preservación y resistencia a las transformaciones de la modernidad y de los efectos de la industrialización que avanzaba en las regiones del eje centro-sudeste-sur de Brasil.[5]

Condicionada por ese contexto, pensaba cuál sería el idioma utilizado en los rituales, los elementos que componían las ofrendas y la forma de incorporación de entidades que se presentan y son reconocidas como brasileras, por ejemplo, el preto velho y el caboclo. Aunque reconozca estos cuestionamientos como parte del proceso de alterización, creo que tales prejuicios no deben explicarse sólo -como suele ser el caso- como fruto de un discurso «nagocéntrico». Habiendo tenido mi primer contacto con el Candomblé en un terreiro de nación[6] angola ubicado en el estado de Sergipe, tiempos después me dediqué a investigar la Umbanda en Salvador como tema central de mi tesis de maestría.

Ante lo que relaté, supongo que el lector imaginará cuán sorprendente fue para mí el hecho de que en Buenos Aires los adeptos a las religiones de origen africano y afrobrasilero sean predominantemente blancos. Sin embargo, no fue ese aspecto que más me llamó la atención, pues hace tiempo que las religiones afrobrasileras son practicadas por personas de diversas razas y etnias. ¡No es una novedad un «blanco en la macumba»[7]!. Recuerdo cuando fui a centros de Umbanda en San Pablo y en Rio Grande del Sur por primera vez y registré ese mismo fenómeno.

Es válido resaltar, sin embargo, que en las regiones norte y nordeste de Brasil hay una población de mayoría negra[8] que constituye con vigor el escenario religioso. A pesar de que el último censo realizado por el IBGE[9] (2010) señaló a Río Grande del Sur como el estado donde hay mayor número de practicantes, debemos entender que este resultado no se condice con la realidad nacional. Una explicación posible sería la omisión de los adeptos del norte-nordeste sobre su pertenencia, o su identificación como católicos o espiritistas. En mi opinión tiene que ver con el estigma doble de sufrir discriminación racial y temer a la intolerancia religiosa.

Hecha esta introducción, seleccioné tres momentos importantes de mi pasaje por Buenos Aires: la primera vez que fui a una celebración de Batuque; la conmemoración del día de los pretos-velhos (que en Brasil es el día de la abolición de la esclavitud, el 13 de mayo) ocasión en la cual conocí a las entidades llamadas “africanos”; y una sesión de Quimbanda. Transcribiré partes de las notas de mi diario de campo, fragmentos, por lo que muchos datos no serán expuestos en este texto. La secuencia respeta la temporalidad, lo que torna identificable mi proceso de aprendizaje y familiarización con los ritos. Entiendo que este tipo de narrativa disminuye la distancia entre el autor y el lector, dinamizando la interacción y abriendo un margen para interpretaciones más ricas. En esta visión “el mundo desplegado por toda obra narrativa es siempre un mundo temporal” (Ricoeur, 2012: 15 [2004: 39]).

1- «¡Muchas felicidades! ¡Mucho axé para ti en tu vida! »  – Ceremonia de toque de peces – Reino de Iemanjá Bomi, 26/04/17

Nunca había estado en una celebración de Batuque. Mis planes eran participar de la fiesta en homenaje a Ogum que tuvo lugar el 22 de abril, sin embargo, no pude ir porque tuve que hacer resguardo religioso. Por este motivo, entré en contacto con Baba Hugo de Iemanjá (sacerdote del templo Reino de Iemanjá Bomi) que me invitó a otra celebración llamada Toque de Peces.

El día marcado, llegué alrededor de las 21h, la fiesta aún no había comenzado, pero las puertas del templo ya estaban abiertas. Estaba analizando el lugar un tanto indecisa, sin saber si entrar de una vez o esperar alguna señal de las personas que pertenecían a la casa. Noté a tres personas que esperaban como yo del lado de afuera, deduje que también eran visitantes. Me senté junto a ellos y esperé. Poco tiempo después nos invitaron a entrar.

