por Juan Pablo Romero (Universidad Nacional de las Artes -UNA)
En ciertos lugares de Buenos Aires, enero “parece Mercedes” -aunque no estemos en Corrientes. La zona sur del Gran Buenos Aires, particularmente, suma historias y relatos de agradecimiento para celebrar al Gauchito Antonio Gil. En esta breve crónica relataré particularidades de algunos de sus altares, así como la organización de sus actores centrales. El relato se centra en cuatro centros de esta devoción popular que visité el día de su fiesta, el ocho de enero: “Santuario nacional del Gauchito Gil” (Alejandro Korn) de Rubén Alfaro; “Gauchito Gil del Loro” (Bernal- Quilmes) de Roberto Antonio Alonso; “Paseo del Gauchito Gil” (Triangulo de Bernal) de Julio Cabrera y “Gauchito Gil de Monte Grande” (Esteban Echeverria) de Alberto Salcedo. De cada uno brindaré una somera descripción, resultado de la breve visita que realicé en esa fecha. Aunque necesariamente superficial, este periplo permite brindar una visión general de las formas que toma su devoción -que no deja de crecer en el conurbano bonaerense.
“Santuario nacional del Gauchito Gil” (Alejandro Korn) de Rubén Alfaro
El 8 de enero de 2023 me encuentra, a las once y media de la mañana y con una temperatura de veintinueve grados, llegando al punto de la Ruta 6, cerca de la Ruta 210, donde se encuentra el actual “Santuario Nacional del Gauchito Gil” de Alejandro Korn . Este santuario antes estaba en el kilómetro 42 de la Ruta 210, pero por motivos particulares se mudó a una nueva ubicación.
A la entrada hay muchos vehículos estacionados. Rubén Alfaro, su referente, está realizando una entrevista para la TV pública francesa. Al terminar, nos da la bienvenida para ingresar al predio. A la entrada, se destaca un arco con cuatro banderas rojas. Tiene la leyenda “la fe es el camino, solo fracasa el que no lo intenta” y el nombre oficial del sitio, con la imagen del Gauchito Gil a la izquierda y de Rubén a la derecha.
Cerca de la acera, hay una casilla con techo de chapa (celeste), donde se encuentra la imagen más “pública” del Gauchito Gil, que está ubicada en el centro y muchas cintas rojas. También cigarrillos, botellas de vino e imágenes de San La Muerte, San Jorge y arreglos florales. El Gauchito Gil está presente en diversos tamaños y también hay velas rojas encendidas. La parte superior está adornada con banderas de agradecimiento. Las paredes están pintadas de celeste y verde, con un árbol en la parte derecha, ilustrando así un paisaje rural. Los exteriores son de color rojo, con varias cintas rojas y negras atadas. Un acordeonista ejecuta algunos acordes de chamamé. Las personas se acercan a escuchar la música y gritan: “¡Viva el Gaucho!¡Viva!.
Detrás, se halla una cerca de madera blanca y luego dos casillas, una a la izquierda y otra a la derecha. En la primera (de color madera) se realizan las curaciones de Rubén (aunque no en este día de fiesta) y la otra con tinglado (frente verde y blanco), parece ser de uso particular. Ambas, como el altar público, tienen el techo con caídas a dos aguas. Para ingresar al predio, hay un portón abierto que es blanco de madera tipo tranquera, con dos palos pintados de rojo a sus lados. En una mesa azul hay una pequeña caja negra, y está la seguridad del santuario.
Luego de caminar unos cien metros, un estacionamiento interno (derecha). Al lado, una galería con columnas de madera roja, techo blanco y frente verde, con plantas en los laterales. En este lugar los presentes realizan una fila para llegar a la “imagen principal” del Gauchito. A la derecha se encuentran un puesto de venta de comida y los baños.
