reseña de Felipe Gaytán Alcalá (Universidad La Salle, México)
En los últimos años el interés académico y político sobre las iglesias evangélicas en América Latina ha girado en torno a su acción partidista y las bancadas legislativas que han construido en países como Brasil, Chile y Colombia. Quizá una diferencia notable se da en los abordajes entre México y Argentina. Mientras en el primero los análisis se han centrado en identificar el conservadurismo de la acción política de los grupos evangélicos, en el segundo el eje ha sido analizar la construcción de una identidad religiosa y social alrededor de comunidades de fe que buscan participar en temas sociales de distinta índole, pero también han señalado que los límites la dinámica política argentina ha impedido que surjan como actores políticos, con partidos que entran a la competencia electoral y, en su caso, lleguen a conformar bancadas legislativas. Los estudios argentinos han insistido, a diferencia de otros países, que los evangélicos que participan en lo social y lo político no pueden ser vistos como conservadores sólo porque algunas denominaciones han articulado una agenda política electoral con una carga moralizadora que buscan incluir en las leyes y las políticas públicas. Según Pablo Semán, Joaquín Algranti, Marcos Carbonelli, Mariela Mosqueira y otros, este juicio ha derivado en una actitud tendiente a la “evangélicofobia” la cual puede ser desmontada si comprendemos las múltiples formas de la fe del mundo cristiano, las redes sociales que tejen entre ellos, las diferencias y tensiones derivadas de sus modelos de organización, las líneas de acción social que han implementado para responder a las necesidades sociales de sus fieles pero también comprender la misión que consideran que Dios ha depositado en ellos de llevar la palabra divina al exterior de su congregación para alertar de las amenazas que derivan de la relativización de los valores y llamar a la conversión al mundo secular.
Es en esta lógica que el libro de Mariela Mosqueira titulado “Santa Rebeldía, juventudes evangélicas en el Gran Buenos Aires”, publicado por la Editorial Biblos en 2022, ofrece una comprensión del discurso y actuar de los creyentes evangélicos al interior de sus comunidades a través de redes sociales, el desafío a sus instituciones en lo que denominan el tradicionalismo y, sobre todo, el tránsito por el mundo secular sin perder sus principios de fe y ni su pertenencia comunitaria. Mariela Mosqueira nos ofrece un entendimiento de ese mundo a través dela categoría juventud, concibiendo que dicha categoría etaria es una construcción de la modernidad disruptiva al caracterizar la transición vital de los jóvenes a la adultez como “inestable” en la que se cuestionan las creencias, las prácticas e incluso la pertenencia a su iglesia. Los jóvenes son construidos como rebeldes, inestables,“hormonales” que requieren, de un eje adultocéntrico que debe hacer valer la autoridad desde lo masculino: Dios – Padre, Pastor – Padre, Padre- autoridad del hogar.
“Cuando vengas vas a entender muchas cosas” es la frase que abrió las puertas de esta investigación y que profirió Martín,un amigo-compañero de trabajo de la autora cuando trabajaba en un call-center durante su época de estudiante de grado y que la llevó a cuestionarse porqué alguien tan joven como ella en ese momento tenía un modo de ser tan distinto al propio. Martín cumplía sus labores con disciplina, sus momentos de descanso eran destinados a la lectura bíblica y se abstenía de participar en espacios de ocio laboral.Esa misma frase aplica hoy a los lectores de esta obra, pues a través de sus páginas comprendemos porque los jóvenes se mantienen en sus iglesias y comunidades en los que las normas y discursos parecen dejar poco margen a la libertad de la “juventud” cuya idea de rebeldía domina el imaginario social sobre todo desde una perspectiva adultocéntrica que lo permea. Frases proferidas por diversos personajes como Salvador Allende“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”ligado a lo que consideran una etapa transitoria que cambiará al convertirse en adulto “de joven incendiario, de viejo bombero”. En este sentido parece un contrasentido el título del libro “Santa Rebeldía”, pues la santidad implica obedecer a Dios, mientras que la rebeldía es un ejercicio de desobediencia a lo divino y más cercano a la figura del mal encarnada por Satanás.
He aquí lo magistral del trabajo de investigación de Mosqueira. A través de esta categoría émica Santa Rebeldía, explora el sentido simbólico de lo juvenil en las comunidades evangélicas en tres tramas que van construyendo ese marco identitario que desafía lo convencional y lo tradicional de ser evangélico. Una primera trama refiere al itinerario simbólico de la cosmovisión evangélica sobre la condición juvenil; segundo, el itinerario social-jerárquico se centra en las tramas interaccionales de los jóvenes cristianos, las posiciones que ocupan, las distancias y disidencias que desenmascaran que la identidad juvenil evangélica no es una esencia, no es homogénea, no es horizontal,y mucho menos está exenta de tensiones y conflictos. Tercero, el foco está en la “revolución de santidad” en tanto proyecto identitario que propone abordar temas que se consideran profanos y amenazantes para la práctica de la fe pues se los considera contaminados por el mundo exterior en el que domina el mal: la participación política, la moral sexual y el rock que ha transitado de ser considerado una alabanza al Diablo -como lo señalaban los pastores de décadas atrás- a un movimiento evangelístico de rock que se ha extendido en las comunidades evangélicas e incluso en los circuitos seculares de la industria musical.