Observé que se formó una ronda y luego otra por fuera. Imaginé que la primera ronda era de personas con cargos más elevados, y la segunda de los demás hijos de santo o miembros más nuevos. Después se abrió en una sola ronda grande. El toque de apertura era fuerte y animado, hacían un gesto con una de las manos que recordaba el girar una llave. Conseguí identificar que cantaban para Bará, fueron muchos toques dedicados a este orixá al inicio de la fiesta. Percibí la importancia dada al Bará, pero por desconocer las particularidades del Batuque, no comprendí de forma acabada su relación con Exu. Finalmente, ¿el Bará es un Exu o no? Se que el nombre Bará viene del jeje “elegbara” que es también el señor de los caminos. Ya escuché en el centro de Umbanda en Brasil a adeptos que refieren a “Legbara” como una Pomba Gira. No conseguí identificar con facilidad los orixás saludados. Reconocí a Bará, Ogum, Xangô, Oxum y Oxalá. La incorporación era sutil con movimientos más contenidos. Los orixás reverenciaban a los tamboreros y a los instrumentos musicales sagrados, después seguían hasta la puerta y saludaban. El saludo cambiaba de acuerdo con la entidad.

Hubo un momento dedicado al pase[10] para los visitantes y los hijos de la casa. Al fin, los orixás nos abrazaban y decían: «Muitas felicidades! Muito axé pra você e na sua vida!” [“¡Muchas felicidades! ¡Mucho axé para ti y en tu vida!»] En seguida oí a la chica que estaba a mi lado preguntando a un chico si él no se sentía mejor y «más liviano», pues era para eso que servía el pase. Él respondió haciendo un gesto de afirmación con la cabeza. Este mismo chico me llevó a la parada del colectivo, en el camino me contó que aún no se consideraba de la religión, pero que normalmente iba con su madre en días de fiesta, ya que vivía cerca y le gustaba recibir los pases. Le pregunté, curiosa, si realmente los orixás hablaban portugués o si yo había escuchado mal. ¡Él respondió que sí!

De ese día en adelante mi interés por el Batuque sólo creció, pasando a estudiarlo. Acompañé a Baba Hugo de Iemanjá en otras fiestas y él, generosamente, abrió las puertas de su casa y me explicó cosas importantes que me ayudaron a entender la religión.

2- ¡Viene llegando! ¡Africano de Bahía! – Fiesta de Preto-velho – Ile Oxum Panda Jeje, San Miguel, 13/05/2017

Esta fue la segunda ceremonia que participé en el Ile Oxum Panda Jeje, invitada por Maro. Combinamos que me buscaría en la estación, luego pasamos por la casa de mãe Claudia y llegamos al ilé [11] a las 22:30. Cuando entramos, estaban acabando de sahumar el ambiente y las entidades se estaban incorporando en los médiums. Ya en tierra, se movían con dificultad y temblorosos, lo que caracteriza el trance de esa línea. Después de que todos estuvieran incorporados, hicieron una ronda, algunos sentados en el suelo, otros en un tocón o taburete de madera.

Eran de pocas palabras, pero con la mirada serena. Para acercarse y pedir la bendición era necesario golpear en el piso y besarles las manos. Todos (los asistentes) podían acercarse a la ronda. El arreglo del salón era diferente que el día en que fue la fiesta de Batuque. El congá estaba descubierto, había dos tamboreros[12] tocando. El frente del congá contenía ofrendas de dulce de leche, frijoles, vino. La indumentaria era simple, las vovós usaban falda larga, blusa cerrada, algunas con un chal, todo en tonos claros o colores suaves. Los vovôs vestían blusa larga y pantalones. Primero vinieron los vovôs, después las vovós. Los puntos tocados eran en portugués, el tamborero conducía muy bien la celebración, «su mano era pesada» y era notable el dominio sobre las cantigas y los instrumentos musicales.

