por Fabián Flores (Universidad Nacional de Luján/CONICET – GIEPRA)
Informe realizado para el PISAC (Programa de Investigacion sobre la Sociedad Argentina Contemporánea), iniciativa conjunta del Consejo de Decanos de Facultades Ciencias Sociales y Humanas de la Argentina y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Surge de una investigación bibliográfica y bibliotecológica sobre el estado del tema Diversidad Religiosa, realizada como parte del núcleo temático mayor Diversidad Sociocultural.
Uno de los primeros inconvenientes que surge a la hora de abordar el eje de la diversidad religiosa es el de establecer la óptica desde dónde posicionarnos para poder interpretar cuáles son los fenómenos/manifestaciones sociales que quedarían incluidas y cuáles no, en la medida en qué los bordes suelen ser complejos y difusos, sobre todo en esta sociedad argentina contemporánea.
La noción de religión misma ha sido definida por numerosos autores y desde diversas aristas, hecho que conduce a resaltar su carácter polisémico, muy vinculado a los usos y apropiaciones diferenciales que grupos y sujetos sociales realizan en condiciones históricas y entramados de poder particulares. De esta manera, y al constituir una categoría social, como propone Ceriani Cernadas (2013) conviene apoyarse en los sentidos atribuidos a la misma que se encuentran insertos en tramas mayores de significación, en haces de relaciones sociales y valores culturales que los transforman o acomodan de acuerdo a las diversas ‘estructuras de la coyuntura’ (Sahlins 1985). Por otro lado, la heterogeneidad de nuevos fenómenos y manifestaciones vinculados al universo de ‘lo sagrado‘ que abundan en la sociedad contemporánea, nos obliga a sumarlos como partes de ese complejo recorte que incluiría la diversidad religiosa, como el caso de las denominadas “nuevas espiritualidades”[1].
Entonces, frente a este panorama complejo, se optó por un recorte inclusivo que se enfoque en la idea de “religiosidades” (en un sentido amplio) para no caer en los simplismos y limitaciones que el término religión trae in situ –en la medida que se tiende a determinar qué es religión y qué no lo es-. De este modo, preferimos incluir todas aquellas manifestaciones (prácticas, ideas, cosmovisiones, discursos) que reflejan algún vínculo de sujetos, instituciones, grupos o individuos con “lo sagrado”. Según este criterio, lejos de excluirse, se intenta sumar a todos aquellos fenómenos que podrían pensarse como ajenos al eje de diversidad religiosa, y que no quedarían incluidos en ninguno de los otrosejes que se trabajaron en el grupo.
El panorama de la diversidad religiosa actual en la sociedad argentina contemporánea se caracteriza por la complejidad y la heterogeneidad. La conformación del campo religioso (Bourdieu, 1971) en nuestro país denota una profundidad histórica caracterizada por la diversidad temprana que implicó, además, situaciones de disparidad. “De hecho se gesta y consolida un modelo de campo religioso[2] cruzado por un entramado de relaciones de poder complejas y desiguales, en donde existen sectores hegemónicos y subalternos, y en donde los vínculos y las tensiones se dan entre las instituciones religiosas entre sí; entre éstas y el poder político (finalmente materializado en la figura del Estado, en sus distintas instancias); y entre éstas y otros actores y discursos sociales (entre los cuales los medios de comunicación, el discurso médico y el legal son de particular relevancia)” (Flores, Seiguer, 2014).
Suárez y López Fidanza (2013) resumen las limitaciones que implica una descripción completa del campo religioso en Argentina en tres cuestiones: “primero, contar con una fuente de datos que permita cubrir la totalidad del territorio y que sea representativa de toda la sociedad argentina; segundo, la cuestión diacrónica: la carencia de datos del pasado dificulta la comparabilidad con períodos anteriores de manera de comprender la dinámica de la realidad religiosa y los procesos de largo aliento; tercero, los indicadores incluidos en los relevamientos y sus limitaciones para aproximarse a los aspectos que dan cuenta del campo religioso” (López Fidanza, Suárez, 2013).
