por Fabián Flores (Universidad Nacional de Luján/CONICET-GIEPRA)
El pasado jueves 19 de mayo tuve la posibilidad de participar como conferencista invitado en la «I Jornada sobre Turismo religioso en la Villa de Merlo. Importancia del conocimiento como instancia de arraigo». La propuesta surgió como iniciativa de un conjunto de organizaciones que se convocaron en el marco de la Facultad de Turismo y Urbanismo de la Universidad Nacional de San Luis y de la cual participaron además, la Municipalidad de Villa de Merlo, la Secretaría de Turismo local y la Asociación Hotelera de Villa de Merlo. La heterogeneidad del público (muchos vecinos de la localidad) y de los expositores y convocantes permitió que se genere un fructífero espacio de diálogo e intercambio.
La ciudad de Merlo es una villa serrana que se encuentra emplazada en el noroeste de la provincia de San Luis y que actualmente cuenta con alrededor de 20.000 habitantes, muchos migrantes internos recientes arribados por el auge del turismo y sus representaciones sobre el microclima merlino con beneficios para la salud. Ya hacia la década de 1920, pero con mayor intensidad desde mediados del siglo XX comienza a gestarse un incipiente modelo de turismo vinculado a la puesta en valor de las bondades del clima local para personas con problemas respiratorios.
Con el correr de los años, el lugar fue posicionándose dentro del mapa de atractivos turísticos como un espacio ideal para el desarrollo del turismo de serranías poniendo en valor su paisaje natural y cultural. El perfil turístico actual se posiciona en una heterogeneidad de propuestas que van desde el senderismo, el turismo natural, la puesta en valor del patrimonio histórico hasta el desarrollo de prácticas más alternativas como los safaris fotográficos y el consumo de fiestas populares. Parte de la oferta del Taller que se realizó en la sede de la UNSL tenía como objetivo evaluar las potencialidades del turismo religioso para la Villa y la puesta en valor de atractivos relacionados con esta modalidad.
Los trabajos que se expusieron en el evento tuvieron que ver con experiencias previas (tanto locales como regionales) cuyo eje articulador era la presencia de una fuerte matriz católica vinculada al aprovechamiento y valorización del patrimonio material. En primer término, el Presbítero José Blanchoud, rector de la Basílica Nacional de Luján narró su experiencia refiriendo superficialmente al rol de la Iglesia Católica Argentina en general y la Basílica de Luján en particular, con respecto al turismo de peregrinaciones en la ciudad bonaerense. Luego se presentaron dos experiencias locales: una sobre una muestra que durante cuatro años se viene desarrollando en la Villa y que consiste en exponer toda la imaginería religiosa privada de los habitantes del lugar que prestan al municipio sus santos, cuadros religiosos, vírgenes, medallas, etc.; la otra, más a nivel regional (y mucho más compleja e interesante) es el proyecto provincial denominado “Caminos de la Fe sanluiseña” que plantea la creación de seis circuitos que atraviesan toda la provincia articulados en torno a distintos sitios relacionados con patrimonios religiosos de distintas denominaciones, aunque con una supremacía católica. En todas las presentaciones se entendía al turismo religioso como sinónimo de turismo católico, aún en el caso de los senderos de la fe donde se intentaba incluir a otros grupos religiosos.
En la actualidad, el Municipio de la Villa de Merlo, en su web de turismo (http://www.villademerlo.gov.ar/turismo/) destina un espacio particular a promocionar el turismo religioso, poniendo en valor cinco sitios que son:
1. Capilla de los Romero.
2. Monasterio de Belén.
3. Capilla de la Medalla Milagrosa.
4. Capilla Nuestra Señora del Rosario.
5. Capilla de Nuestra Señora de Fátima.
En consonancia con los casos anteriores, una vez más se trata de turismo religioso católico.