Pedí la bendición a todos en la ronda y la preta-velha de mãe Paula, llamada Tía María del Rosario de Bahía, dijo: ““está com saudade do seu lugar né fia? Mas fique bem porque o seu povo de lá tá tudo aqui junto de você, te protegendo” [«¿Está con nostalgia de su lugar, no hija? Esté bien porque su pueblo, el de allí, está todo aquí junto a usted, protegiéndola”].

Se sirvió mucha comida, morcilla con dulce de leche, porotos, tortas y dulces. Tenía una chica sentada a mi lado que de vez en cuando le ofrecía un cigarrillo al Preto-velho. Se llamaba Iara, frecuentaba la casa desde hacía dos años, pero esa era la primera vez que iba a una fiesta diferente a la Quimbanda. Le pregunté si ella era medium, se rió y respondió que estaba huyendo de la responsabilidad, que le gusta ir a las sesiones de Quimbanda cuando se siente mal o preocupada por alguna cosa. Inició sus visitas a partir de sueños extraños con las Pomba Giras y Ciganas, que interpretó como advertencias.

Los tamboreros comenzaron a tocar el punto de despedida de los “bobôs y bobós”. El saludo es ¡abobo! De a poco fueron “subiendo”, y la última en partir fue la preta-velha Tía María del Rosario de Bahía, que cantaba con emoción. La canción recordaba los tiempos de la esclavitud en Brasil y el sufrimiento en el cautiverio. En ese instante, sentí una fuerte conmoción por haber conseguido percibir y sentir la presencia de la entidad.

Luego que la “vovó” partió, mãe Paula comenzó a girar muy rápido y llegó una entidad tambaléandose como si estuviera embriagada. Era el Africano, espíritu de cuya existencia nunca había oído. Le dieron una botella de vino que colocó debajo de su brazo y un cigarrillo para fumar. Me recordó al marujo de las umbandas y camdomblés brasileros. De a poco fueron bajando los otros de la misma línea. La preparación para el trance se hace con los médiums girando despacio al ritmo de los toques hasta aumentar la velocidad y marcar la presencia de la entidad. Después vinieron las Africanas. Ellas hacían girar la falda y la requebraban. En un determinado momento todos se quedaron frente al tambor bailando y cantando. El saludo es «¡cadea!» Las canciones hacen referencia a Bahía, traen la memoria del trabajo, de las fiestas, de las calles, de la naturaleza y de los amores. Las palabras «mulata, hechicero, mandinga y macumba» aparecen con frecuencia.

El ambiente era divertido, cuando escuché algo que me llamó la atención. Una joven fue a hablar con el africano de mãe Paula, Seu Arranca tumba, y él respondió alto: «Você tá precisando de um homem de saco!” [¡Usted necesita un hombre con agallas!] Los otros africanos que estaban cerca se reían incesantemente. En español «saco» es chaqueta, abrigo o campera. Pero por el modo burlón en que se reían deduje que entendían saco como el término peyorativo que se usa para testículos en Brasil.

¡Los africanos, al fin, eran brasileros!

La historia de esas entidades es que, cuando eran humanos, nacieron en el continente africano y fueron traídos a Brasil para ser esclavizados, vivieron en el país, pero las injustas condiciones les quitaron la vida, provocando sus muertes aún jóvenes. Por eso cargan un fuerte recuerdo de ese período e incluso en el plano espiritual demuestran indignación. Se presentan de forma relajada, pero realizan trabajos espirituales de gran complejidad en los templos, ayudando a muchas personas.

¡Cadea!