No obstante estos escollos, algunos datos disponibles nos permiten reconstruir –al menos a grandes rasgos– un panorama cuantitativo del campo. Así, se cuenta con datos disponibles ya que “entre 2006 a 2010 se realizaron 4 estudios distintos sobre religión con un alcance nacional: 1. Capítulo Argentina de la Encuesta Mundial de Valores (llevada a cabo por Gallup Argentina), 2. Primera encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina (realizada por el CEIL/CONICET y 5 universidades nacionales), 3. Creencias religiosas de los argentinos (CITEC, UES21), 4. Actitudes y prácticas religiosas en la República Argentina (Poliarquía Consultores). 5 Estos cuatro relevamientos, basados en diferentes objetivos y diseños, se aproximaron específicamente a los valores, actitudes y creencias de los argentinos ahondando de diferentes formas en aspectos vinculados con lo religioso. A estos relevamientos se suma el efectuado en 2011 por el Barómetro de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, producido por la Pontificia Universidad Católica Argentina” (Suárez, López Fidanza, 2013: 99).
Todos ellos denotan la presencia de un predominio cuantitativo de los catolicismos y la tendencia a una mayor ampliación de otros cultos (en lo que respecta a la adscripción declarada). Por ejemplo, la Encuesta desarrollada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina desarrollada en 2011 arrojó cifras que daban cuenta que del total de creyentes argentinos en Dios (el 90,5%), un 74,3% adscribe su fe al catolicismo, en tanto que el 8,7% se declara perteneciente a alguna religión evangélica; un 2,3% pertenece a otras religiones y un 14,8% se dice sin religión. Mientras que para la Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, el panorama era bastante similar, como podemos advertir en el siguiente gráfico:
Sin embargo, este horizonte predominantemente católico muestra matices regionales de acuerdo a las particularidades que se fueron gestando en las distintas zonas del territorio a través del tiempo. Ambas encuestas registran esos matices:
A pesar de sus limitaciones, este tipo de abordajes cuantitativos nos brindan un panorama genérico que sirve como punto de partida para pesar el problema de la diversidad religiosa en la sociedad argentina contemporánea.
Respondiendo a los requerimientos del PISAC y los acuerdos logrados dentro del equipo de trabajo del núcleo DSC (Diversidad socio-cultural), la selección de los textos a analizar respondió a varios criterios. En la muestra se eligieron dos tipos de trabajos que abordan el problema de la diversidad religiosa: unos, son aquellos que discuten cuestiones de tipo más generales y teóricas, y que han significado cambios trascendentes en la producción académica sobre el fenómeno religioso (como aquellos que abordan discusiones acerca de los nuevos movimientos religiosos, los problemas de conversión y tránsito, el estigma de las sectas, y más en particular las transformaciones del campo religioso argentino). Por otro lado, la selección del corpus implicó incorporar realidades más específicas presentadas en trabajos empíricos que refieren a grupos en situación de subalternidad dentro de un campo religioso como el argentino donde la Iglesia Católica (como institución) ha tenido (y tiene) un rol preponderante. Y en este sentido, es interesante mencionar que cuando hablamos de diversidad religiosa no solamente hacemos alusión a la presencia de distintas manifestaciones de lo sagrado en un espacio institucionalizado, sino también que esta diversidad se expresa hacia el interior de los propios grupos –aún dentro del catolicismo- y configura un complejo campo religioso cruzado por relaciones de poder que se han ido trazando a través de un largo y controvertido proceso histórico. Por ello, como expresa Frigerio (2013): “no se puede entender la diversidad religiosa argentina sin repensar o cuestionar seriamente la relevancia que adquiere, en los análisis que realizamos desde las ciencias sociales, la identidad religiosa de «católico» que declara la mayoría de la población -o mejor, la identificación que realiza en las contadas veces en que se les pregunta acerca de su pertenencia religiosa” (Frigerio, 2013: 2).
Más allá del criterio generalidad/particularidad que primó a nivel más general, otros parámetros estuvieron presentes a la hora de considerar la selección del corpus, como el momento en el que se publicó la producción académica (en relación al impacto que tuvo en las “modas académicas” o teorías/perspectivas que primaban en ese período), la diversidad regional de los casos abordados y de los autores o grupos que producían los textos, y la heterogeneidad disciplinar, ya que el fenómeno a considerar (las religiosidades) puede ser abordado desde muy diferentes perspectivas: sociológica, antropológica, histórica, geográfica, teológica, entre otras.
Finalmente aclarar que otro punto a considerar, aunque en menor medida y dependiendo de las posibilidades de acceso a la información de cada caso, fue tener en cuenta la formación de los autores de las producciones, tanto la pertenencia institucional como el nivel de formación en el que se encontraban.