Los dos galpones del fondo son amplios, con techo de chapa, caída a dos aguas. Los frentes de color rojizo en la parte superior e inferior blanco y otro solo rojo. Del otro lado un pequeño escenario para un conjunto que estará presentándose más tarde. Se lee “Replica de la cruz milagrosa”, “único lugar de venta Antonio Gil Núñez la leyenda”. Esto último acompañado con una pintura del Gauchito Gil a caballo (blanco), con calzoncillos cribados, chiripa, bota de potro, cinturón, boleadoras, camisa blanca, poncho al cuello y una vincha (roja). Adentro hay un puesto (santería) con la leyenda “comprando aquí ayuda a seguir creciendo” y “Fundación Santuario Nacional Gauchito Gil.”
La imagen principal, esta ubicada en una vidriera de aproximadamente dos metros. En ese sector no se puede encender velas y los presentes están a la espera de su turno para acercarse.
Hay figuras del santoral católico y de San La Muerte. En un rincón está la Virgen de Lujan, ubicada sobre una mesa celeste con algunas flores, un cofre para dejar dinero y velas encendidas (celestes y rojas). Luego continúan, con distancia considerable y entre guitarras colgadas: San Cayetano, la Virgen de Itatí, Santa Rita, la Virgen de la Medalla Milagrosa, y Santa Catalina. Un poco más abajo una imagen del Gauchito con cintas rojas, dos vinos a sus pies y otras imágenes más pequeñas; en la parte inferior una cruz roja y una madera tallada que dice: “Gracias Gauchito Gil Flia. Brañeiro”.
En el piso hay varias velas rojas encendidas y otras ya consumidas. Alrededor se encuentran personas arrodilladas, otras de pie, tomándose fotografías, dejando algún objeto, o rezando. Las imágenes en la pared continuaban con San Expedito, el Sagrado Corazón, San Antonio, la Virgen del Rosario de San Nicolas, San Jorge y San La Muerte.
Sobre una pared que da al fondo, hay una mesa con mantel rojo y otra más pequeña verde. San La Muerte, de unos cincuenta centímetros aproximadamente, está ubicado en el centro. Este tiene una capa plateada, con dos representaciones pequeñas a sus lados. Un poco más abajo, otras de diferentes tamaños, flores, whiskies, el Gauchito Gil y Santa Catalina. En la parte inferior, dos cuadros pintados (San La Muerte), una cruz en el centro y una caja (alcancía). En el piso algunas velas negras y rojas encendidas.
En otro sector hay un Gauchito Gil de madera, con una cruz al centro: además la Virgen de Itatí, San Pantaleón, San Benito, la Virgen de Fátima y arreglos florales.
Calculo que en este momento habrán unos trescientos creyentes, jóvenes y adultos, pero como hay un movimiento constante seguramente se harán presentes muchos más en las próximas horas. Para facilitar la llegada de devotos/as, una empresa de transporte público local puso a disposición un servicio especial desde Alejandro Korn en distintos horarios. Luego de un rato, continuamos el recorrido hacia otro altar en Bernal.
El Gaucho del Loro
Por recomendación de Alejandro Frigerio, llego a la calle Monseñor de Andrea en Bernal, partido de Quilmes. Hay un puesto con diferentes artículos a la venta, objetos del Gauchito Gil y algunos de San La Muerte: banderas, anillos, cintas rojas, llaveros, vasos, imágenes de diferentes tamaños, remeras, fotos con y sin imán, sombreros, sahumerios, velas, velones, entre otros. Me cuentan que las fiestas se realizan desde hace cinco años, todos los ocho al Gauchito Gil y todos los veinte para San La Muerte.
Sobre la vereda una mesa donde se cobra la entrada. Al ingresar, está el dueño, un devoto del Gauchito Gil, Roberto Antonio Alonso Alonso. Es cordial en su atención, y nos autoriza a recorrer las instalaciones.
