Originalmente publicado en la Revista Viento del Sur
Por Tatiana Font
Todo tiene su inicio
Me surgió la idea de realizar esta película documental sobre los menonitas por dos motivos importantes. El principal es sobre la temática que abarca y la experiencia de vivirlo; el segundo, porque hay muy pocos trabajos hechos al respecto y me parece una cultura muy interesante, es un patrimonio cultural que habita en muy pocos países del mundo; partiendo del hecho que son pocas las personas que la conocen a esta cultura o creen conocerla (mediante el “espectáculo” de los medios masivos de información) y otros tantos no saben de su existencia. Pude concluir esto último, mediante el diálogo que obtuve con la gente que habita cerca de ellos – quienes conocen muy poco de su cultura – y gente que está alejada de la provincia en la cual residen, no saben ni quiénes son los menonitas.
Mi reino no es de este mundo es un documental que muestra una cultura diferente sustentada en un eje principal: la religión. Dicha religión viene derivaba de una gran tradición de más de 470 años, y es ésta la que le da identidad al grupo. Al ingresar en sus tierras, da una sensación de estar sumergido en el pasado, como si el tiempo allí corriera a un ritmo diferente del de afuera. Un pasado lejano: sin luz, sin radio, sin televisión, sin automóviles, sin computadoras, sin nada mundano, como ellos lo consideran.
Los menonitas, surgen como un grupo diferenciado salido dela Reforma Protestantedel siglo XVI del catolicismo en Roma. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, los menonitas se ven en el mundo pero no se consideran parte de él; no asumen como vestigio de su identidad ni los nacionalismos, ni las costumbres, ni las tradiciones y valores de cada lugar donde viven.
La estructura del documental se va construyendo por medio de pasajes bíblicos, los cuales expresan sus principales creencias y fundamentan su accionar cotidiano: sus símbolos, códigos, en los que basan su cultura. Esta es la “palabra de Dios” se la encuentra enla Biblia y se la pone en práctica en la vida cotidiana. De esta manera la religión menonita se utiliza como medio para acceder y comprender la vida de estos colonos: sus paisajes en silencio, sus vestimentas pintorescas, sus quehaceres monótonos, sus enseñanzas de valor. Es un audiovisual que observa cómo se desenvuelve esta particular etnia, dejando que el espectador se sienta partícipe del momento mismo contemplado.
Siguiendo una metodología
Mi objetivo principal era lograr un documental de observación, tratando de tornarme en invisible, que lo que se muestre habría ocurrido prácticamente del mismo modo como si la cámara no hubiese estado ahí. Siguiendo lo expuesto por Nichols[1] quien expresa sobre la modalidad de observación documental“La modalidad de observación hace hincapié en la no intervención del realizador. Este tipo de películas ceden el “control”, más que cualquier otra modalidad, a los sucesos que se desarrollan delante de la cámara. En vez de construir un marco temporal, o ritmo, a partir del proceso de montaje, las películas de observación se basan en el montaje para potenciar la impresión de temporalidad auténtica. En su variante más genuina, el comentario voice-over, la música ajena a la escena observada, los íntertítulos, las reconstrucciones e incluso las entrevistas quedan completamente descartados. (…) el sonido sincronizado y las tomas relativamente largas son comunes.”
En el momento del registro de las imágenes, prioricé situarme bajo los cánones de la modalidad de observación, cuyo principal objetivo es borrar la presencia del realizador, alterando lo menos posible esa realidad, tratando que mi presencia actúe como una ausencia durante el transcurso del relato, durante la toma de las imágenes – tal como se utilizaba en los primeros documentales antropológicos – cito a Adolfo Colombres[2], el cual de una manera muy interesante expone lo referente a un cine antropológico diciendo “Este cine no pretende en verdad ser ciencia ni servir a la ciencia, sino acercarnos a la realidad por el costado del arte. Lo antropológico no reside sólo en la imagen en sí (registro de una cultura diferente a la del cineasta), sino también en el método seguido para inteligir la realidad que se filma y apropiarse de sus códigos, para lo que es preciso, entre otras cosas, librarse del etnocentrismo.” Es mediante esta apropiación, registrada con la mínima intervención posible, que fui capturando la realidad de esta cultura.
El hilo conductor que transita a lo largo de todo el relato está dado mediante la inserción de los pasajes bíblicos. Son pasajes extraídos directamente dela Biblia, los cuales remiten los cimientos en los que se basa el accionar de esta comunidad, ya que son su credo. Me incliné a esta manera de contar el film, debido a que la cultura se erige por medio de una discordia en base ala Biblia; sus principios – hoy día – se siguen conservando y algunas de las actividades de estos colonos las puedo fundamentar con la ayuda de los pasajes, los cuales no invaden el relato, no lo estorban, no lo interrumpen, sino más bien afirman la presencia de dichas imágenes en el film.
