por Nicolás Viotti (FLACSO/UCA-CONICET)- Fotos: M.A.F.I.A para lavaca
El pasado 7 de Agosto el fenómeno de devoción a San Cayetano, manifestación católica masiva para pedir trabajo al santo de origen italiano del barrio de Liniers, ha vuelto a tener protagonismo en el contexto de crisis social y crecimiento del desempleo impulsado por el actual gobierno. La renovada visibilidad que tuvo el evento se sustentó en dos rasgos: el crecimiento numérico de devotos afectados por la crisis laboral y una marcha alrededor de la consigna “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo” que, como mostraron los sociólogos Verónica Giménez Beliveau y Marcos Carbonelli en su artículo en la revista ANFIBIA, reclutó católicos con una histórica vocación de intervención pública, intensificada por algunos usos de la sensibilidad social del nuevo Papa, movimientos sociales y el sindicalismo combativo.
Ese evento movilizó también una serie de intervenciones expertas sobre el significado social de la devoción, estas pusieron en escena una serie de modos de pensar la relación entre religión y política fuertemente arraigadas en la Argentina. Sobre todo se insistió en la devoción a San Cayetano como “termómetro social”, un recurso que al menos desde la década de 1980 es utilizado como modo de visibilización y de legitimación pública del culto. A diferencia de otros tipos de devoción a santos católicos populares, el tema del “pedido de trabajo” parece investir a esa práctica religiosa de un tipo de legitimidad imposible de encontrar en otras de esas manifestaciones que se concentran en pedidos más “privados” como la salud, el amor o el éxito en un examen. De ese modo santos como San La Muerte o el Gauchito Gil son mucho más estigmatizados y únicamente reivindicados como “folklore” o “supervivencias”.
No quedan dudas que el fenómeno es la punta de un iceberg que permite mirar diferentes modos de articulación entre sectores populares, religiosidad, trabajo y política. Lo significativo es el lugar marginal que el sistema de reciprocidad que el pedido a San Cayetano supone adquiere en esos análisis. Lugar marginal que supone dos movimientos simultáneos. En primer lugar, porque se asocia a ese sistema de reciprocidad con una lógica utilitaria que se identifica, además, con una cultura neoliberal difusa. En segundo lugar, porque se separa tajantemente acciones individuales de colectivas como si la política sólo existiese en el orden de lo colectivo, desconociendo la dimensión micropolítica del pedido a un santo y, además, desconociendo la posibilidad de que las mismas personas, en momentos diferentes, recurran al santo y participen en movimientos de reivindicación social.
Un ejemplo de ese tipo de miradas aparece, por ejemplo, en el periodismo especializado y también en alguno enfoques de las ciencias sociales. En una entrevista reciente a la socióloga Edna Muleras se sostienen algunas ideas representativas de esos modos consolidados de entender las relaciones entre religiosidad, sectores populares e ideas de justicia. Algunas de esas ideas son sintomáticas de lo que nos parece una dificultad para entender los modos en que una zona de los sectores populares responden a la incertidumbre y a los procesos de crisis.
Aseverar que allí se perciben ideas individualistas de justicia, como se sostiene en la intervencion mencionada, reafirma viejas imágenes sobre la religiosidad popular identificada con lo “mágico” como no político, no social y no colectivo. Por ejemplo Muleras sostiene que: «Las peticiones se conceden no sólo por la fe, sino a condición de un comportamiento personal meritorio de la retribución”. La mayoría de los trabajos etnográficos sobre este tipo de relaciones muestran lo contrario: que el vínculo entre devoto y santo supone una relación de jerarquía y un orden relacional que está muy alejado de una lógica individualista. Muestran además que si en lugar de ser acusada de “falta de conciencia” la religiosidad popular es entendida en su creatividad, puede ser entendida como un modo de acción sobre el mundo sui generis. Por el contrario, encontrar allí un “sentido meritocrático individualista” confunde la especificidad de un comportamiento práctico en el pedido al santo, práctica habitual en todo tipo de devoción de ese tipo, con la “meritocracia” como ideología radicalmente individualista. A partir de esa caracterización se deduce que existe un vínculo con el “neoliberalismo”, en la medida que se imagina que el pedido de trabajo en función del merecimiento personal supone un hiper-individualismo. Sin negar la posibilidad de que exista un proceso de individualización reciente más marcado en ese tipo de devociones, esa operación desconoce que la idea del merecimiento personal no solo es inherente a un elemento muy antiguo en la tradición cristiana, sino incluso parte de la conformación de la subjetividad moderna en Argentina, ambos muy anteriores al llamado “neoliberalismo”.
Comparando las ideas de justicia entre trabajadores de la industria del pescado y los devotos de San Cayetano se sostiene que: “unos asumieron un comportamiento activo y político, los otros se replegaron en un comportamiento de carácter religioso”. Tal vez una mirada más atenta a esos procesos nos enseñe también que los pedidos al santo son una de las formas en que los sectores populares gestionan las dificultades de la vida cotidiana. Formas que no son excluyentes, sino que muchas veces incluso son complementarias con la acción política. Por un lado, la marcha reciente pidiendo “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo” es un buen ejemplo de cómo la devoción religiosa puede ser resignificada en términos de acción política mostrando tránsitos complejos entre lo religioso y lo político. Por otro, existen pocas reflexiones sobre cómo las personas que participan en un movimiento de reivindicación social viven la religiosidad, atender a esa convivencia podría mostrar que las personas involucradas en un reclamo sindical o en un movimiento social complementan recursos de gestión de la incertidumbre (religiosos y seculares) sin ningún tipo de contradicción. Al mismo tiempo, si se indagaran en las lógicas que subsisten en ambos espacios tal vez se podría incluso reflexionar sobre gramáticas comunes entre la acción política y la acción religiosa, viendo regularidades morales en las definiciones de la subjetividad y de justicia. De cualquier modo, esa estrategia de entender lo religioso en relación con lo político no sería considerada un “repliegue” o un recurso subsidiario de otro más racional o verdadero, sino simplemente uno de los posibles.
Resumiendo. Creemos que existen modos alternativos a los recursos más difundidos de analizar las relaciones entre religiosidad-mágica y política en el mundo popular en Argentina. Recursos que exploren más profundamente en las lógicas de la devoción en términos cotidianos e históricos mostrando que: 1) la devoción a los santos no puede ser identificada con el neoliberalismo sin más y la posibilidad de encontrar modos individualistas necesita de una descripción más compleja e históricamente comparada, 2) la identificación de la religiosidad mágica con lo individual y la “conciencia política” con lo colectivo borra la posibilidad de entender los recursos eminentemente colectivos y políticos de lo “mágico” y 3) la separación tajante entre dos formas de gestionar la incertidumbre como religiosa (pedido mágico al santo) y secular (reclamo amparado en la “conciencia política” de la situación social) neutraliza la posibilidad de ver cómo esos recursos, lejos de oponerse, pueden complementarse en las mismas personas.
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