Antes de describir las tres tramas mencionadas es necesario realizar algunas consideraciones. Una de ellas es el aporte del libro al debate sobre el concepto de lo juvenil en el mundo de las ciencias sociales y su comprensión en la sociedad moderna occidental. El concepto se configurará como una etapa de la vida transitoria hacia la adultez caracterizada por la incertidumbre, la rebeldía y la promesa de futuro que representan frente a las generaciones que le anteceden. Ser joven desde las perspectivas de la modernidad es estar en un umbral de cambio e incertidumbre en el que se construyen multiplicidad de significados:conflicto con la autoridad cualquiera sea esta, foco del mercado de consumo adolescente por la industria cultural, cambio social de los marcos de convivencia derivado del cambio generacional (juventud, futuro de la sociedad), etc. A lo largo del primer apartado se van decantando las formas simbólicas heurísticas construidas en la modernidad y su significado en las trayectorias socio-vitales de los individuos. En ese mismo apartado la autora construye una perspectiva de lo juvenil en la historia de la Argentina a la par con la condición de ser joven evangélico en ese mismo contexto. Desde los años 60´s con el desarrollo de las industrias culturales, la influencia de la cultura de masas proveniente de Estados Unidos y los golpes militares que cambiaron el espectro político e instauraron un régimen represivo policial en lo que ser joven se convirtió en una sospecha de activismo político, para el mundo evangélico ser joven en ese contexto era estar acechado por el mal y el diablo. El retorno a la democracia en los 80´s y 90´s marcan un cambio en la participación juvenil, el activismo político retorna con fuerza en la arena política y aparece el movimiento de rock en tu idioma. A pesar de este cambio cultural y político parecería que los grupos de jóvenes evangélicos no tenían una incidencia mayor y la tutela de las jerarquías de las iglesias, sus organizaciones tomaron la voz y hablaban por ellos. El punto de inflexión del resurgimiento de la nueva generación evangélica se dio en la reunión multitudinaria del Obelisco en el centro de Buenos Aires con la convocatoria más grande según medios cristianos en los que uno de sus carteles rezaba “Los jóvenes ya no somos el futuro, somos el presente con Jesús”. No fue sólo un evento misional sino de posicionamiento político y de visibilidad cultural en un contexto de cambio enarbolando la defensa de la vida, la familia y un modelo de juventud específico centrado en Jesús. Pero este momento también marcará un cambio en la relación de las nuevas generaciones consus autoridades religiosas y las formas de entender el mundo secular al que tanto les habían dibujado como la zona del mal.
Otro aspecto destacado del libro es la estrategia teórico-metodológica que desarrolla Mariela Mosqueira cuyo aporte será importante para los estudios de lo religioso en la región. La autora construye su itinerario de investigación desde una perspectiva reticular del fenómeno religioso de los textos, las narrativas y el trabajo etnográfico en el que va dando cuenta de las redes de vinculación en el mundo juvenil cristiano y lo hace no desde la explicación de las estructuras normativas que se imponen a los individuos sino desde las interacciones empíricas para comprender cómo se articulan y cómo emergen esas mismas estructuras. Y lo hace desde lo que propone Howard Becker en su obra sobre los mundos artísticos y los tipos sociales donde a través de las interacciones se va construyendo el sentido y significado que el mundo tiene para los participantes y no desde la estructura que impone una noción normativa a los actores religiosos. El texto de Mariela desarrolla acuciosamente un modelo de análisis de redes sociales en lasque a través de nodos y posiciones revela la densidad de las relaciones y la asimetría en un mundo que suponemos no es tan diverso ni tan distante. Este modelo servirá como referencia para futuras investigaciones en el campo de las investigaciones del fenómeno religioso en América Latina, no porque no se haya explorado antes sino por la forma tan didáctica como presenta y que, además de los resultados obtenidos, nos revela lo que pocas veces en los libros: el andamiaje, la obra negra del documento que, en analogía con la construcción inmobiliaria, los arquitectos tratan siempre de ocultar para mostrar sólo lo estético y funcional.
Con estas acotaciones, los lectores podrán entonces entender cómo se construye la condición juvenil en el mundo evangélico, y con ello comprender de manera indirecta porque se ha convertido en un ámbito de tensiones y convergencias, integración y diferenciación. Al contrario delo que se piensa que son los jóvenes los que más se alejan de la fe. Las tramas descritas en la obra oscilarán en la dualidad permanente:imaginario negativo/ imaginario positivo; padre rebelde/hijo obediente;tentación/santidad; sujeto exitoso en lo social/subalterno en la política; música mainstream/underground.