En este sentido, y más allá de las discusiones acerca de la conceptualización del turismo religioso, o de la fe, o espiritual, el problema nodal pasa por repensar tanto la categoría turismo como la de religión. Sólo es posible una salida victoriosa si podemos interpretar el cambio en las formas de explorar el fenómeno religioso junto con el cambio religioso en sí mismo dentro de las sociedades actuales. La clave sería pensar en términos de diversidad, y no sólo diversidad religiosa, sino diversidad social y cultural.
Así podrían utilizarse nuevas y curiosas formas que adopta lo religioso y que podrían ser apropiadas y consumidas por grupos y sujetos muy disímiles. En este sentido, considero que a nivel local es conveniente:
1) Combinar las formas del turismo de la fe/espiritualidad con otras modalidades de turismo existente y emergente. Un caso interesante -en este sentido- es la mixtura de prácticas de meditación en áreas de serranías donde se combinan actividades como las cabalgatas y el senderismo, con las prácticas espirituales y religiosas.
2) Sumar nuevos actores al desarrollo y ejecución de planes de turismo en general, y religioso en particular (comunidades religiosas diversas, ONGs, emprendedores privados, el Estado en todas sus instancias, la comunidad en general). Esta intervención debe darse en igualdad de condiciones. En la Villa, algunos emprendedores turísticos ya están incorporando modalidades de turismo newager ofreciendo estancias en establecimientos ecológicos en las sierras, donde se despliegan terapias alternativas, veganismo y prácticas de meditación.
3) Diversificar el turismo religioso/de la fe/espiritual ampliando la imaginación sociológico-religiosa a otros cultos y a nuevas formas de religiosidad y espiritualidad, haciendo que se “descatolicen” los proyectos y planes de desarrollo turístico. La posibilidad es muy amplia para la experiencia local: en los alrededores a Merlo se cuenta con altares de religiosidad comechingón y sitios sagrados ranqueles, iglesias cristianas de varias denominaciones, Iglesia Gnosis (pocas en todo el territorio), entre otras posibilidades.
4) Sumar el patrimonio inmaterial de lo sagrado (fiestas, rituales, narrativas, ceremonias, vivencias, etc.) que muchas veces quedan opacados por el peso que tiene el patrimonio material, y sobre todo católico (templos, catedrales, capillas, etc.).
Creo que estas sugerencias pueden poner en tensión las visiones más tradicionales sobre el uso turístico de lo sagrado, ya sea en sus formas más puras o en sus modalidades más novedosas.
Buen dia Sr. Profesor, sus articluos, ensayoes e investigaciones me resultan de gran interes al igual que este espacio conformado por muchos profesionales de la prestigiosa Unlu.
Me llena de orgullo que en las investigaciones siempre se vea el lado positivo de las cosas sin criticas utopicas o sin fundamentos racionales. Usted habla de articular otras actividades como el retiro espiritual, o de meditacion entre como resurgir y revalorizar algunos santuarios nativos, todo esto contribuye a la construccion de una identidad cultural y es muy fructifero para abrir visagras de posibilidades. En mi querida y hermosa Argentina hay mucha riqueza en ls provincias que falta desentrañar y tiene que ver con este arraigo y apego a lo español, a partir de ahi todo gira en el eurocentrismo, solo basta con observar la dedicacion academica de las universidades tradicionales y la formacion de sus egresados, por ejemplo en la provincia de Santiago del Estero donde hay patrones identitarios mas fuertes, la riqueza de su musica con costumbres, narrativas de leyendas del monte y peregrinaciones es parte del vivir del santiagueño, como el rezabaile, la veneracion de la telesita, el chasqui Venancio Caro o San Gil. Recuerdo cuando en mis mañanas de invierno siendo niño en Simoca para el dia de la Virgen de la Candelaria o la Patrona del Pueblo la Virgen de las Mercedes, venian trajinando el gauchaje entonando coplas con aire andino y cajas entre el ruido de los sulkis que paraban en la casa de mi madre a pedir agua toda esa gente que venia de Atahona, Chicligasta y otras comunidades.
Sigan asi.
Muy atte. Ibar Andres Barcelo