3- «¡Quite su sonrisa del camino, que quiero pasar con mi dolor!”  –Sesión de quimbanda – Ile Oxum Panda Jeje, San Miguel, 10/06/2017

La sesión inició a las 23 horas. La cigana de mãe Paula, la «jefa» del ilé, abrió los trabajos. Los tamboreros tocaban con fuerza. Se apagaron las luces, los dueños de la fiesta comenzaron a llegar y tomar el cuerpo de sus médiums. Había una mesa de bebidas y cigarrillos en la que se iban a servir. Nosotros, los asistentes, estábamos sentados y los Exus y Pomba Giras gentilmente iban a saludarnos y nos deseaban: “que você consiga o melhor na sua vida, realize todos os seus sonhos do coração” [«que consiga lo mejor en su vida, realice todos los sueños de su corazón»].

Fui a conversar con la Cigana das Almas (incorporada en la médium Alejandra, la Cigana hablaba portugués con fluidez). Me dijo que en aquella casa sería difícil conversar con un hombre que incorporase a Pomba Gira[13], pero había otros templos donde sería más fácil conseguirlo. De repente pasó un hijo de la casa a nuestro lado, ella apuntó y dijo: ¡esa es una Pomba Gira! Miré hacia donde indicaba y vi a un hombre que salía del salón en dirección a la puerta de la calle para saludar al canjira[14]. Él caminaba lentamente con una mano apoyada en la parte inferior de la espalda.

La Cigana das Almas repitió:

Ela é uma Pomba Gira Cigana! Está vendo como és uma pessoa forte? Tu sabes que não está só não é? O seu povo de onde você veio anda junto a ti. Para falarmos, temos que pedir permissão a eles, que te cuida, porque não é tudo que pode ser dito. O teu pensamento chamou a Ciganinha da Praia aqui. Agora vai lá e fala com ela”.  [«¡Ella es una Pomba Gira Cigana! ¿Estás viendo cómo eres una persona fuerte? ¿Sabés que no estás sola no? Tu pueblo, de donde viniste, anda junto a ti. Para hablarnos tenemos que pedirles permiso a ellos, que te ciudan, porque no todo puede ser dicho. Tu pensamiento llamó a Ciganinha da Praia aquí. Ahora ve allí y habla con ella”]

Agradecí, me aparté de la Cigana das Almas y fui a pedir permiso a Cigana de Mae Paula para conversar con la entidad recién llegada. Autorizada la conversación, fui hasta ella y le pregunté si podríamos hablar.

Ciganinha da Praia: ¿Quieres hablar conmigo?
Mariana: ¡Sí! La verdad, estoy muy sorprendida de ver a la señora aquí hoy. No tengo nada preparado, pero puedo hablar un poco de la investigación que estoy haciendo (estaba nerviosa y hacía mucho frío).
Ciganinha da Praia: Puedes preguntar lo que quieras. No estés nerviosa.
Mariana: Realmente estoy muy nerviosa. Respecto a mi trabajo a veces siento inseguridad. Cuando converso con las personas de santo[15] me apoyan, pero en la Universidad he escuchado duras críticas.
Ciganinha da Praia: (Risa a carcajadas) ¿El trabajo de quién es? Tienes que creer en lo que estás haciendo. Todo lo que se habla sobre nosotros es importante. Las personas tienen un pensamiento errado sobre nuestro trabajo. Yo soy la Ciganinha da Praia y estoy aquí trabajando en el cuerpo de este hijo. Para nosotros no hay diferencia.
Mariana: ¿A la señora no le incomoda no estar vestida como las otras?
Ciganinha da Praia: ¿No estás viendo que estoy usando pollera?
Mariana: Disculpe, no consigo verla a través de su hijo.
Ciganinha da Praia: Bien que yo podría estar más bonita ¿Dónde está mi cigarro? Hoy no me dieron nada.
Mariana: No se preocupes señora, voy a encender un cigarrillo y ya vuelvo.
Mariana: ¿Y qué es lo que la señora, Ciganinha da Praia está haciendo aquí, en este cuerpo de este hijo en Argentina?
Ciganinha da Praia: ¡Ah! Mi historia es muy larga. Puedo decir que cuando estaba en tierra vivía en un campamento junto al Exu Giramundo. Él viene en este hijo y yo acabé viniendo también. Pero el Giramundo es muy cerrado, no le gusta tanto la conversación. Yo soy diferente.

