por Luiz Antônio Simas
El culto del Catimbó es difícil de definir, incluso en cuanto al significado del nombre (conozco tres versiones). Abarca un conjunto de actividades místicas que van desde la pajelanza indígena hasta elementos del catolicismo popular, originándose en el Nordeste de Brasil. Sus fundamentos más generales son la creencia en el poder de la bebida sagrada de la Jurema y en el trance de posesión, en el cual los mestres (maestros) actúan tomando el cuerpo de los practicantes del catimbó (catimbozeiros).
Los mestres son aquellos que, en vida, desarrollaron habilidades en el uso de hierbas curativas. Al morir, pasaron a habitar uno de los reinos místicos de la Jurema (do Juremá), donde trabajan asistidos por los caboclos de la Jurema, espíritus de indígenas que, en vida, dominaban las artes de la guerra y la curación.
La Jurema (O Juremá) es un lugar compuesto por reinos, aldeas y ciudades. Dependiendo de la línea del Catimbó, algunos trabajan con cinco o siete reinos, formados por aldeas o ciudades habitadas por los Mestres. En la línea de cinco, los reinos son Vajucá, Urubá, Josafá, Juremal y Tenemé (o Tenema). En la línea de siete, tenemos los reinos de Vajucá, Juremal, Urubá, Tigre, Canindé, Josafá y Fundo do Mar.
Los practicantes consideran que Alhandra, en el litoral sur de Paraíba, representa en la tierra los reinos de la Jurema (do Juremá), siendo el lugar donde los poderes de los Mestres de la Jurema habrían sido anunciados.
La Jurema, sin acento agudo (A Jurema), es una bebida obtenida del árbol del mismo nombre, utilizada ampliamente en los ritos de los indígenas tapuias. Llegó a los catimbós, a los candomblés de caboclo, al Xangô de Recife y a algunas líneas de la umbanda. Existen los árboles de jurema-blanca y jurema-negra. La bebida ritual se prepara con la jurema-blanca (la otra se reserva para ocasiones muy especiales; como diría el malandro, es mejor no tocar ese tema). La jurema se utiliza mucho en prácticas de curación (na linha de cura), fortalecida por cánticos de evocación.
De las diferentes versiones sobre la historia de Zé Pelintra, la que más he escuchado habla de un tal José de Aguiar. Nacido en Vila do Cabo de Santo Agostinho, Aguiar creció en Afogados da Ingazeira y luego se trasladó a Recife. En la capital, vivió en la Rua da Amargura, cerca de la zona bohemia de la ciudad.
Sufriendo por un desamor, enamorado de Maria Luziara, Zé Aguiar decidió recorrer los sertones (sertões ) y playas del Nordeste para olvidar su infortunio. Visitó Paraíba y Alagoas. Hasta hoy, los terreiros cantan sobre su desamor y destino:
«En la Rua da Amargura, donde vivía Seu Zé Pelintra, lloraba por una mujer, lloraba por una mujer que no lo amaba» («Na rua da Amargura, onde seu Zé Pelintra morava, ele chorava por uma mulher, chorava por uma mulher que não lhe amava”).
En su peregrinación, Zé se habría iniciado en los ritos de la Jurema sagrada con el Mestre Inácio, un iniciado en el culto por los caetés. Tras «encantarse» o morir (hay controversias), Zé de Aguiar llegó un día en el juremeiro José Gomes da Silva y se presentó como Zé Pelintra, Príncipe de la Jurema y Maestro del Sombrero de Cuero.
Cuando baja como entidad del catimbó en los terreiros nordestinos, Zé Pelintra se presenta con bastón y pipa, camisa larga blanca o a cuadros, pantalones blancos doblados a la altura de las piernas y un pañuelo rojo en el cuello. Siempre trabaja descalzo.
Al llegar a Río de Janeiro, probablemente traído por los numerosos inmigrantes nordestinos atraídos por la ciudad, que en la primera mitad del siglo XX era la capital federal, Zé Pelintra se transformó. El mestre curador de jurema salió de Paraíba, pasó por Alagoas, se convirtió en carioca y su culto fue incorporado a la línea de los Malandros en la Umbanda.
Se dice que vivió en Lapa, disfrutó la vida nocturna y murió en una pelea en el Morro de Santa Teresa. Cambió las vestimentas de mestre de la jurema y llega en los terreiros de Guanabara vistiendo un traje blanco de lino, zapatos de charol, sombrero panamá y corbata roja. Seu Zé se adaptó a las nuevas circunstancias.
El viaje de Pelintra se relata aún en uno de sus puntos más famosos:
«Ô Zé, cuando vienes de Alagoas
Ten cuidado con el balanceo de la canoa.
Ô Zé, haz lo que quieras.
Solo no maltrates el corazón de esa mujer».
(«Ô Zé, quando vem de Alagoas
Toma cuidado com o balanço na canoa.
Ô Zé, faça tudo que quiser.
Só não maltrata o coração dessa mulher«).
Cultura, cruces, encrucijadas, adaptaciones, dinamismo, resignificación, supervivencia, supravivencia, tradición, invención, renovación: todo esto está presente en la historia del Mestre Juremeiro transfigurado en Rey de los Malandros. Seu Zé es un hombre encantado en tránsito permanente, amigo del pueblo de Brasil, construyendo su fabulosa odisea de curación, amor, fiesta, pasión y redención arrebatadora.
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