Como resultado de todo ello se optó por la construcción de un recorte amplio y diverso que incluyera una selección apoyada en varios criterios complementarios y que intentara–en definitiva– dar cuenta de la amplitud y complejidad de un aspecto como el de la “diversidad religiosa” que ilustrara –en la medida de lo posible– los casos más representativos de la producción de las últimas dos décadas, pero también aludiendo a la perspectiva histórica con el fin de mostrar que se trata de un fenómeno de gran densidad y profundidad histórica.
En este sentido se fueron configurando algunos consensos dentro del campo que se materializan en muchas de las producciones analizadas. Los textos seleccionados abordan el problema de la diversidad y el pluralismo, los procesos de conversión, pertenencias y los tránsitos tanto en el campo católico como en el mundo evangélico, la cuestión de la religiosidad popular y las peregrinaciones marianas, la conformación del campo religioso argentino desde la óptica de las denominadas “minorías religiosas”, los nuevos movimientos religiosos y las nuevas formas de espiritualidad a modo de heterodoxias religiosas, los casos específicos del judaísmo, el islamismo, los protestantismos, pentecostalismos, la denominada religiosidad popular y la “nueva era”.
Retomando la idea expresada en el punto anterior, el corpus seleccionado se caracteriza por la heterogeneidad. Temporalmente los trabajos fueron producidos en el último decenio, mayoritariamente, cuando la producción académica sobre el fenómeno religioso y los estudios sobre la diversidad religiosa en la Argentina se incrementaron notablemente. Sin embargo, se incluyen algunos trabajos considerados pioneros (como el caso del de Carozzi y Frigerio[3]) que fueron producciones claves en la apertura a la discusión teórica y metodológica sobre un espacio en conformación, como es el denominado –para ese entonces– “estudio científico de la religión”.
La mayoría de las obras seleccionadas reflexionan sobre aspectos teóricos claves que permiten repensar la cuestión de la diversidad religiosa, sin embargo en la mayoría de ellos, de manera más o menos directa, se alude a casos concretos que sirven para discutir esas categorías teóricas. En este sentido, el trabajo de Bianchi (2004)[4] y el libro dirigido por F. Malimacci (2013)[5] se presentan como los más integrales en la medida en que, centrándose en una perspectiva histórica el primero y sociológica el segundo, proponen abordar la conformación del campo religioso argentino, tanto en el pasado como en el presente. Estas obras abarcan casi todos los grupos e instituciones religiosas con presencia en la Argentina demostrando la existencia de una multiplicidad de credos ya desde el período posterior a la Independencia y con persistencias, resignificaciones y novedades hasta la actualidad.
Por otro lado, exceptuando el artículo sobre los galeses protestantes en la Patagonia argentina que analiza un caso claramente rural, el resto de los trabajos recorren estudios de corte urbano, especialmente casos en la ciudad de Buenos Aires y su conurbano. Si bien existen algunas investigaciones referidas a las religiosidades en el mundo rural (sobre todo las vinculadas a las colonias migratorias santafesinas y entrerrianas, a los trabajos misioneros y sobre todo a las misiones protestantes de distintas denominaciones entre los pueblos originarios del Chaco), el ámbito privilegiado para plasmar la presencia de la diversidad religiosa ha sido el urbano. Los casos de la ciudad de Buenos Aires y su Conurbano, superan ampliamente al resto de las ciudades del país, seguidos por los trabajos sobre Rosario y Córdoba[6]. Otra de las áreas privilegiadas para los estudios sobre ámbitos rurales son los espacios de frontera, abordados especialmente en las misiones de distintas denominaciones religiosas en el Gran Chaco y la Patagonia. Desde la perspectiva histórica hasta la mirada más sociológica y antropológica se ha puesto la mirada en las religiosidades subyacentes en estos laboratorios sociales.
De acuerdo a la perspectiva particular de cada uno de los casos que componen el corpus seleccionado, los ejes de diversidad abordados se focalizan en la diversidad religiosa, especialmente poniendo el énfasis en la diversidad intra-catolicismo en algunos casos, y la diversidad hacia el interior de las “otras religiosidades” en otros. Sin embargo, aparecen cruces frecuentes que dan cuenta de cómo lo religioso no aparece escindido de las otras dimensiones. Así emergen “otras diversidades”, como las étnicas y lingüísticas, las de clase y género. Hay algunos lazos que los autores aportan en lo que respecta a la consolidación de estos fenómenos religiosos con procesos políticos y sociales más generales (caso de la implantación de la última dictadura cívico-militar y la conquista militar, la crisis estructural y el descenso social que se consolida desde mediados de los años 70, para mencionar algunas).
