San Ramón Nonato: El circuito Kula de intercambio de escarpines…

San Ramón NonatoPor Ana Lucía Olmos Alvarez (UNSAM-IDAES)

La última vez que fui a la iglesia de San Ramón Nonato fue el 3 de diciembre del 2010, día de mi casamiento. Me acuerdo cuando abrieron las puertas de la iglesia, yo hacía mi entrada triunfal del brazo de mi papá mientras el coro entonaba la obertura de Tannhauser y Mariano me esperaba al pie del altar. Aún recuerdo la dulce emoción que me embargó y que hoy volvió a apoderarse de mí, pero renovada.  Hoy, dos años y medio después, volvimos con Mariano.

El 31 de agosto es ‘San Ramón Nonato’ patrono de niños, embarazadas, partos y parteras.
Hoy, estoy embarazada de 7 meses.
Lejos de la celebración del casamiento en el cual la iglesia estaba colmada de familiares, amigos y todos quienes quisieron acercarse; hoy estábamos en un mar de desconocidos pero todos compartíamos una búsqueda similar: por la salud de los niños por nacer y de los ya nacidos.
Sobre la calle Cervantes, en la cual se ubica el santuario, había desplegada una feria ad hoc. Estampitas, rosarios, imágenes, velas, la novena de San Ramón que “toda embarazada debe rezar” se esparcían sobre los puestitos. Entre ellos se colaba algún que otro elemento “no religioso” como aros y pulseras de dudosa plata. El aroma de los chorizos cocinándose en la parrilla y el folklore que se escuchaba por los parlantes completaban el escenario del mediodía.
A lo largo de la cuadra una fila se formaba para “tocar al Santo” dentro del santuario. La parroquia estaba vestida para la ocasión: muchas flores rodeaban el altar y enmarcaban particularmente la imagen del santo patrono. Para los casamientos son contados los arreglos florales que pueden ponerse porque hay que mantener la ‘sobriedad’ como supo decirme el cura dos años atrás.

San Ramón NonatoEntrando por el patio del colegio (cuyo acceso es al lado de la parroquia) y yendo hacia el salón de usos múltiples  se recibían las bendiciones. Mis prácticas etnográficas en Rosario con el Padre Ignacio hicieron de esta espera ‘un juego de niños’: habremos estado en la fila para ser bendecidos 20 minutos frente a las 12 o 14 horas rosarinas…
Durante la espera, los servidores del santuario – en su mayoría alumnos y alumnas de nivel medio del colegio- ofrecían vasos de agua y galletitas a los presentes, tenían unas pecheras que identificaban su función y una bandera que agitaban señalando el camino para recibir la bendición ya que había que perderse dentro de las instalaciones de la escuela. Entregaban también unas tarjetas, confeccionadas por los chicos de la primaria, donde agradecían haber ido: “Gracias por venir. SRN” . La que me dieron a mí era fucsia. La juventud de los servidores y su buena voluntad para responder las preguntas de las y los presentes me sorprendieron gratamente.
En la fila había embarazadas y mujeres cargando bebes recién nacidos o de pocos meses, acompañadas por otras mujeres (en su mayoría las abuelas de los chicos) y hombres (padre y /o abuelo). Era extraño encontrar una mujer sola.
El salón de usos múltiples estaba indicado con el cartel de BENDICIONES. En su interior ocho religiosos se distribuían la tarea de otorgar las bendiciones y las filas avanzaban ordenadamente. Había una imagen de San Ramón y las pinturas que retratan las fotos. Tres guitarristas y una cantante musicalizaban la espera con los temas “del cancionero”.

San Ramón NonatoCon un micrófono una mujer incitaba a rezar y explicaba cómo era el “funcionamiento” del tema de los escarpines. Para los embarazos de pocos meses, era uno solo y chiquito; quienes ya estaban en el último trimestre, recibían un par grande. Junto a los escarpines se entregaba la estampita de San Ramón. Los escarpines son todos tejidos. Quien los recibe para su hijo/a debe llevar otro par al momento ‘de traer al bebé’. Lo ‘común’ es que quien busca la bendición luego regrese al santuario con el niño (y un par de escarpines) para agradecer. Así, los escarpines se pierden en un círculo de intercambio kula que teje un lazo entre todos los niños bendecidos por San Ramón y el santuario.
Nos recibió un religioso joven, no debería ser más grande que nosotros que estrenamos la treintena de años. Nos saludó con un beso, preguntó nuestros nombres, el avance del embarazo y ‘cómo venía’: “¿los estudios todos bien?” y el nombre de la pequeña. Mariano le contó que nos habíamos casado en esa parroquia y que él había asistido hasta la primaria a la escuela: “son parte de la familia”.

San Ramón NonatoPrimero fue mi turno para recibir la bendición. Pronunció mi nombre y pidió que transitara un buen embarazo y tenga un buen parto. Me hizo la señal de la cruz en la frente y en la panza… momento en el que mi pequeña alien interior, que había estado tranquila e inmóvil, se despertó e hizo algún movimiento. Seguidamente, lo bendijo a Mariano pidiendo que sea paciente.

Claro está que desconozco si el movimiento de la pequeña fue en aprobación o rechazo, pero me emocionó pensar que estaba reaccionando al estímulo.
A la salida, nos entregaron los escarpines: “rosas porque es nena” me dijo la chica que los repartía al dármelos.

 

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Ana Lucia Olmos Alvarez

Ana Lucia Olmos Alvarez

Doctora en Antropología Social (UNSAM, Argentina), Investigadora Asistente del CONICET (Argentina) y Profesora Adjunta Regular de Teoría de la Cultura designada por concurso en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).
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