El texto narrativo/discursivo que rige al film es guiado por un lenguaje cinematográfico puro. Es decir, es a través de la composición de planos, de los movimientos pausados de cámara, del ritmo de montaje, del sonido directo, del ritmo interno dentro del plano y sobre todo del tiempo efectivo, que se va ir conociendo a esta particular cultura. La película no posee la estructura “interactiva” a la que estamos acostumbrados mediante los documentales de televisión – los clásicos expositivos – lo cual significa: explicar cada situación, entretener con recursos digitales al espectador, la inserción de material de archivo, la incorporación de banda sonora, o sencillamente lo más utilizado en este género que son las entrevistas y la voz en off incorporada.
Lo principal que quise respetar es el tiempo. Ese tiempo tan distinto al “nuestro” – con un ritmo más pausado sin el “estrés” de nuestra sociedad – una atmósfera más solitaria, con un andar parsimonioso. Con esto quiero decir: una película se basa en un lenguaje y ese lenguaje se basa en el tiempo. Y ese tiempo pretendo que el espectador lo experimente como propio. El tiempo efectivo, como si se estuviera sumergido dentro del documental.
Pretendo mediante este “cine-verdad” poder allegarme a su realidad, una manera de filmar a los eventos humanos sin afectarlos, pasando el mayor tiempo posible y necesario para lograr una óptima confianza y que los sujetos lleguen a perder el interés en la cámara. Este modo particular de observar/registrar, tal como enuncia David MacDougall[3] “La imagen se transforma en una pieza de evidencia, y se convierte, a partir de negar todas las otras imágenes posibles, en un reflejo del pensamiento”. Con esto último, me refiero a una “veta cultural”[4], esa manera de registrar/comunicar que siendo lo más sincera posible, deja impregnada el “sello” de quien lo realiza, siento que si bien tiene mi “sello”, mi modo de ver, mi lectura; ésto no implica, ni distorsiona la realidad, las creencias y su modo de ser y pertenecer a la cultura menonita.
Decisiones tomadas
Los porque no
No intervine en el uso de su idioma (en realidad es un dialecto, el Plautdietsch) ni subtitulo lo acontecido, ni coloco una voz en off ajena a su cultura, es así que considero la inserción de los pasajes bíblicos como recurso viable para la comunicación entre “los dos mundos”.
No le coloqué banda sonora, ya que ellos no utilizan ningún instrumento musical (el canto en la iglesia es a capela) pretendo respetar el hecho cultural de no utilizar música, para vigorizar su estilo de vida. Se que es un reto demasiado importante – ya que es un largometraje documental – y el recurso de la música es lo que refuerza dentro de la narración a marcar un ritmo – a contar de una forma más amena – pero la colocación de banda sonora cambiaría el sentido que pretendo darle al audiovisual.
No utilicé entrevistas por el simple hecho de que a través de imágenes puedo contar su cultura, su presente. Ya que los colonos al vivir tan alejados de estas tecnologías, quedan retratados de una manera tosca hablando hacia la cámara (en un idioma misceláneo), muy poco natural y algo infrecuente.
Y los porque si
Lo que consideré, es que pasando más tiempo ahí dentro iba a lograr mejores resultados, porque creo que una cultura se aprende viviéndola.
Quiero mostrar a las personas esta cultura tan extravagante, revelarla y a su vez exponer que es una cultura diferente, una cultura anclada en el siglo XVI y poder presentarla a la sociedad para que pueda aceptar lo diverso, los distinto, lo otro. Ya que las diferencias existentes entre las culturas nos hacen saber que todos somos humanos, capaces de crear y reinventar la realidad; todos formamos parte de un mundo que se complementa y enriquece, gracias a las disparidades existentes.
A modo de conclusión
Mirando atrás y viendo el hoy como cierre tengo que expresar mi satisfacción en todo el camino recorrido, la experiencia vivida y con el producto final al que llegué. Ahora hago mención brevemente a lo transcurrido en este lapso hasta llegar al documental; es decir en el camino interno, en los estados transitados que se refieren a la narrativa de este film.
Luego de obtener considerables horas de material filmado, empecé con la etapa de visionado. Los primeros pasos me dieron como resultado un material tentativo sin una forma definitiva: pretendía contar TODO – una cultura extremadamente grande en historia, en costumbres, en creencias, a su vez muy poco explorada – con el gran inconveniente que tras presenciar las observaciones, las investigaciones, los ritos, los dispositivos culturales, no le encontraba fundamentos para volcarlos a una teoría, a una narrativa que condujera el film. Me fue difícil penetrar, dilucidar algunos de sus códigos, de sus símbolos, ya que a ellos mismos se les escapan de sus explicaciones los detalles que para uno le son importantes – porque ellos los tienen incorporados como una costumbre y realizan las acciones sin un fundamento (expreso) – muchas de las cosas las realizan por tradición y los mismos colonos me respondían a varias de mis preguntas que “lo hacían por costumbre”; tuve que hallar una manera de observar, de indagar diferente (utilicé la comparación con mi cultura como ejemplo en las preguntas) para poder explicar/explicarme la “conciencia práctica”[5] de la cultura menonita.