Con respecto a la presencia de los disensos, se advierte que en los textos más recientes ha habido un cuestionamiento muy fuerte a las miradas catolicocéntricas para pensar el fenómeno de las religiosidades en la Argentina y una apertura hacia nuevos abordajes más centrados en los sujetos, las prácticas y los aspectos relacionales que envuelven a dichos fenómenos. En este sentido, el campo ha experimentado un debate interesante que subyace a partir de los enfoques que propugnan la idea del monopolio religioso y su posterior desintegración en las últimas décadas contra aquellos que propugnan la no existencia del monopolio del catolicismo en el campo[7].
La manifestación de procesos de agregación y clasificación social aparecen indirectamente referenciadas en gran parte de los trabajos tenidos en cuenta, en la medida en que se intenta ahondar en los procesos de reconocimiento de alteridad (de la diferencia) a partir de esquemas de clase, de género y de posición social que se utiliza para caracterizar colectivos sociales demasiado abarcativos y complejos. En este sentido es interesante comentar que los trabajos escogidos coinciden en la idea de relativizar las miradas más rígidas respecto de la relación clase/género/etnia con respecto a las religiosidad, evitando caer en ciertos determinismos que habían sido muy frecuentes en las miradas estructuralistas y materialistas sobre el estudio del fenómeno religioso. Esto no quita que no se le dé importancia al contexto social, político, económico y cultural en el que emergen y se despliegan esas religiosidades; de lo que se trata como menciona Rita Segato: “es ver cómo tendencias extrarreligiosas del contexto histórico social y económico más general afectan el campo religioso, y cómo las adaptaciones internas de éste, a su vez, ejercen su impacto reforzando y suplementando esas tendencias de la historia, que van mucho más allá de los confines del campo estrictamente religioso” (Segato, 2008).
También algunos trabajos hacen el cruce con otras variables tenidas en cuenta dentro del bloque DSC como el caso de “generaciones”. En este aspecto se han privilegiados los estudios sobre juventud, y especialmente aquellos que abordan temas vinculados a las conversiones, la sociabilidad en ámbitos religiosos (evangélicos, por ejemplo) y las relaciones entre religiosidad y consumos culturales. Con respecto a las presencias/ausencias de las temáticas vinculadas a la diversidad religiosa se advierte que hay una marcada tendencia a la producción de trabajos desde unidades académicas de la zona pampeana, la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
Excepcionalmente se encuentran trabajos y equipos en algunas áreas del interior como en la UNR (Rosario), en la UNLPam (La Pampa), UNCu (Cuyo) UNC (Córdoba) y UNAS (Salta), éste último con mayor tradicional vinculada a los estudios sobre catolicismo, especialmente en el período colonial. Las vacíos más notables se destacan en Patagonia, Litoral y Centro, aunque en los últimos años están emergiendo investigaciones y equipos de trabajo, muchos de ellos interdisciplinarios en algunas de las Universidades e Institutos nuevos.
En cuanto a las temáticas abordadas la situación es algo diferente.
Hasta hace unas tres décadas, el incipiente campo de estudios sobre el fenómeno religioso estaba casi exclusivamente vinculado a trabajos sobre los catolicismos en sus distintas aristas, muchos de ellos producidos desde ámbitos confesionales o indirectamente relacionados con ellos. Los trabajos que abordaban las manifestaciones no católicas y las heterodoxias religiosas constituían excepciones en relación al gran número de investigaciones vinculadas al universo católico.
En las últimas décadas, se ha comenzado a observar un avance en los estudios académicos argentinos ligados a los grupos religiosos diversos, sus particularidades, prácticas y contextos en los que éstos se ponen en escena. De esto da cuenta la exposición cada vez más frecuente en las reuniones de especialistas de las ciencias sociales en general, y de los estudiosos del fenómeno religioso, en particular.