A esa hora los toques ya estaban por terminar. Prometí en una próxima fiesta llevar una hermosa copa de regalo. Ella se rió y dijo que, si yo iba otras veces, volvería para contarme más sobre su historia.

Entramos en el salón y me quedé observando el momento de despedida. Hasta llegar su turno, la Ciganinha da Praia bailaba sutilmente con pequeños pasos hacia adelante y hacia atrás, expresando su presencia en el cuerpo del hijo al sostener su cigarrillo con una mano levantada a la altura de los hombros, puños relajados y otra mano apoyada en la parte inferior de la espalda. Siempre con una leve sonrisa en los labios. Muy diferente de la postura que caracteriza al Exu Giramundo, con pasos largos y pesados, cuerpo erecto y expresión facial muy seria. Era su Giramundo a quien todos estaban esperando, su médium estaba elegantemente vestido con un pantalón negro, una elegante camisa y un chaleco del mismo color. Las bebidas y los cigarrillos eran para él, ya que nadie esperaba la visita de la Ciganinha da Praia.

Al final de la fiesta, el médium fue a preguntar a mãe Paula por qué su cigana conversaba conmigo. Quise saludarlo, pero me sentí avergonzada. Él parecía aturdido después de la incorporación.

La sesión llegó a su fin. Era la hora de arreglar y limpiar el templo, esperé a las chicas conversando con mãe Paula que recordaba la sorpresa de la llegada de la Ciganinha da Praia y la confusión en la cabeza del médium. Mãe Claudia, también presente, preguntaba si la Quimbanda en Brasil era parecida a la practicada en Argentina. Respondí que por lo que pude constatar, las religiones afro practicadas en Argentina tienen gran influencia y conexión con los estados del sur de Brasil, que desafortunadamente no conozco tan bien. Por otro lado, respecto a la región en que vivo, puedo afirmar que hay diferencias significativas. Por ejemplo, hablar de ceremonias de «Quimbanda» no es visto positivamente, ya que a ella está ligada la noción de maldad y de hechicería ruin. La Quimbanda es separada de la Umbanda, de forma que a la primera se atribuye la realización de trabajos exclusivamente con entidades «inferiores» y menos evolucionadas como Exus y Pomba Giras que no fueron adoctrinadas. En esa «banda»[16] los espíritus se sienten libres para actuar tanto para el bien o para el mal. En cambio, la Umbanda ocupa el espacio de legitimidad social con el discurso de trabajar sólo para el bien y hacer caridad. Los Exus y Pomba Giras bajan y actúan en las sesiones de Umbanda pero ellos están adoctrinados. Ser adoctrinado significa obedecer las reglas y leyes de orixás y/o entidades superiores que actúan en busca de la evolución espiritual. Sin embargo, en la práctica Exus y Pomba Giras, aunque adoctrinados, son entidades dotadas de gran poder y libertad, y no es raro que en los centros de Umbanda más cristianos puedan ocurrir acuerdos y direccionamientos que son considerados moralmente incorrectos.

Terminamos la conversación y tomamos el transporte con Ale y Maro. Seguimos hasta la casa de Ale, ya alrededor de las 3 de la madrugada. Allí, continuamos conversando hasta quedarnos dormidas. Ale es la compañera de Maro, es una hija de santo antigua del Ile y me cedió su casa para hospedarme los días en que iba a San Miguel. Sus historias son interesantísimas y a través de ellas pude comprender la experiencia de lo sagrado vivida y narrada por una médium afroumbandista argentina.

Registro fotográfico hecho por la nieta de Mae Paula, en el fin de la sesión de Quimbanda. Ile Oxum Panda Jeje, San Miguel, 10/06/2017.