En la primera trama podemos ver el itinerario simbólico en el que se muestran las tensiones y conflictos generacionales en las distintas comunidades evangélicas. En este apartado la autora nos muestra la prevalencia de un imaginario institucionalizado sobre los jóvenes como una dualidad en pugna. Por un lado, la condición juvenil posición subalterna al considerarla un imaginario negativo (polo pasivo):inseguro, ocioso, apático, desviado, víctima. Por el otro, el imaginario positivo (polo activo) desde el cual se considera el futuro y el rebelde o revolucionario. La santísima rebeldía se construye en estos polos simbólicos y en los que los discursos han apuntado a transformar el polo pasivo en la obediencia de Dios mientras que el polo activo es ser rebelde pero no con su comunidad sino ser rebelde dentro de la rebeldía del mundo secular, subvertir las estructuras demoníacas. Quizá esta dualidad de la Santa Rebeldía resume en mucho la paradoja a la que se enfrenta el lector y que pareciera no tener solución similar a la paradoja de sentido ilustrada en la comunidad de mentirosos donde uno de ellos exclama “todos mienten”.
La segunda trama refiere a la densidad en las relaciones intra e inter generacionales en la comunidad evangélica, las relaciones entre jóvenes que ven su experiencia religiosa desde espacios distintos, los vínculos jerárquicos con sus iglesias y los personajes mediáticos nacionales o extranjeros que se han colocado como estrellas de los foros y convenciones frente a liderazgos que vienen desde abajo y desde los márgenes, tanto al interior de la comunidad como fuera de ella. Mosqueira realiza un trabajo interesante de Análisis de Redes Sociales cuya contribución es doble, por un lado, revela la densidad en las relaciones, los sociogramas (radiografías relacionales) de un universo complejo y caótico a la vista de un observador externo, pero por otro revela los recursos metodológicos para construir un modelo semejante en temas similares y en otros contextos.
La tercera trama se centra en dimensiones emocionales vitales de los jóvenes evangélicos como es la moral sexual y la música en la que como un todo se implica el cuerpo, la mente, el deseo, la vivencia de su fe.La moral sexual se revela férrea desde la imagen del patriarca (Dios,Pastor, Padre) en el que se condena las relaciones antes del matrimonio,la pornografía y los temas de identidades u orientaciones de género.Para los adultos la regulación del cuerpo y la mente es fundamental como testimonio de la fe en Dios. El matrimonio implica un compromiso entre Dios y la Iglesia (donde Dios es el hombre y la iglesia la mujer) que no debe ser deshonrado. Igual ocurre con el consumo de pornografía al que los pastores han asociado con las desviaciones sexuales, entre ellas la homosexualidad. Para contrarrestar este relativismo moral las iglesias han producido mensajes, canciones, sermones invitando a los jóvenes a noir por ese camino de las relaciones pre-matrimoniales como tampoco consumir pornografía. Lo interesante es el discurso construido que no apela a la prohibición sino a la ética de rebelarse contra la rebelión,transgredir la transgresión reafirmando la fe desde la Santa Rebelión.
Sobre la música evangélica, particularmente el género rock, se han generado polémicas diversas: música satánica, mensajes subliminales denunciados públicamente. Recuerdo que hace años circuló un casete que incluyó una conferencia de un pastor evangélico denunciando los mensajes ocultos del rock. Muchos de los jóvenes en América Latina lo escucharon,católicos, evangélicos, ateos oyeron esta charla más por curiosidad y menos por adoctrinamiento. Mariela realiza un recorrido histórico de los grupos de rock que surgieron en el mundo evangélico, sus carreras e industrias, grupos del underground y el mainstream, al final el texto no califica si la música es buena o no sino su impacto en los gustos, narrativas y emociones de las nuevas generaciones. La música rock evangélica sorpresivamente para el lector no era para convencer del mensaje de Cristo a los chicos de las iglesias sino para llevar el mensaje a las generaciones seculares con las que comparten la experiencia de una época, aunque con éxito relativo en dicha misión.
Como corolario podemos señalar que el libro Santa Rebeldía es un visor que revela la complejidad intergeneracional al interior de las iglesias, donde la fe no se negocia ni se cede en principios, pero sí cambian las formas y métodos de los más jóvenes para ocupar su lugar. En este texto también se acompaña a Mariela Mosqueira en sus vicisitudes, sus dudas. Pero, ante todo, es un documento que marcará un hito en los estudios sobre la religión en América Latina y ayudará a mejorar la comprensión del mundo evangélico tan estigmatizado en los últimos tiempos.
Texto publicado originalmente en la revista Protesta y Carisma.
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