Hay tres mesas con ocho sillas cada una, donde las personas comparten bebidas frías y comidas. El salón es una especie de galpón amplio, el techo mitad de loza y chapa, adornado con guirnaldas y globos rojos. Aproximadamente trescientas personas están distribuidas entre la pista y las mesas. La mayoría de los asistentes visten parte del atuendo tradicional: sombreros de ala, corralera, camisa, pañuelo, poncho, faja, bombacha, preferentemente en tonos rojos, botas con espuelas. Esto aplicaba tanto a mujeres como a varones, y algunos tienen alguna de las prendas mencionadas que hacen alusión al Gauchito Gil.
Aunque la temperatura es elevada, ciertamente más de los treinta y cinco grados que marcaba el termómetro, las parejas ocupan la pista. Hay un pequeño escenario y en la pared está pintado el Gauchito. Se utilizan grabaciones de chamamé para bailar -aunque antes de mi llegada han tocado algunos grupos en vivo. Los asistentes parecen tener de cincuenta años de edad en adelante. La danza de pareja enlazada hace que se luzcan habilidades con diferentes pasos, figuras, zapateos y largadas.
Hay otras cuatro mesas largas, con personas sentadas en bancos a los lados. Al fondo del salón se visualiza el altar principal con el Gauchito de casi dos metros de altura (luego se describirá) y San La Muerte, al lado hay un buffet. Antes de llegar, tres imágenes de la Virgen de Itatí están presentes, en una mesa y una vela encendida.
Roberto “El Loro”, amablemente abre la vidriera para dejarme ver en detalle a la imagen principal del Gauchito Gil. Tiene a sus pies botellas de caña y de vino con pequeñas imágenes del mismo, flores rojas, luces led blancas, banderas y cuadros en su honor, la pared pintada de rojo. Al lado, San La Muerte, con un fondo negro y una capa dorada. En la parte inferior, copas y varias bebidas alcohólicas. También veladoras y otras figuras más pequeñas del santo. Hay un sector aparte donde están encendidas velas rojas.
En otra mesa (lateral derecha) otra Virgen de ltati, un pequeño Gauchito y dulces para compartir con los presentes.
Seguidores y seguidoras del Gauchito Gil danzan con alegría y parecen no percibir el agobiante calor. Bailan y dan sapukais a su santo popular. Para ellos (pero también para mí) un día inolvidable, que seguramente quedará marcado en sus memorias. Hago una nota mental de volver pronto, mientras me alisto para continuar el viaje hacia el santuario de Julio Cabrera, uno de los más antiguos e importantes del conurbano.
Veinte años del Gauchito Gil en el Triángulo de Bernal
El paseo del Gauchito Gil Triangulo de Bernal de Julio Cabrera es un santuario muy público, ya que está sobre la calle Dardo Rocha.
El camino está cortado al tránsito vehicular, y hay personas en las inmediaciones. De un lado un grupo de jóvenes con banderas de equipos de futbol barrial y reproduciendo música en un dispositivo. Sobre la vereda opuesta próximo al altar del Gauchito Gil, hay tres parejas bailando chamamé y otras personas alrededor observando y aplaudiendo; comparten bebidas y graban lo que acontece con sus celulares.
Al llegar al espacio (a un lado de la vereda), hay un sitio donde encienden velas de color rojo (lo que se solicita) y algunas blancas. Frente a él, se encuentra un móvil policial. La pared esta pintada con un Gauchito Gil a la izquierda, varias placas de diferentes tamaños con agradecimientos. Hay una cruz roja con diseño de herrería. Luego una pintura de San La Muerte sentado, junto a otro Gauchito Gil de madera con una bufanda roja y una alcancía.
Otro Altar tiene al Gauchito Gil de yeso, con una cruz, y un billete norteamericano. El fondo, da notoriedad a dos diplomas de reconocimientos. Hay dos sombreros a la derecha, un rebenque, y un arco con flecha (de pueblo originario). A la izquierda rebenques, cantimplora y faja. En la parte inferior botellas de vino, whisky, caña, vela y San La Muerte, con algunas flores.