Conclusión

Al arribar en Buenos Aires el 11 de abril de 2017 a las 22:30, bajé en la estación de autobuses y fui caminando hasta el lugar en que me quedaría el resto de los cuatro meses, en el Microcentro. Me admiré con las calles anchas, los edificios increíblemente conservados, indicando el cuidado del patrimonio histórico material, la belleza de las plazas y el movimiento intenso de las calles repletas de personas frente a los teatros, en los bares, restaurantes y en las veredas.

Inmediatamente recordé Salvador, la primera capital de Brasil y ciudad que elegí para vivir. Tierra dotada de belleza y rico acervo arquitectónico y paisajístico. Sus caserones coloniales cuentan la historia de Brasil y atraen turistas todo el año, sin embargo, el descuido en conservar ese patrimonio es una dura realidad. Falta sensibilidad en la mirada de los gobernantes mientras que se expande entre la población la falsa idea de que la destrucción de lo antiguo es la consecuencia de la modernización. El resultado de ello está en los edificios y casas cayéndose a pedazos, un centro histórico abandonado y las plazas que en vez de ser ocupadas para el ocio del pueblo están a punto de transformarse en estacionamientos. ¡En Buenos Aires no! Esa primera impresión que me llevó a cuestionarme sobre mi lugar continuó y no cambiará. De hecho, los argentinos además de preservar muy bien materialmente su memoria, no olvidan ni por un segundo el pasado y utilizan ese conocimiento para transformar su historia.

Durante la caminata los recuerdos no cesaban, ahora eran sobre mi historia. Yo misma vivo en uno de esos caserones del Centro histórico. Esos lugares que antes abrigaban a la élite de descendencia europea hoy sirven de vivienda para estudiantes y personas de diversas ocupaciones, profesiones y razas. El pensamiento oligárquico aún se hace presente, las iglesias católicas dominan y los ancianos mantienen las tradiciones del barrio en forma de procesiones y decoraciones de santos en las fachadas de las casas. En mi caso, vivo con mi compañero que también es negro. Yo, una estudiante de postgrado, él, un músico percusionista. El tono oscuro de la piel de mi compañero da lugar a las demostraciones de racismo más descaradas, contrariamente a lo que sucede conmigo, que tengo una piel de tono más claro y rasgos «más finos». Siendo clasificada como «morena», tengo más posibilidades de aceptación social. Juntos, ya pasamos y presenciamos situaciones opresivas de discriminación racial en nuestro barrio, lo que nos obligó a dejar de frecuentar algunos establecimientos locales.

Pero ¿qué tiene que ver con la arquitectura de Buenos Aires? No mandamos en nuestro pensamiento. Sólo escribo lo que pasó en mi cabeza en el momento en que pise suelo porteño y me encontré con la grandeza del lugar. Pero una cosa es cierta, esas memorias parten de mi experiencia social, lo que traigo conmigo, está marcado en mi cuerpo y es imposible de dejar atrás. Aunque animada, estaba preocupada. ¿Cómo sería vivir en Buenos Aires?

Esta narración intencionalmente en forma de diario revela descubrimientos y retrata el proceso de alteridad intrínseco al trabajo etnográfico. Principalmente cuando se realiza fuera del lugar de origen o de donde el investigador toma como referencia para su constitución identitaria. Me refiero a ese movimiento de ir y venir, propio de quien se lanza la investigar más allá de su espacio físico e ideológico. Cuando estamos fuera, viviendo en un país extranjero, nos encontramos con «el peso del ancla» que son nuestros valores culturales. Estos moldean y orientan la mirada y las sensaciones hacia lo nuevo, hacia lo otro. Esto significa que, en tanto sujetos inmersos en determinados contextos históricos y culturales, nos volvemos susceptibles a experiencias continuas de extrañamiento, aproximación, acomodación, conflicto, traducción, interpretación y sentido. Bajo esta perspectiva, reafirmo la capacidad del texto etnográfico cuando enfatiza el lugar de habla del autor y de las otras voces integrantes.