Remitiéndome al modo de pretender abordar el audiovisual, en un comienzo me resultaba difícil hallar el estilo, ya que en este tipo de documentales – culturales, etnográficos, antropológicos, de observación – la mayoría de las veces, no llevan de antemano un conflicto palpable (como lo son los documentales de temáticas sociales, políticos, ambientales); acá la tarea de estos films es mostrar lo cotidiano, el estilo de vida, las costumbres y puede suceder el hecho, que con el devenir del tiempo de filmación no se encuentren imágenes “fuertes”, conmovedoras, atrayentes – a lo que me refiero que no es tarea sencilla – es mantener el interés de un “basto público” que por momentos se torna todo un desafío (considerando a su vez, el hecho de que resolví no incorporar banda sonora, ni entrevistas, ni voz en off, ni subtítulos).
Sin bien es un documental antropológico, etnográfico, de observación, como toda pieza de comunicación trae insertado el punto de vista de quien crea el material – ya remití a la veta cultural de que hago referencia – pero considero que pude hallar el modo de contarlo para que sea mínima la intervención. Me pareció muy interesante abordarlo mediante los pasajes bíblicos, debido a que la cultura menonita tiene su nacimiento en la disputa en base ala Biblia, a las interpretaciones de las lecturas y lo atrayente es que – luego de varios siglos después – sigue siendo una comunidad vigente y obviamente más consolidada como cultura.
Y el broche de oro final
Lo que me hizo sentir plena fue el día de su proyección en público, si bien no la pasé bien a causa de los nervios. Los días siguientes fueron los días felices, con esto quiero decir que recibí algunos mails de gente que fue a ver el documental y me escribieron frases como las siguientes “hermosas las elecciones estéticas, las miradas a cámara en un principio tan intimidantes y luego tan amenas, rompen la barrera con este mundo tan distante que nos parece”… “la construcción de toda esta cultura, nos mostras el idioma, el trabajo, la religión, la educación, el ocio, el amor, el consumismo según sus reglas y leyes culturales, que placer es ver una peli bien hecha”… “me dejaste muchas preguntas y emociones, para verla nuevamente sin duda, me dejaste pensando”… “me hiciste vivir por un rato dentro de su mundo, una paz absoluta que hasta parece ahogar”… “las placas utilizadas, el subtexto da cuenta de que conoces muy bien las reglas del cine, una perfecta manipulación y reconstrucción”… “es para ver otra vez, detenerse y pensar sobre como viven ellos, pero sobre todo como vivimos nosotros; no creo que debamos llegar a ese extremo, pero da para pensar en que valores (o carencia de éstos) estamos nosotros inmersos”.
Estas son frases sacadas de los mails, que me escribieron personas del público, simples espectadores, gente PRIMORDIAL porque para ellos está hecho el documental, y lo más destacable es que expresaron lo que yo les quise comunicar. GRACIAS POR SU ENORME DEVOLUCIÓN.
Contactos: http://www.facebook.com/mireino.menonita?fref=ts
mireinomenonita@gmail.com
MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO (Trailer documental)
http://www.youtube.com/watch?v=uM3-N1-nklQ
[1] NICHOLS, B. 1997. “La representación de la realidad: cuestiones y conceptos sobre el documental.Barcelona, Paidós.
[2] COLOMBRES, A. 2005. “Cine, antropología y colonialismo”. Buenos Aires, Del Sol.
[3] MACDOUGALL, D. “Más allá del cine observacional” en Transcultural Cinema, Princeton University Press. G. ALLEN, Seminario de Antropología Visual, El cine observacional y sus variantes, Agosto 2002.
[4] Me refiero con “veta cultural en el film”, como un producto cultural que muestra una realidad previamente seleccionada y fragmentada. Selectividad a consecuencia de un “montaje” anterior al registro mismo; selectividad regida por una lectura socio-cultural de la realidad, en cuanto conscientemente o no, siempre observamos y decidimos en función de nuestras categorías de pensamiento y de nuestros valores. Nuestro accionar con la cámara, es la síntesis de un conjunto de factores personales y culturales, producto de una realidad histórico-social determinada.
[5] Conciencia Práctica: no es un sinónimo de consciente, muchas de las acciones se hacen de manera rutinaria, en el sentido común de una cultura: lo cotidiano. Lins Ribeiro expresa: la práctica de investigación en antropología, basada en el extrañamiento, es una dinámica objetiva y subjetiva fundamentándose fuertemente en la percepción/explicitación de la conciencia práctica de los agentes sociales estudiados (…) LINS RIBEIRO, G. “Descotidianizar. Extrañamiento y conciencia práctica: un ensayo sobre la perspectiva antropológica”. Program in Anthropology City University of New York, Buenos Aires, Agosto 1986.
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