por José Casanova (Georgetown University)
Este es un trabajo de reflexión y síntesis que reúne los frutos de la dedicación de una década de Roberto Cipriani a las encuestas en profundidad sobre la religiosidad italiana y de su compromiso crítico con las teorías más amplias de la secularización, particularmente con la teoría de «religión invisible» de Thomas Luckmann. De cierta manera, el concepto de religión «difusa» sirve como un reactivo adecuado, casi como un antídoto, a los dos principios centrales de las teorías de la secularización y de las teorías de la modernidad en las que se basan. El primero es la supuesta ruptura radical y la distinción binaria entre «tradición» y «modernidad». El segundo es la idea de una diferenciación clara y rígida entre las esferas «secular» y «religiosa». El concepto de religión «difusa» está destinado a difuminar las diferenciaciones claras de límites, tanto de la frontera temporal entre la religión tradicional y la modernidad secular, como del límite espacial entre la religión eclesiástica y la secularidad moderna. De hecho, según Cipriani, «religión difusa» es el espacio donde se encuentran y se mezclan de una manera indiferenciada: tradición y modernidad, religión y secularidad. La imagen que quiere transmitir es la de un precipitado histórico incontrovertible en el que coexisten la modernización, la secularización y la persistencia de la religión. Por ello, la religión difusa y la secularización difusa aparecen entonces como dos caras de la misma moneda.
A diferencia de la idea de ruptura o separación, el concepto de «religión difusa» evoca las imágenes de persistencia en el tiempo y de un continuum laxo. La persistencia está mediada por la socialización implantada a través de la familia, incluso cuando los enlaces con la religión oficial de la Iglesia parecen inexistentes. El continuum se extiende laxamente desde un extremo de la religiosidad oficial de la Iglesia (tanto a-crítica como crítica), a través de diferentes formas de religión difusa (con diversos grados de separación y modos de relación con la religiosidad de la Iglesia) hasta el otro extremo de una minoría no religiosa donde todavía se pueden detectar, sin embargo, los restos y residuos de la religiosidad rechazada.
Los «valores» parecen ser los eslabones compartidos dentro de este continuum. De hecho, para Cipriani, «mucho más que los rituales y las creencias», los valores parecen constituir «el contenido esencial de la religión» (p.200). A menudo usa los términos «religión difusa» y «religión de valores» casi intercambiablemente, y también se refiere a «una religión de valores difusos» y a una «religión difundida por medio de valores». Afirma: «El núcleo esencial de la religión difusa se encuentra precisamente en este conjunto de valores sobre los cuales se basa la posibilidad de compartir perspectivas y prácticas y que permite reunir a católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, en el mismo terreno de la acción social «(p.205).
Cipriani reconoce claramente que algunos de esos valores, particularmente aquellos como «libertad cívica» y «pluralismo ético», están en desacuerdo con la Iglesia Católica e incluso escribe sobre la creación de «un público espacio … donde la religión no es la única referencia, y otras perspectivas entran en juego, creando alguna forma de defensa contra la influencia de la Iglesia Católica y su socialización religiosa «(p. 208). Esto introduce la pregunta fundamental acerca de la fuente moral de los valores seculares modernos y su relación con los valores cristianos. Usando un perspectiva «durkheimiana», se podría argumentar que las virtudes, costumbres y hábitos del corazón que las sociedades modernas necesitan para la integración social y para la reproducción generacional pueden provenir no sólo de la religión y de la familia, sino también de las muchas instituciones y asociaciones de la sociedad civil (que en el caso de Italia, de cualquier manera, están estrechamente vinculadas en caso con el catolicismo). La religión es en efecto, una de las fuentes importantes de la moralidad cívica moderna, pero solo una de ellas. Hay muchas otros fuentes de moralidad secular que también contribuyen a la moralidad cívica.
Por ello, este espacio público de la sociedad civil mencionado por Cipriani es tanto el lugar de la religión difusa y de la secularidad difusa, el espacio donde ambas tradiciones se encuentran y fusionan. Italia puede ser un caso particular en donde la influencia de la religiosidad aparece mucho más visible que la influencia de la secularidad. Pero en otros contextos, en otras sociedades seculares modernas, los niveles de visibilidad e invisibilidad de la religión y la secularidad pueden parecer algo diferentes. Esto lleva a pensar, entonces, en la relevancia del concepto de «difusión religión» más allá de Italia. Además de mostrar claramente la relevancia incuestionable del concepto para capturar los matices fenomenológicos, las ambigüedades y ambivalencias del continuum religioso-secular en Italia, el libro también tiene como objetivo proponer, sino demostrar, la relevancia de el concepto de «religión difusa» no solo para otras sociedades occidentales modernas seculares cristianas, sino también para otras sociedades no occidentales con tradiciones religiosas muy diferentes.
Los mapas culturales de los diversos países del mundo que han sido construidos de acuerdo con las varias versiones de la «Encuesta Mundial de Valores» demuestran claramente la importancia de las tradiciones religiosas en los agrupamientos de países de acuerdo con determinados valores culturales similares que pueden no depender de su proximidad geográfica, por lo que se puede hablar perfectamente de espacios «geo-religiosos». Así los países Nórdico-Luteranos aparecen agrupados conjuntamente. Pero las sociedades ibéricas, latinoamericanas y las Filipinas también parecen estar agrupadas «geo-religiosamente» pese a estar separadas por el océano Atlántico y océano Pacífico. Las sociedades musulmanas también aparecen agrupadas, así como las sociedades Confucionistas/Budistas de Asia del Este. Por lo tanto, el concepto de religión «difusa» podría ser relevante en cualquier contexto en el que determinadas religiones hayan sido dominantes durante siglos y hayan tenido que enfrentar dinámicas modernas de secularización. Pero para probar su relevancia es necesario emprender un análisis histórico-comparativos de los tipos y modos de religiones difusas. Dado que hay muchas variedades de religiones oficiales establecidas, siendo la religión eclesiástica cristiana solamente una en particular, probablemente hayan muchos tipos diferentes de religión difusa en relación con los diversos modos posibles de religión oficial. Por ejemplo, en contextos como Asia del Este donde la(s) religión(es) oficial(es) pueden no haber tenido ninguna institución eclesiástica y pueden haber estado compuestas por varias tradiciones religiosas (confucianismo, budismo, taoísmo, etc.), la religión para la mayoría de la población puede haber sido siempre principalmente «difusa».
Alternativamente, el tipo de religión difusa también puede verse afectado por la dinámica histórica particular del proceso de secularización en cualquier sociedad específica y el tipo de secularidad que emerge con un mayor o menor grado de conflicto o colaboración con la religión oficial. Por lo tanto, la religión difusa de la España católica latina contemporánea puede ser significativamente diferente de la de Italia, dada la fuerte polarización entre el laicismo anticlerical y el clericalismo anti-secular. En tal contexto, puede haber mucho menos espacio tanto para la religiosidad difusa como para la laicidad difusa entre ambos extremos. Estas posibilidades muestran la relevancia del concepto de religión difusa para una sociología de la religión global, comparativa e histórica.
El libro (en inglés, aún no hay traducción al español) se puede adquirir AQUI
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