San La Muerte tiene su espacio, sentado en un trono de color dorado y apoyado en una especie de mini columna, estilo griego. A su alrededor otras imágenes más pequeñas del mismo, una calavera, bebidas alcohólicas, y flores. Debajo una pintura representándolo en un caballo y con adornos florales.
La imagen principal está detrás de una reja, con globos plateados y el número veinte. Las personas hacen largas filas para llegar y encenderle una vela. El Gauchito Gil tendrá aproximadamente tres metros de alto. Tiene los brazos abiertos, a diferencia de la imagen más difundida. En su hombro derecho una bandera argentina.
No pudimos hablar con Julio Cabrera, el fundador de este santuario que ya es una referencia ineludible de la devoción al Gauchito en el conurbano bonaerense. Además de sostener el culto, agrandar cada vez más el santuario y realizar obras de caridad con el apoyo de otros fieles, Julio debe lidiar con los intentos nocturnos de vandalización del lugar. Durante el día, sin embargo, el clima era armonioso, como siempre. En una de las paredes de los altares estaba la leyenda “Paseo del Gauchito Gil 2003-2023”, que orgullosamente daba cuenta del vigésimo aniversario del sitio.
Es notable el volumen que va tomando el santuario, y la cada vez mayor concurrencia, teniendo en cuenta que el espacio donde se encuentra es algo acotado, en la vereda y casi sobre la calle, frente a una gran plazoleta.
De este cálido lugar partimos al santuario de Monte Grande, otro baluarte de la devoción bonaerense.
Alberto y su Gauchito Gil
Sobre la calle Vernet en el partido de Esteban Echeverria está el Gauchito Gil de Monte Grande fundado por Alberto Salcedo. Muchas son las personas en las inmediaciones del lugar compartiendo bebidas. Al ingresar hay mesas alrededor de una pequeña pista, y en el escenario un conjunto (guitarra, acordeón, bandoneón) que brinda un espectáculo a los presentes.
Los bailarines danzan abrazados de diferentes maneras, cuerpo a cuerpo, mejilla con mejilla; se escuchan los zapateos y el sonido de espuelas con el parará. Algunos hacen el paso hamacado del chamamé, otros el cruzado, arrastrado y otros improvisan en el momento. Hay parejas compuestas por personas del mismo sexo (mujeres). También algunos se mueven con un Gauchito Gil en las manos como compañero. Se percibe la diversidad de edades, entre niños, jóvenes y adultos.
Tanto mujeres como hombres tienen algún motivo de atuendo litoraleño: bombacha, corralera, camisa, sombrero, pollera, entre otros. En los diseños se puede visibilizar alguna alusión al Gauchito Gil, como el estampado de un chaleco.
El altar principal se encuentra al fondo del salón. Dentro esta la figura del Gauchito Gil de yeso con un agregado de un sombrero (ala de 2) y poncho rojo estilo salteño. Detrás hay varias banderas rojas y globos. A sus pies se encuentran cruces e imágenes pequeñas; delante, velas y velones rojos encendidos. En el mismo lugar se vendían artículos en una especie de santería.
A la derecha se encuentra San La Muerte con otras imágenes, pero en esta oportunidad detrás de unas rejas. A su lado sobre la pared, una curiosidad: un recordatorio a Gilda. Luego continuaba el buffet donde se venden bebidas y comidas.
Finalizando, es interesante como se integran varias generaciones para celebrar. El lugar da cuenta estar abierto hasta altas horas de la noche.
A las ocho de la noche terminamos el recorrido. Los cuatro altares que visitamos durante el día superaron todas nuestras expectativas.
Cada uno con su impronta, única e irrepetible. Se nota el trabajo de cada uno de sus fundadores y el acompañamiento de sus seguidores.
El Gauchito Gil siempre al lado de San La Muerte y él chamamé acompañando las celebraciones. Antonio Mamerto Gil Núñez, esta presente de diferentes maneras en quienes todavía hoy lo recuerdan, y transmiten su memoria y culto de generación en generación.
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