Tempranamente desde la sociología y la antropología, y más tardíamente desde las otras humanidades y ciencias sociales –la historia, por ejemplo- se comenzó a pensar en la religión, las creencias, las prácticas y los grupos religiosos, como objetos posibles de ser indagados desde numerosas aristas.
Sin embargo, muchos de estos trabajos han estado preocupados por el análisis del campo católico exclusivamente, dejando de lado la riqueza analítica que muestra el abordaje de aquellas comunidades religiosas subalternas o minoritarias del campo. Por otro lado, el predominio de un corpus teórico-metodológico de una disciplina específica (la sociología, por ejemplo) ha sesgado y limitado la posibilidad de un verdadero enfoque interdisciplinario que fusione los aportes de distintas miradas parciales.
No obstante, estos panoramas iniciales no han hecho sino dejar al descubierto la vastedad de un área en la que se requieren investigaciones profundas que permitan hacer avanzar el conocimiento académico del tema, multiplicando las experiencias empíricas que faciliten arribar a explicaciones teórico-metodológicas más generales, desde una mirada que supere los estancos disciplinarios.
La antropología y la sociología cuentan con mayor cantidad de abordajes que intentan poner en el centro de la discusión el problema de la diversidad religiosa, indagando grupos, instituciones, sujetos que en distintos contextos despliegan prácticas y sistemas de creencias considerados subalternos dentro del campo religioso argentino.
Con respecto a los tipos de análisis promovidos en la última década podríamos enunciar que hay un mayoritario predominio de trabajos cualitativos (especialmente los sociológicos y antropológicos) donde prevalecen los estudios que recurren al desarrollo de trabajos de campo, entrevistas de diversa índole, etnografías, observaciones participantes y triangulación de datos. Las producciones que se apoyan en abordajes cuantitativos no sólo son escasas sino que dan cuenta de cuestiones más generales (y no tanto estudios de caso) sobre los cambios en los sistemas de creencias, en las prácticas y las representaciones que se fueron plasmando en el campo religioso en general.
Los trabajos históricos abundan desde el estudio de fuentes de todo tipo, tanto las producidas por los propios grupos religiosos, como las que apelan a fuentes construidas desde otros/as actores sociales.
Dentro del amplio universo de temas, los estudios sobre los fenómenos de religiosidad popular han tenido un lugar preponderante, ya sea dentro del universo católico como en el mundo protestante, con trabajos que se anclan en distintos escenarios del país (tanto en espacios urbanos como rurales). También dentro de las denominadas “minorías”, los estudios sobre protestantismos (históricos y nuevos), pentecostalismos y neopentecostalismos son los más numerosos, seguidos por los trabajos de judaísmo, y en menor medida las denominadas “heterodoxias religiosas”.
Finalmente cabe destacar como otro de los cambios observados en los abordajes de las producciones de las últimas décadas a las transformaciones teóricas y metodológicas que se fueron dando, y que en realidad, como ya hemos mencionado, se corresponden con algunas discusiones que ya se habían iniciado unas décadas antes. Así, la renovación del campo de estudios sobre el fenómeno religioso se dio en las últimas tres o cuatro décadas, particularmente desde la sociología, a partir de la fractura del paradigma de la secularización, entendida como la progresiva desaparición de la religión ante el avance de la modernidad. Estudios surgidos a partir de la década de 1980 han planteado la necesidad de cambiar la mirada y, han sugerido que a nuevas formas de organización social corresponden nuevas formas de organización religiosa. Se advierte entonces que debe repensarse al proceso de secularización como un producto histórico y limitado: el término pierde su carga de acompañamiento inevitable de la modernización para convertirse en un proceso histórico que corresponde a un período limitado en el tiempo y a un espacio específico. Tampoco implica el fin de la religión, sino una reconfiguración que la ubica en la esfera de lo íntimo y personal antes que en la de lo social, característica de una sociedad en donde se discriminan espacios para lo público y lo privado. Este proceso habría producido el debilitamiento de las grandes iglesias y de la religión heredada, que ha corrido en paralelo a la personalización de las creencias y a nuevas formas de comunalización religiosa menos interesadas en la continuidad de la tradición y la observancia y más preocupadas por la sinceridad y el compromiso del creyente (Hervieu-Léger, 1993).
