Acortando distancias a partir de encontrarse con nuevos caminos
Por María Agustina Battaglia
Una mezcla de sensaciones marcaron mi participación en el seminario de jóvenes investigadores organizado por César Ceriani y Emerson Giumbelli. El primer contacto de César me provocó una gran sorpresa, con el tiempo se convirtió en ansiedad, nervios y admiración. Fue una oportunidad para reencontrarme con quienes fueron grandes profesores durante mi formación, ahora desde un lugar más cercano.
Fue sumamente importante para mí tener la posibilidad de que quienes hoy son referentes con largas trayectorias en el marco de los estudios sobre religión/es, religiosidad/es y simbolismo dialoguen con nuestros trabajos y nuestras experiencias. Asimismo, fue importante compartir nuestras inquietudes con las de compañeros de otros lugares, conocer qué se están preguntando en otros países y problematizar prácticas y dimensiones analíticas colectivamente desde perspectivas y temáticas de lo más diversas pero al mismo tiempo tan cercanas.
El distanciamiento pareció acortarse, discutíamos sobre nuevos paradigmas en el campo religioso, sobre nuevas lógicas de espiritualidad, sobre la diversidad de sensibilidades religiosas, sobre la necesidad de volver a la experiencia, sobre las nuevas formas de institucionalización de la experiencia religiosa, sobre las matrices nacionales… Sobre “cómo pega” la ayahuasca hasta cómo se desarrolla una identidad “universal”. En los análisis sobre laicidad y secularismo, sobre la institucionalización/des-institucionalización del campo religioso, la politización de lo religioso, la historiografía como método, la construcción del carisma, lo estético en la religiosidad, la creación de una nacionalidad religiosa que atraviesa fronteras (entre tantos otros) se percibía un cuestionamiento en torno a ¿qué es lo religioso?
Los comentaristas nos preguntaron por los agentes que movilizan creencias, por la necesidad de investigar las teorías nativas, por las disputas y el poder, la construcción de discursos, la reutilización de la performatividad, la redefinición de las categorías de lo sagrado…
Diversas formas conviven y hacen a la riqueza de las producciones. Me pareció auténtico que se discutieran los criterios en un espacio sumamente agradable, de encuentro, intercambio y aprendizaje. El buen clima, la hospitalidad y la contención habilitan un acercamiento que a mi criterio es un pilar fundamental a la hora de poder construir colectivamente. Diversas voces construyeron las propuestas en relación a cómo avanzar, que desde distintas trayectorias buscaron integrarse a la hora de aconsejar a los más jóvenes. La pregunta parece estar situada entre el rigor metodológico y la creatividad arriesgada de la novedad. Las propuestas rondaron alrededor de la necesidad de integrar aquel conocimiento que debe estar sin ser explicitado, la crítica al sometimiento a la autoridad, la necesidad de dialogar y apropiarse de lo teórico agregando el plus de la creatividad pero, y más importante, se nos llamó a arriesgar. La tensión entre lo clásico y lo nuevo parece abrirse a un espacio de diálogo en el cual se llama a crear teoría, a reelaborar directrices, a rearmarse en medio de tantas citas en un encuentro de la religión con procesos sociales. Se planteó la idea de un nuevo paradigma en torno a lo religioso, de retomar la cuestión más existencial asociada a la finitud humana, de incorporar lo ecléctico en la medida en que se trata de la creatividad cultural, de incluir la sospecha, de desprenderse de la autoridad. Se habló de la antropología, se percibió la pasión que esta genera desde los más diversos usos e intereses. Este encuentro permitió encontrarse en lo apasionante de las experiencias propias que encarna esta labor del ser antropólogo.
Masticar, desmenuzar, transitar por los conceptos, procesarlos, saborearlos, degustarlos, desecharlos y reelaborarlos. Esa fue la propuesta final. En esta experiencia sumamente enriquecedora me quedo pensando, rearmando, encontrando nuevos caminos.
– María Agustina Battaglia es doctoranda en Antropología por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín, Argentina.
Novos espaços de diálogo e interlocução nos estudos de ciências sociais e religião
Por Jacqueline Moraes Teixeira
Reunir um contingente de pesquisadores em estágios similares de pesquisa, de países e de formação teórica distinta e de áreas múltiplas das ciências sociais, tais como, antropologia, sociologia, ciência política e história, suscitou um diálogo variado acerca de temáticas relativas ao estudo das práticas religiosas no mundo contemporâneo, bem como um debate qualificado acerca de novas metodologias de pesquisa.
Para mim, participar do Primer Seminario de Jóvenes Investigadores de Ciencias Sociales y Religión representou desafio e um privilégio. Um desafio por se tratar do primeiro contato e da primeira apresentação dos resultados da minha pesquisa para além do já conhecido campo de interlocutores brasileiros, e um privilégio por ter meu texto lido e debatido por reconhecidos pesquisadores do campo dos estudos de religião na América Latina, trocar experiências e estabelecer contato com pós graduandos de cinco países (Argentina, Colômbia, Brasil, Uruguai e Equador).
A constituição de espaços específicos de debate e interlocução acadêmica é uma necessidade constante. Ainda mais necessária é a formação de espaços que priorizam e incentivam a participação de pesquisadores que, como eu, estão iniciando suas trajetórias de pesquisa. Por isso é louvável a iniciativa da Associação de Cientistas Sociais da Religião do Mercosul (ACSRM) em criar um seminário cujo foco é reunir e aproximar jovens de universidades distintas, oriundos de países diversos com temáticas e problemas de pesquisa tão próximos e intercambiáveis. Aproveito para ressaltar o empenho dos organizadores, Prof. Dr. Cesar Cestari e Prof. Dr. Emerson Giumbelli e agradecer pelo convite. Que este seja o primeiro de outros tantos eventos.
– Jacqueline Moraes Teixeira é doutoranda em Antropologia Social na USP, pesquisadora do Núcleo de Antropologia Urbana (NAU) e pesquisadora do Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap)
(Fotos: Darío La Vega)
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