No debemos perder de vista el respeto al flujo de la narrativa al fijar textualmente la experiencia vivida. Tanto más si estamos tratando de religiones de matriz africana en que la oralidad no significa mera abstracción.

Por eso, como autora no dejo de declararme mujer negra, nordestina y afro religiosa. Estas atribuciones identitarias cargan estereotipos negativos, tanto en Brasil o en Argentina. Están impregnadas en los detalles de la vida cotidiana. Se materializan en una simple mirada o en la imponencia del ambiente académico como pude constatar a lo largo de mi trayectoria siendo alumna de una universidad del nordeste[17].

En fin, encaro de modo especial mi experiencia en Argentina. Fui bien recibida en todas las casas y templos de religiones afro que visité. Desafortunadamente no fue posible escribir sobre todas las visitas, aunque han sido de gran valor. Creo que el hecho de presentarme como hija de santo[18] ayudó a una relación horizontal y particular. Reforcé lazos que sobrepasaron la categoría investigadora-interlocutores e hice amistades que me abrieron las puertas para vivir intensamente más allá de las tarjetas postales.

[1] RICOEUR, Paul. Tempo e Narrativa. Tomo1. São Paulo: Editora Martins Fontes, 2012 (p.27) [En español: RICOEUR, Paul (2004) Tiempo y narración. Tomo I. México: Siglo XXI, p. 50.]

[2] Deidad asociada a los mares y océanos en las religiones de matriz africana.

[3] Templos afrobrasileros, lugar donde se practican las ceremonias.

[4] Religiones afrobrasileras que se encuentran en el nordeste de Brasil: el Candomblé en Bahía; el Xangô en Pernambuco; el Catimbó en Pernambuco y Paraíba; y el Tambor de Mina en Maranhão.

[5] Sobre este asunto ver Bastide, Roger (1958) O Candomblé da Bahia: rito nagô. São Paulo: Companhia Editora Nacional

[6] “Nación pasó a ser, de este modo, el patrón ideológico e ritual de los terreiros de Candomblé de Bahía” ver Costa LIma, V. (1978) O conceito de “nação” nos candomblés da Bahia. Afro-Ásia. Salvador, CEAO, 65-90 (p. 77).

[7] El término “macumba” en esta frase no tiene una connotación peyorativa, sino que refiere a una manera frecuente en que los propios adeptos denominan a las religiones de matriz africana, siendo empleado aquí como una expresión emic.

[8] Fuente: http://www.brasil.gov.br/cidadania-e-justica/2013/11/estudo-aponta-distribuicao-da-populacao-por-cor-ou-raca

[9] Instituto Brasilero de Geografía y Estadística.

[10] Acto ritualístico en que los mediums incorporados realizan una limpieza energética a través de movimientos específicos, como por ejemplo la imposición de manos o el chasquear los dedos.

[11] Casa religiosa.

[12] Término utilizado para identificar a los responsables de tocar los instrumentos rituales. El mismo que ogans y alabês.

[13] Tema de la tesis de doctorado que desarrollo actualmente en el Programa de Posgrado en Antropología (PPGA/UFBA, Salvador-Brasil).

[14] Local de asentamiento de la entidad Ogum Megê.

[15] Expresión usada en Brasil entre los practicantes de la religión afrobrasilera.

[16] Expresión emic que significa “lado”.

[17] Para saber más sobre la invisibilidad académica de la producción del norte y nordeste ver Campos e Reesink. Mudando de eixo e invertendo o mapa: para uma antropologia da religião plural, Religião e Sociedade, Rio de Janeiro, 31(1): 209-227, 2011. http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0100-85872011000100009&lng=en&nrm=iso&tlng=pt

[18] Practicante de la religión de matriz africana en Brasil.

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Mariana Moura

Mariana Moura

Mariana Moura es doctoranda en antropología en la Universidade Federal da Bahía. Realizó estudios sobre la Umbanda en Salvador, Bahía.
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