En este contexto surge la importancia creciente que han tenido los grupos religiosos considerados minoritarios, que han conducido a una pluralización del campo religioso, lo que a su vez implica transformaciones de gran relevancia en la cultura y el tejido social de las sociedades contemporáneas. Así, el campo religioso argentino se modificó especialmente a partir de la emergencia de los nuevos movimientos religiosos (Frigerio, 1994)[8], y permitió visibilizar sistemas de prácticas y creencias que si bien existían desde hace varias décadas emergen con mayor presencia en la arena pública, y por ende, conllevan a una serie de nuevas tensiones y conflictos que implica la presencia de la diversidad, en la medida en que esos “disidentes” son entendidos de manera diferencial por los diferentes actores que operan en el campo. Todas estas nuevas realidades comienzan a ser captadas y estudiadas por los investigadores de las distintas disciplinas sociales en diferentes escenarios geográficos y contextos históricos, y en la última década, se comienza a visibilizar la emergencia de un amplio, diverso y dispar corpus de trabajos que analizan la diversidad religiosa de la sociedad argentina contemporánea.
[1] Un amplio espectro de prácticas, cosmologías y creencias se agrupan bajo este tópico. “Prácticas como la imposición de manos, la oración y la ‘vivencia’ del Espíritu Santo son habituales en un contexto de reducción de la distancia con Dios que ofertan las misas de sanación y los grupos de oración carismáticos. Por otro lado, la meditación, las prácticas centradas en la ‘nueva conciencia del cuerpo’ y en el fluir de la Energía, acompañan un movimiento de integración holística que suele articular aspectos de la vida cotidiana con el ecologismo y la ‘vida sana’ en una enorme diversidad de prácticas alternativas que van desde el yoga, las terapias corporales, el neoshamanismo y los heterogéneos saberes de la autoayuda” (Viotti, 2011).
[2] “El campo religioso no solo está habitado por componentes susceptibles de ser catalogados como religiosos (o, ahora, espirituales –y aun «sagrados»–), como tampoco los otros campos no
religiosos (económico, artístico, político, etc.) no son terrenos inhabitados para lo religioso” (Ludueña, 2013: 11).
[3] Carozzi, M. J. y A. Frigerio (1994), “Los estudios de la conversión a los nuevos movimientos religiosos: perspectivas, métodos y hallazgos” en A. Frigerio y M. J. Carozzi, El estudio científico de la religión a fines de siglo XX, Buenos Aires: CEAL.
[4] Bianchi, S. (2007), Historia de las religiones en la Argentina. Las minorías religiosas, Buenos Aires: Sudamericana.
[5] Mallimaci, F. (dir.) (2013), Atlas de las creencias religiosas en la Argentina, Buenos Aires: Biblios.
[6] La excepción es la abundancia de trabajos referidos al catolicismo en el Noroeste argentino pero en clave histórica, sobre todo los referidos al período colonial.
[7] En torno a este debate se publicó recientemente un interesante dossier con algunos aportes de los principales referentes del campo. Disponible en: http://corpusarchivos.revues.org/580.
[8] Los trabajos referidos a los nuevos movimientos religiosos son numerosos. Entre las publicaciones más interesantes realizadas al respecto en Argentina podemos mencionar; Forni, Floreal, “Nuevos movimientos religiosos en Argentina” en Frigerio, Alejandro (comp.) Nuevos movimientos religiosos y ciencias sociales (II), CEAL, 1993; Mallimaci, Fortunato, “Catolicismo, identidad Nacional y nuevos movimientos religiosos” en Frigerio, Alejandro (comp.), Nuevos movimientos religiosos y ciencias sociales (II) CEAL, 1993; Carozzi María Julia y Alejandro Frigerio, “Los estudios de la conversión a nuevos movimientos religiosos: perspectivas, métodos y hallazgos” en Frigerio, Alejandro y María Julia Carozzi, El estudio científico de la religión a fines del siglo XX, CEAL, 1994; Carozzi, M. J. “Tendencias en el estudio de los nuevos movimientos religiosos en América: los últimos 20 años” en Revista Religión y Sociedad, N°10/11, Junio de 1993.
Bibliografía
Este informe fue tomado por Alejandro Grimson como insumo para elaborar el artículo «Heterogeneidades lingüísticas y religiosas», dentro del libro «Estudios sobre diversidad sociocultural en la Argentina contemporánea», coordinado por Alejandro Grimson y Gabriela A. Karasik. La bibliografía se puede encontrar en ese trabajo, que dentro del libro entero se puede descargar gratuitamente aquí.
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